sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 26, 27, 28, 29 y 30

Capitulo 26


Llegué a mi habitación sin girarme a ver quién me seguía. Deje la puerta abierta al entrar pues quien fuera el que estaba detrás de mí la cerraría, y así fue.  Mi visita cerró la puerta después de haber entrado y afirmó la espalda con despreocupación en la madera.

- Rose…- Reconocí la voz y me gire con calma para quedar de cara a mi acompañante.

- ¿Si?- me quedé con el pijama que había alcanzado a agarra de la cama entre las manos, doblándolo para meterlo en una maleta.

- Aún te quiere…- dijo en un tono bajo, paseando sus ojos por mi rostro para luego dejarlos clavados en el suelo- Puede darme cuenta de eso hoy más que nunca.- Volvió a levantar sus ojos para dejarlos clavados en los míos, esperando una respuesta de mi parte.

-  … ¿De qué estas…?

- Te pedí que fuéramos honestos el uno con el otro. Estoy haciendo mi parte con esto, y quiero que tú también lo hagas.

- Lo que me estás diciendo no tiene que ver con nosotros, tú y yo…

- Si tiene que ver porque es algo importante para ti, y que de paso me afecta a mí. Fuera de lo que siento por ti, Rose, lo que más deseo, por increíble que pueda parecerte, es que seas feliz por sobre todas las cosas.  Ya te lo he dicho. Incluso si no es conmigo con quien encuentras esa felicidad.

Adrian me miraba tan seriamente… Me senté en el borde de la cama retorciendo el pijama entre mis manos.

- Adrian… no tienes porque hacer esto…

- Lo hago porque… - se miró sus propias manos y luego levantó la vista con una sonrisa triste en los labios- … lo hago porque soy idiota. Tú lo sabes, yo lo sé… está en mi ADN- La sonrisa desapareció y sólo quedaron esos ojos increíblemente verdes fijos en los míos- Mi pequeña Dhampir… no quiero que te sientas atada a mi por compromisos ni promesas, y no quiero tener en la conciencia el peso de saber que sí tenías una oportunidad verdadera con Dimitri y que yo me he quedado callado por querer tenerte sólo para mí.

Tenía curiosidad por lo que Adrian había descubierto, pero no pensaba preguntarle porque suficiente tenía con ver el dolor que se reflejaba en sus ojos a causa de lo que me estaba diciendo.

No tenía idea de cómo solucionar todo este asunto.

- Eres el chico más dulce que he conocido en la vida- me acerqué a él y puse la palma de mi mano en su mejilla. El puso la suya sobre la mía.

- ¿Estas utilizando la palabra “dulce” como sinónimo de “estúpido”?- intentó poner cara de broma, pero no le resultó muy bien.

- No. Te lo estoy diciendo de verdad- Saqué mi mano de su cara para poder pasar ambos brazos alrededor de su cintura. Recosté el rostro en su pecho y él afirmó su cabeza sobre la mía- Vamos a dejar las cosas como están por ahora- No podía dejarlo ir porque me sentía segura a su lado. Él se había convertido en una boya en el mar de mis confusas emociones.

- Por mi estupendo… - dijo Adrian- ya sabes que no logro alejarme de ti. Ni aun sabiendo que al final puedo quedar hecho pedazos- sonrió un poco y me besó la frente- Cumplí con decirte lo que sé, porque no quiero hacer trampas con nuestra relación sabiendo las condiciones que siempre han existido – de seguro se refería a los conflictos que constantemente hubieron entre Dimitri y yo, y de los cuales Adrian siempre estuvo al tanto, desde antes que Dimitri pasara un tiempo como Strigoi-,  pero no voy a desaprovechar ni un minuto de tu compañía en intentar hacerte reflexionar sobre los hechos. Si consideras que estar conmigo es tu mejor opción en estos momentos, que así sea. Ya veremos que ocurre mañana.

- El día que te canses de mi eres libre de alejarte sin previo aviso, porque lo voy a entender perfectamente- Tenía que retribuirle de algún modo su constante presencia y perseverancia conmigo ya que, a pesar de mis constantes conflictos internos, él me aguantaba de todos modos. Dejarle la opción de terminar nuestra relación sin explicaciones era lo mínimo que podía hacer para equilibrar en lago las cosas entre nosotros. O por lo menos eso quería creer.

