viernes, 14 de enero de 2011

Capitulo 46


Los últimos rayos del crepúsculo ya desaparecían al fondo del terreno tras la mansión del Cartero.

La hora para la última batalla de Dimitri como un Dhampir había llegado al fin y yo estaba más que preparada para hacerlo caer ante todo el grupo de amigos que mi futuro marido había llevado hasta las mesas ubicadas en los pastos del jardín trasero.

Los había visto llegar en pequeños grupos,  parejas, y algunos solitarios. En total conformaban un montón de Morois de alta sociedad, millonarios, a los que les encantaban las apuestas y presenciar peleas ilegales.

Y lo que estábamos a punto de llevar a cabo era de seguro algo que iba contra las normas. Algo al nivel de una pelea callejera. De un “todo vale”.

Hice sonar mis nudillos y sonreí para mí misma. Estaba ansiosa por comenzar de una buena vez, probar que era la mejor, y que así sería desde ese momento en adelante.

Caminé con lentitud hasta la habitación de Dimitri. Hice un gesto con la cabeza hacia los guardias que se encontraban de pie a los costados de la entrada y pasé entre ellos hacia la primera puerta. Marqué la clave, avancé y la puerta se cerró tras de mí. Marqué la segunda clave para la puerta siguiente, repitiendo los pasos anteriores hasta quedar en el interior del cuarto, observando a un Dhampir que se encontraba estirado y de espaldas sobre la cama, con ambos brazos sobre la cara.

- Es la hora- anuncié, al tiempo que daba unos cuantos pasos para sentarme en el borde del colchón, quedando a poco espacio de distancia de Dimitri.

- Me lo imaginaba- dijo él con un dejo de suspiro en la voz.

- ¿No te alegras por qué todo este por acabar?- le pregunté- Pensé que después de tres días de encierro, salir a dar una batalla te levantaría en animo.

- Pelar contigo nunca podría causarme alegría ni entusiasmo. Menos en una situación como en la que nos encontramos- levantó uno de sus brazos para mirarme de reojo.

- De todos modos- me dejé caer de espaldas a su lado, mirando hacia el techo-… es la hora y es mejor que te prepares. Tenemos que salir de inmediato. Nos esperan en los patios.

- ¿Los amigos del Cartero?

- Si. Ya están instalados para ver la pelea. ¿No te emociona? Esto es un evento de los grandes, al parecer.

Dimitri no contestó. Se puso de pie, esperando a que yo hiciese lo mismo.

Me incorporé en la cama, mirándolo de regreso.

- Hay algo que prometi y debo entregarte antes de que salgamos.

- ¿Y es…?

- La estaca- dije al tiempo que llevaba mi mano derecha hacia mi espalda para sacar el trozo de madera afilado que había encargado a uno de los empleados del Cartero- Toma- le tendí la estaca y él la cogió para examinarla.

- ¿De verdad quieres que clave esto en tu corazón?- Dimitri giraba la madera entre sus manos.

- Si. Si logras estacarme… aunque dudo que eso vaya a ocurrir. Pero un trato es un trato- Me puse de pie y me acerqué a Dimitri hasta quedar a un costado de él, inclinada hacia su oído. Besé su cuello y mordí ligeramente el lóbulo de su oreja- Es tiempo. En unos minutos más serás completamente mío. Para siempre- murmuré. Pude sentir como el cuerpo de Dimitri se tensaba bajo la mano que había puesto sobre su pecho al inclinarme sobre él- Vamos- le empujé con esa misma mano hacia la puerta. Él perdió un poco el equilibrio, pero se recuperó con rapidez. Giró y me siguió mientras yo desactivaba la seguridad con la que lo había mantenido cautivo esos días.


Caminamos sin prisa a través de los pasillos hasta las puertas francesas que daban hacia los jardines de la mansión. Dimitri observaba todo con cautela, ahora a un paso de distancia frente a mí.

Cuando los amigos del Cartero nos vieron llegar se quedaron en silencio con los ojos puestos fijamente en nosotros. Sus rostros reflejando un rastro de aprensión, temor y excitación ante la perspectiva de la pronta pelea.

Empujé a Dimitri para que siguiera caminando, más allá de donde se encontraba en grupo de Morois, hacia el amplio espacio de césped libre. Nos detuvimos cuando alcanzamos una distancia considerable. Giré en torno a él, evaluándolo, hasta quedar uno frente al otro.

- ¿Preparado?- le pregunte, lamiendo mis labios y sonriendo desdeñosamente hacia él.

- Si- respondió, adoptando una postura de combate.

- Bien.

Desde lejos pude escuchar como el Cartero decía:

- Amigos, ¡la hora de la diversión comienza!

Hice rodar mis ojos y puse toda mi atención en Dimitri. Esperaba que él diera el primer golpe, pero nada pasaba. Él seguía mirándome en la misma posición.