- Mi pequeña Dhampir…- susurró Adrian mientras inclinaba la cabeza hacia mí para besarme en la mejilla- El único que podría dejar al otro eres tú- siguió susurrando con otro beso en la comisura de mis labios- Y por estar contigo estoy dispuesto a pagar el precio posterior- me besó en la boca. Primero tanteando y luego más urgente. Tomó mis manos, que estaban en su cintura, para ponerlas en su cuello. Después, sus propias manos comenzaron a vagar por mi cuerpo hasta situares en la parte baja de mi espalda y atraerme hacia él. Adrian comenzó a dar pasos hacia la cama y a llevarme hacía allí con pequeños pasos- Tenemos un poco de tiempo…- murmuró cerca de mi odio mientras mordisqueaba y lamia la piel ahí- Estoy pensando en lo que dejamos inconcluso en la cabaña, ¿recuerdas?

Sip. Yo estaba recordando muy claramente donde nos habíamos quedado.

- Ajá- mis manos también habían comenzado a vagar por el cuerpo de Adrian. Para ser más específica, se estaban dirigiendo a los botones de su camisa. Adrian llevó su boca otra vez a la mía, más apremiante aún, dando un paso más cerca de la cama.

- ¿Rose…- Esa voz  que apareció inesperadamente al interior de la habitación no era de Adrian.

Adrian me abrazó contra su costado y casi ladró al recién llegado.

- ¿¡Qué demonios estás haciendo aquí!?- No recordaba haber visto a Adrian tan enfurecido como lo estaba en ese momento. Yo tenía mi propia cuota de fastidio también.

- ¿Es que no te enseñaron que es de buena educación tocar a la puerta antes de entrar?- le di un beso en la mejilla a Adrian y me dispuse a guardar mis cosas, por lo que fui a sacar la maleta del ropero incrustado en la pared.

- Disculpa…- Nikolay alternaba entre miradas dirigidas a mí y a Adrian- No pensé en que estarías “ocupada”- “Ocupada” salió como si estuviera maldiciendo-. Venía a informarte que ya he hecho las reservaciones en otra casa de huéspedes. Se encuentra del otro lado de la ciudad, cerca de la carretera que llega a Novosibirks. La atención e instalaciones son muy similares a la de este hospedaje.

Yo ya había comenzado a lanzar cosas al interior de la maleta, por lo que me detuve para poder mirarlo.

- Muy eficiente. Gracias Nikolay- se lo dije en un tono neutral. Ni molesto como el que debería haber utilizado, ni agradable como el que solía utilizar con él.

- No hay de que- Me sonrió, pero su rostro cambió al mirar a Adrian. Luego regresó su mirada hacia mí, volviendo a un estado más relajado-Nos vemos dentro de unos minutos en la sala- Se dio la vuelta y salió de la habitación con un portazo suave tras él.

- No me gusta- dijo Adrian en un tono bajo y furioso- Ese Dhampir no me gusta.

- Segunda persona que me dice lo mismo en menos de una hora…- se me escapó el comentario. Adrian me miró, comprendiendo quien más me había dicho algo similar acerca de Nikolay.

- Dos cosas que tenemos en común- dijo él.

- Te cae mal porque se parecen mucho- Sonreí para mí misma, pero no miré a Adrian mientras hablaba- No te creerías lo mucho que él me hizo recordarte en estos días.

- ¡No nos parecemos!- tuve que girarme para poder ver su rostro ante el tono vehemente con el que se había defendido. Poco le faltaba para dar una patada al suelo por lo indignado que se encontraba por la comparación.

- Adrian- Me acerqué para darle un suave beso en los labios y luego regresar a mis deberes- Si se parecen bastante, pero no dejas de ser único en tu especie de todos modos.

Él no me dejó alejarme de regreso.

- Háblame un poco más de eso- Dijo en un tono bajo, insinuando otro tipo de peligros. Me rodeó por la espalda y comenzó a besar mi cuello al tiempo que intentaba darme la vuelta para que quedara de frente a él- Me gustaría escuchar que es eso que me hace único en mi especie según tú… mientras retomamos lo que ese estúpido interrumpió.

Me giré para darle otro beso casto en los labios y luego apartarme con suavidad.

- Tengo que terminar de empacar y después tengo que hacer un par de cosas antes de marcharnos.

- Esta bien…- suspiró pesadamente- pero cuando esto termine, juro que voy a secuestrarte por un mes completo. Solos tú y yo en una isla desierta sin interrupciones de ningún tipo. Ni Dhampirs, ni teléfonos.

- Bueno. Ahora… ¿quieres ayudarme? – Le miré sonriente y esperé hasta que él asintió con la cabeza- Alcánzame la ropa que hay en ese cajón-  apunté con el dedo un mueble al costado de la cama mientras caminaba hacia el baño- y métela en la maleta mientras recojo las cosas del baño.

- ¿Cuál cajón?- preguntó Adrian, elevando la voz.

- El segundo- respondí elevando la voz también por sobre mi hombro al tiempo que recogía las cremas y otras cosas que había puesto en el baño.

- Lindo…- dijo Adrian.

- ¿Qué…?- Recordé que había dejado la ropa interior junto con las camisetas que quería que Adrian metiera en la maleta. Salí del cuarto de baño y lo encontré con un sujetador negro de encaje extendido entre las manos. Adrian tenía el gesto en la cara de quien aprecia una obra de arte.

- Me encanta la parte del encaje- Una sexi y torcida sonrisa se amplió en sus labios- Muy, muy sexi.

- Trae acá- intenté quitárselo de las manos, pero Adrian fue más rápido de lo que hubiera pensado y dio unos saltos hacia atrás, dejándome con la mano estirada, mientras él ondeaba el sujetador en una de las suyas.

- Creo que me lo voy a dejar de recuerdo- Movió el sujetador otro poco, con una sonrisa extensa en el rostro.

- No seas tonto- avancé un  paso hacia él- Es mío. Traje sólo unos pocos conmigo, así que no puedo dártelo.

- Tendrás que pagar un precio si quieres recuperarlo- Adrian retrocedió dos pasos, sin soltar ni dejar de ondear el sujetador frente a mi cara.

- Mala idea retarme a una prueba- me cruce de brazos y alce las cejas, intentando parecer seria sin lograrlo. Una pequeña sonrisa revoloteaba en mis labios sin poder evitarlo- Llevo toda una vida de ejercicios duros. Vas a salir perdiendo- le advertí.

- Tengo mis trucos- elevó y bajo las cejas varias veces, sin dejar de sonreír.

- Pareces un niño- le dije.

- Soy un niño… uno muy malo- dijo entrecerrando los ojos un poco.

- ¿De qué película pornográfica te has sacado esa frase?- dije entre risas.

- No quieres saberlo- contestó, negando con la cabeza con gesto aparentemente serio y pensativo.

- Tienes razón. No quiero saberlo- Me lance en su dirección al tiempo que él brincaba hacia la cama. Se quedo de pie sobre el colchón, saltando con el sujetador sobre su cabeza, como si ondeara una bandera- ¡Estás loco!- Meneé la cabeza mientras veía como Adrian seguía saltando sobre la cama.

- Voy a culpar al Espíritu por eso-  Puso cara sería y dijo:- ¿Vas a recuperar esto- movió otro poco el sujetador- o no?

Salté a la cama para intentar quitárselo de un manotazo, pero Adrian saltó hacia el suelo. Lo seguí. Estaba dejándome caer al piso cuando Adrian me sujetó, haciéndome caer sobre él. Nos hizo girar para poder apresarme contra el suelo.

- Parece que este sujetador es mío ahora.

- No- lo hice girar para quedar sobre él a horcajadas.

- Interesante posición- me miró con las cejas alzadas  y sonrisa complacida. Se metió el sujetador por detrás de la espalda.

- ¡Adrian!- protesté, llevando mis manos hacia el lugar donde mi prenda había desaparecido.

- Oh… eso está mucho mejor- Se notaba por la voz risueña de Adrian que estaba muy entretenido por la situación. No podía verle el rostro porque había afirmado mi frente sobre su pecho mientras rodeaba su cuerpo con los brazos para poder quitarle mi sujetador.

- ¡Devuélvemelo!- me levanté y puse mis manos sobre su pecho.

- No- Negó con la cabeza y los labios apretados.

- ¡Devuélvemelo!- repetí, acercándome un poco más a su rostro. El repitió la negación.

- Devuélvemelo…- Lo dije más suavemente, contra su cuello.

- No.

- Devuélvemelo… - Más suave y más bajo el sonido, ahora contra su oído. Mis manos entre la madera y su espalda, intentando hacer que sacara sus  brazos hacia los costados junto con mi sujetador.

- No…- también lo dijo en un tono bajo.

- Devuélvemelo…-  bajé un par de centímetros por su cuerpo. Mordí su clavícula mientras con las manos agarraba las muñecas de Adrian, tirando de ellas con suavidad hacia los lados por detrás de su espalda.

- No- aunque su voz sonaba menos convencida.

- Devuélvemelo…- Subí de nuevo, para poder decir las palabras sobre su boca, llevando el impulso ascendente también a las muñecas que le tenía sujetas, sacándole al fin las manos de debajo de su espalda, junto con mi sujetador.

- No.

- No importa- dije. Esto hizo que Adrian abriera los ojos y me mirara con el ceño fruncido. Tire de mi sujetador, quitándoselo de la mano que ahora se encontraba a su costado, para enseñárselo. Lo tomé con ambas manos y lo meneé frente a su cara- Aquí lo tengo- Sonreí con suficiencia.

- Tramposa.

- No, no. Todo en regla- Le di un beso suave para  luego ponerme de pie, pero Adrian puso sus manos en mi cintura, manteniéndome sentada donde estaba.

- Adrian, tengo que arreglar mi maleta…

- Un beso- puso cara de cachorro.

Lo miré por un momento antes de ceder. Él con esa cara de corderito inocente y yo meneando la cabeza ante su comportamiento mimado.

- Ok. Uno y luego me ayudas a terminar de arreglar.

- Perfecto- Sujetó mis muñecas para atraerme hacia él, dejándome recostada sobre su pecho.

Acerqué mi rostro al suyo, con los ojos puestos en los dos profundos lagos verdes que seguían mis movimientos. Desvié la mirada hacia sus labios y pasé la punta de mi lengua por la suave curva superior, a lo que Adrian respondió entreabriendo la boca.

- Rose…-        Suspiré cansadamente. El destino estaba en nuestra contra.

- Maldita sea…- mascullo Adrian.

- ¿Rose?- desde el otro lado de la puerta Mikhail seguía llamándome.

- ¡Ya voy!- Me puse de pie y ayudé a Adrian a hacer lo mismo. Él me abrazó por un momento y luego me quitó el sujetador para llevarlo a la maleta y meterlo allí junto con lo demás.

- Mikhail- dije una vez que abrí la puerta. El Dhampir entró con calma y se detuvo al ver que Adrian también estaba adentro.

- Podemos hablar más tarde…- Parecía incomodo.

- No te preocupes, Mikhail. Adrian me está ayudando a hacer las maletas- Miré a Adrian, que nos observaba a ambos con rostro paciente.


- Bueno… yo sólo venía a decirte que ya tengo asegurado a un grupo de ocho Dhampirs más. Contacté con la academia de Siberia y ellos me hicieron las recomendaciones. Nos encontraremos con ellos mañana a primera hora en un hotel central de la ciudad.

- ¿Necesitas que te acompañe? – le pregunté, aunque no quería hacerme cargo de aquello. Confiaba en Mikhail y su elección de personal.

- No es necesario, Nikolay va a acompañarme… A menos que quieras sumarte…- dejo la frase colgando, esperando mi reacción.

- No, no. Vallan ustedes.

- Bien.

- De acuerdo- Nos quedamos callados. Yo tenía algo más que hablar con Mikhail, pero no podía exponerlo delante de Adrian pues era un asunto privado del Dhampir- Cuando estemos instalados en el nuevo hospedaje, me gustaría hablar contigo, Mikhail.

- Claro. Cuando quieras- Sonrió con amabilidad y se despidió con un gesto de Adrian y de mí antes de caminar hacia la puerta.- Nos vemos en unos minutos.

- Sip.

Cuando la puerta se cerró, Adrian dijo:

- ¿El también tiene su propia misión particular en Siberia?- Había comprensión en su mirada.

- Podría decirse que si- No estaba dando más detalles, por lo que no me pareció incorrecto responder a su pregunta.

- Espero que encuentre lo que busca- dijo mirando hacia la puerta cerrada.

- Yo también.



Capitulo 27

A las cuatro de la madrugada, aproximadamente, estábamos saliendo de la casa de huéspedes en pequeños grupos distribuidos en los vehículos que teníamos a disposición.

Nos habíamos despedido y cancelado la estadía con la dueña de la casa, quien muy amablemente nos preparó algunos emparedados antes de partir ya que, según sus palabras, “todos están tan delgados y tienen  los signos de estar a punto de caer en cama por gripe”. Pensé que explicarle que habíamos tenido una nochecita movida con un grupo de Strigois que casi acaba con nuestras vidas no era algo que fuese a entender, por lo que lo dejé pasar y estreché su mano con firmeza agradecida de su hospitalidad. Ya sabía que ese era su negocio, pero la mujer había tenido lindos detalles con todo mi grupo.



Llegar a nuestra nueva y provisional morada  nos llevo unos 20 min.

Se encontraba escondida entre árboles, y había que acceder a ella por un corto tramo de carretera lateral que partía de la única carretera que llegaba hasta Novosibirks desde Krasnoyarsk, como había dicho Nikolay.

El dueño del hospedaje también era un nombre entrado en años. Comenzaba a creer que en la ciudad era una regla implícita tener sobre seis décadas si querías tener tu propia casa de huéspedes que manejar.

El hombre se mostró muy amable y nos guió por las habitaciones disponibles para que decidiéramos cuales tomar. Nos entregó las llaves y luego nos dio un recorrido por las salas comunes y la cocina. Tras informarnos que en la casa se alojaban sólo dos parejas además de nosotros, nos dejó en la sala principal para volver a su propio dormitorio.

- Es… agradable- Eddie estaba con uno de los emparedaros que traíamos desde la otra casa en la boca, observando las paredes de la sala.

- Si. Tiene un aire muy acogedor- estuvo de acuerdo Lissa.

- Bueno, bueno… mañana ya podrán seguir admirando la decoración de la casa. Ahora es mejor que todos vayan a descansar- Miré con más detenimiento a los Morois que habían estado viajando y que necesitaban dormir durante la luz del sol con mayor necesidad.

- No voy a protestar- dijo Christian, tapándose la boca mientras bostezaba-. Ha sido un largo viaje acompañado de una buena cuota de acción posterior. Creo que nos merecemos unas cuantas horas de sueño.

- Sip. Así que vayan a dormir. Nos veremos dentro de unas horas.

Lissa me dio un abrazo antes de tomar la mano que Christian le ofrecía y subir las escaleras. Eddie se despidió con un gento de cabeza y subió detrás de los otros dos.

Adrian se me acercó.

- ¿Qué hay de ti, mi pequeña Dhampir?- acarició mi mejilla delante de los Dhampirs que aún permanecían a nuestro alrededor.

- Voy a quedarme un rato más despierta. Hay que solucionar algunos asuntos pendientes aún.

- Pero tú también tienes que descansar- Me miraba con seriedad. Como un medico que da un prescripción a su paciente.

- Y lo aré… más tarde. Además mi ciclo de sueño ha variado un poco estos días.

- Bien- me besó en la mejilla, aunque no muy convencido por mis palabras- Nos vemos dentro de poco.

- Si.- Lo seguí con la vista mientras él subía por las escaleras- Chicos- Me dirigí al grupo de guardianes Dhampirs que se estaban quedando con nosotros luego que Adrian desapareciera pasillo arriba- Son libres de quedarse aquí o aprovechar el día con sus familias, pero deben estar a las cinco de la tarde justo en esta sala.- Los muchachos asintieron con las cabezas. Algunos se fueron y otros subieron hacia las habitaciones.

En la sala sólo quedábamos Sydney, Mikhail, Nikolay, Dimitri y yo.

- Dimitri, tú también deberías ir a descansar- Se lo dije porque él también había tenido un día duro con el viaje y la pelea en la discoteque.

- Estoy bien. Me quedaré despierto lo que sea necesario.

- Bien- Me encogí de hombros y continué hablando-. El asunto es el siguiente- me dispuse a hacer un recuento de la información que poseíamos para planear el siguiente paso-: Victor está detrás del hermano de Lissa, sepa Dios para qué. De todos modos nuestro objetivo ahora, más que nunca, es encontrar al hijo de Eric y llevarlo con nosotros a América. Por lo mismo, desde hoy estamos en búsqueda de ambos, de Victor y del hermano de Lissa. Lo del robo en la sede alquimista está resuelto. Supongo que ya habrás informado de eso a tus superiores- Miré a Sydney, esperando una respuesta.

- Los llamaré en el trascurso del día. Les interesaba, pero no lo suficiente como para movilizar a un escuadrón. Supongo que de todos modos querrán saber de las buenas nuevas- Se mantenía de brazos cruzados, vestida con su ropa formal, a unos cuantos pasos de distancia del resto de nosotros.

- Ok. Tú verás como manejas tus asuntos alquimistas- Me giré un poco para mirar a mis compañeros- Mikahail, Nikolay, ¿Quién, además del Cartero, podría proporcionarnos información de relativa buena calidad? Estoy hablando de información que pueda guiarnos hacia Victor- Me devolvieron una curiosa mirada, así que agregué- Puede que el Moroi todavía este escondido en alguna ciudad de Siberia después de su encuentro con el Cartero.

- Conozco a alguien- dijo Nikolay- Tal vez pueda contactarme con él esta noche. Suele pasearse por algunos bares de la ciudad en esta temporada.

- Bien- sonreí, pensativamente- Nos dedicaremos a eso hoy por la noche.

Se produjo un instante de silencio.

- Rose- Pensé en como mi cuerpo parecía vivir últimamente para sabotearme. Mi pulso se aceleraba con sólo escuchar su voz pronunciando mi nombre, incluso estando enfadada con él-, tomaré tu sugerencia de ir a ver a mi familia.

- Genial. Iremos contigo entonces- le contesté.

- Eso no será necesario. No necesito compañía- Dimitri cruzó los brazos sobre el pecho.

- Creo que en eso te equivocas, camarada- Me producía una ligera satisfacción personal utilizar el antiguo apodo con el que me dirigía a él. Esperaba que le produjera aunque fuese un poco de irritación… por los buenos tiempos.- Resulta que somos un equipo ahora. Así que vas a tener que aguantar nuestra compañía durante el viaje, te guste o no. No podemos arriesgarnos a que te encuentres atrapado y solo en una emboscada de camino a Baia o de regreso.

A simple vista no se notaba cambio alguno en Dimitri pero, con un poco de detallismo, lograba ver un destello de impaciencia y furia en sus ojos.

- ¿A qué hora podemos partir?- preguntó con solemnidad unos segundos más tarde.

- A las diez. Así tendremos un par de horas para dejar todo arreglado y descansar un poco.

- ¿Vamos a hacer el viaje todos?- preguntó Nikolay, mirándome sólo a mí.

- No- le dije- Lissa, Adrian y Christian se quedan aquí.  A Mia y a Jill no les diremos del viaje tampoco porque no es necesario. Sydney- la miré para hablarle-, me gustaría que tú si nos acompañaras. Por si aparecen enemigos y hay que deshacernos de los cuerpos.

- Preferiría quedarme- contestó ella, cambiando de posición en su puesto y evitando mi mirada- Puedo entregarte unas cuantas bolsas con químicos, ya sabes cómo utilizarlos, así que no me necesitas realmente- Ahora si me miraba, y me pareció que algo me estaba ocultando. No le insistí más, a pesar que deseaba hacerlo por razones egoístas. No quería que Dimitri se sintiera incomodo, obligándolo a mi compañía en un viaje a su hogar. Recapacité un poco y me dije a mi misma que en el viaje también habría más gente, así que no tenía por qué sentirme incomoda por nada.

- Bien. Entonces iríamos Mikhail- fui mirándolos a medida que los nombraba-, Nikolay- me hizo un guiño con el ojo y yo hice rodar los míos- Eddie, unos cinco Dhampirs más, Dimitri, obviamente, y yo. Creo que con eso estaremos bien.

- Si- estuvo de acuerdo Mikhail-. Es un buen número.

- Entonces nos vemos aquí a las 10 am- Los miré a todos y vi que Nikolay y Dimitri se observaban en silencio, como si estuvieran en una competencia de quien resiste más sin pestañear- Nikolay, ¿Les avisas a cinco Dhampirs para que nos acompañen?

Nikolay apartó la vista de Dimitri para mirarme con una sonrisa amable.

- Claro, Rose. Cuando suba les digo.

- Gracias. Ahora pueden ir a descansar…¡ah! Mikhail, ¿Tienes un minuto?

- Por supuesto.

El resto del grupo desapareció y en la sala sólo quedamos Mikahail y yo.

- Mikhail…- comencé- lamento lo del Cartero.

- No entiendo a que te refieres.

- Lamento no haber podido conseguir información acerca de Sonya y su paradero…

- Rose, no tienes de que preocuparte- Mikhail puso una mano en mi hombro para darme ánimos- Es un milagro que hayamos logrado salir con vida de ese lugar, y eso es suficiente.

- Pero te prometí que conseguiría esa información.

- Aún nos quedan algunos días para conseguirla- Mikhail sonrío soñadoramente- Y estoy seguro de que no me voy a ir de aquí sin haberla encontrado.

- ¿Qué?- bromeé con él- ¿Ahora tienes poderes de clarividente o qué?

- No- Mikhail sonrió más abiertamente y dio un apretón cálido en mi hombro- Es ese presentimiento que a veces tienes cuando la persona que amas esta cerca… no lo sé. Tal vez son locuras mías… es más, parezco una niña diciéndote estas cosas… pero cada día que pasa la siento más cerca.

- Lo entiendo a la perfección- dije en un su susurro, recordando mi propia experiencia allí  en Siberia- Tal vez el mismo informante del que hablaba Nikolay pueda ayudarnos con lo de Sonya- esta vez hablé con más fuerza.

- Cierto. Hay que ver qué ocurre esta noche. Puede que estemos de suerte y consigamos un precio de oferta por todo.

- El infinito es de los optimista- sonreí en complicidad.

- Suerte que somos parte de ese selecto grupo-  Mikhail correspondió con su propia sonrisa.

- Vamos a dormir un rato- Me aparte un poco para ir hacia las escaleras. Mikhail me siguió- Mira que hoy va a ser un largo día.

- Largo, largo día.




A las diez en punto estábamos todos listos para partir rumbo a Baia. Sydney se había levantado para despedirnos, por lo que aproveché de pedirle que informara al resto del grupo acerca de nuestro viaje relámpago a casa de Dimitri. Sólo esperaba que los chicos no se enfadaran demasiado por dejarlos atrás en esta ocasión y que comprendieran que era por el bien de su seguridad y su salud.

El viaje fue menos silencioso de lo que esperaba, aunque no gracias a Dimitri.

En un vehículo íbamos Eddie, Nikolay, Dimitri, Mikhail y yo, mientras que en otro viajaban los otros cinco Dhampirs que había requerido. En esta ocasión los coches iban más separados entre sí, pues las fuerzas estaban equilibradas en ambos.

Dimitri insistió en conducir y nadie se opuso a ello. Supongo que quiso esa tarea porque así no se veía obligado a mantener una conversación con el resto de nosotros si no le apetecía. Lo que si pude notar eran sus constante miradas por el espejo retrovisor. Agudas miradas que lanzaba hacia atrás, sobre todo cuando Nikolay hablaba.

Yo estaba sentada en la parte trasera entre Eddie y Nikolay. Mikhail había tomado en puesto de copiloto luego de haberme preguntado si yo quería ese asiento. Naturalmente le dije que no, aunque en mi interior una vocecilla gritaba “SIIIIII”. No le preste atención.

- … y así fue como el Strigoi terminó estacado en la rama del árbol.- Nikolay estaba contando una historia acerca