- ¿Qué ocurre?- quise saber- ¿Por qué no atacas? Te estoy dando la ventaja.

- No puedo golpearte- Dimitri dijo entre dientes- Aún en tu estado… no puedo ser el que lance el primer golpe- Tragó con incomodada, regresándome la mirada.

- Oh, demonios… - meneé la cabeza con disgustos- En fin… si no puedes, mala suerte. Comenzaré yo entonces.

Antes de que él pudiese pestañear, me lancé contra él con una mano estirada para agarrar su cuello, tirándolo de espaldas a un par de metros de distancia.

Cayó con un golpe sordo sobre la tierra y rodó para ponerse en cuclillas, mirándome y tosiendo. Una mano afirmada en el suelo y la otra en su garganta.

- Parece que esto va a resultar más fácil de lo que esperaba…- dije mientras caminaba con una deliberada lentitud frente a él, pero sin acercarme.

Dimitri se puso de pie con un fluido salto, adoptando una posición de defensa.

Volví a lanzarme contra él, pero en esta ocasión encontré algo de resistencia. El puño con el que me disponía a golpear su cabeza fue interceptado por uno de sus antebrazos y empujado en dirección contraria.

Dimitri intentó sujetar ese mismo brazo para llevarlo hasta mi espalda, pero fui más rápida y me zafé de su agarre antes de que pudiese tomar ventaja. Giré hasta situarme tras su espalda, atrapando sus dos brazos a los costados de su torso y comenzando a comprimirlo entre los míos. Dimitri dio un cabezazo hacia atrás con fuerza, golpeando mi nariz y haciéndome retroceder lo suficiente como para perder la sujeción de su cuerpo.

Él giró y retrocedió, dejándonos nuevamente de frente uno al otro.

Se lanzó con fuerza contra mí, para darme un caballazo, con intenciones de derribarme. Lo único que logró fue hacerme retroceder un paso. La verdad es que encontré que su jugada fue muy mal pensada, pues logre sujetarlo y propinarle un rodillazo en el estomago que lo dejó buscando aire.  Dimitri jadeó, pero con el puño derecho dio tres duros golpes a mi costado. Perdí parte de mi estabilidad y el aprovechó para enganchar uno de sus pies por el interior de mis tobillos. Jaló con fuerza, haciéndome caer de espaldas. Mientras me precipitaba hacia el suelo, le agarré de los brazos, llevándolo conmigo.

Dimitri puso sus manos alrededor de mi cuello, apretando con fuerza.

Yo lo sujeté por las axilas, poniendo mis piernas alrededor de su cintura, y haciéndolo girar para terminar con él de espaldas y yo a horcajadas sobre él.

Me arrastré un poco más arriba por su cuerpo y vi como sus ojos se ampliaban un poco.

Con un rápido movimiento arrastré mis manos sobre su pecho hasta su cuello, levantando su cabeza y dejándola caer con fuerza contra el verde pasto. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para causar gran dolor, pero no para romperle el cráneo. Yo lo necesitaba vivo si quería transformarle.

Estaba por darle el siguiente golpe contra el suelo cuando sentí que la mano izquierda de Dimitri hurgaba entre su propia ropa.

Saqué mi mano derecha de su cuello para sujetar la mano de él. La mano que estaba buscando la estaca que le había dado antes. Él aprovechó para sujetar con su mano derecha mi mano que aún permanecía en su cuello. Forcejeamos un poco. Él intentando librarse de mi agarre. Me dejé caer sobre él para inmovilizarlo más y Dimitri me dio un cabezazo.

Salté hacia atrás, dejándolo en el suelo. Él seguía con la estaca en su mano y se apoyó en un codo para incorporarse.

Crucé el poco espacio que nos separaba y le di una patada en el estomago que lo hizo doblarse sobre sí mismo por el dolor. Di otra patada más, con impulso, haciéndolo rodar sobre el campo.

Se puso de pie con dificultad, con una mano apoyada en el costado donde acababa de golpearle con más fuerza.

- ¿Quieres continuar?- le pregunté al tiempo que me sujetaba el cabello para reacomodar la liga de mi coleta.

Dimitri respiraba pesadamente  mientras me miraba.

- No tienes porque seguir sufriendo esto… ¿Para qué humillarte más?- miré en dirección al grupo de amigos Morois del Cartero para dar más relieve a mis palabras.

- No siento que pelear por mi alma y por la tuya sea una humillación. Preferiría morir de este modo antes que rendirme- la voz salía entrecortada de su boca.

- Como gustes…-dije, avanzando hacia él, dispuesta a dejarlo inconsciente de una buena vez para terminar con esto y declararme ganadora.

-¡Cariño!- La voz era del Cartero, y supe que él se encaminaba hacia mi- ¡Cariño, espera!- siguió caminando hasta situarse a mi lado. Miró a Dimitri y le saludó con un gesto de cabeza- Señor Belikov- dijo con una sonrisa educada y un tono igual de educado- Muy buenas noches… jmm… aunque al parecer no son muy buenas para usted.

Dimitri se limitó a devolverle la mirada más fría que pudo sin decir palabra.

El Cartero sonrió de nuevo y se giró para hablarme.

- Cariño, quisiera pedirte que alargaras esto un poco. Noté que te preparabas para dar el último golpe y… quería saber si puedes contenerte aunque sea unos minutos más. Mis amigos y yo estamos disfrutando mucho de esta entretenida muestra de habilidades que están presentando, y tratándose de dos Dhampirs- me miró y sonrió disculpándose- Mis disculpas. Quiero decir, y tratándose de dos personajes tan celebres como ustedes, en nuestros círculos, sería muy agradable poder presenciar algo más de tan maravillosa demostración.

Hice rodar mis ojos.

- Por favor- dije con desprecio y rezumando ironía-,  deja de ser un pesado y desaparece de mi vista – no miré al Cartero mientras lo dije. Mi vista estaba centrada en Dimitri, quien se veía un poco más recuperado.

- Alarga el juego, cariño- dijo el Cartero con más autoridad y con una mirada que me recordaba nuestro trato.

- Bien, bien. Ahora vete.- hice un gesto desdeñoso con la mano para que se alejara de nosotros.

- ¿Le haces caso?- Dimitri miraba como el Cartero regresaba a las mesas.

- Un pequeño contratiempo que pienso corregir más adelante- contesté, mirando también la espalda de mi futuro marido, con odio y con planes de una desaparición limpia y rápida de su existencia.

- ¿Qué harás ahora?- preguntó.

- Alargarlo. Te daré unos minutos más de tu vida como Dhampir… y luego te convertiré. Lo sabes, ¿no? Sabes que no vas a ganar esta pelea.

- No puedo dejar que me conviertas, Rose.

-¿Tienes miedo de ser lo que realmente eres? ¿Un Strigoi?- Sabía que esas palabras iban a dolerle. Eran como decirle que todo lo que él había hecho como Strigoi había sido obra de su cosecha. No una enfermedad… nada de excusas. Sólo él.

Yo no podría decir realmente quién soy y quién no. ¿Lo que sentía y hacia como Strigoi era yo misma, o era obra de la supuesta enfermedad que conllevaba el ser un Strigoi? Lo único que tenía claro era mi falta de interés por entender eso, y mi despreocupación por los demás. La falta de remordimiento y la sensación de no tener que rendir cuentas. No entendía ahora porque Dimitri insistía en condenarse por cosas tan sin sentido.

- No- dijo Dimitri- No es por eso. Yo… no puedo dejar que me conviertas porque estoy seguro de que si ambos fuésemos Strigois, nuestra sociedad, el mundo de los Morois y Dhampirs, desaparecería. Tú eres, muy posiblemente, la Strigoi más fuerte que existe. Sí yo fuese un Strigoi me aliaría contigo y luego… después, no habría fuerza en el mundo que nos detuviera. No a menos de que hubieran grandes sacrificios.

>> No puedo dejar que mi alma se marchite otra vez… no creo poder soportarlo…

No podía dejar que siguiera hablando. No me importaban sus temores… y sabía que antes me hubiera importado. Que en algún nivel de conciencia moral, o lo que fuera, debería haberme importado… pero no lo hacía. No me importaba nada de lo que él decía. Yo sólo quería cumplir con lo que me había propuesto. Mis propias expectativas sin nada más.

- Dimitri, lo siento mucho…- me detuve y decidí ser sincera- La verdad, es que no lo siento. Nada. Y el asunto es que… voy a transformarte. Lo quieras o no. Dentro de muy poco.

Dimitri adoptó nuevamente una posición de combate, anticipándose a lo que se veía venir.

Y entonces comenzamos a pelear otra vez, pero en esta ocasión no fui tan cuidadosa o condescendiente. Golpeé duro y deliberadamente, causando gran daño sin llegar a matarlo.

- Rose…- Fue una especie de jadeo y suspiro, un murmullo imposible de comprender sin oídos de Strigoi. Esa fue la última palabra de Dimitri poco antes de que perdiese la conciencia.

Para hacer las cosas más fáciles, apreté su garganta hasta hacerle perder el conocimiento a causa de la falta de aire. Ya había cumplido con la petición del Cartero y no había necesidad de aplazar por más tiempo lo inevitable.

- Nos vemos en poco tiempo…- le dije, observando su rostro, enrojecido debido a la presión sanguínea, y sus ojos, que miraban a lo lejos, cerrándose lentamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario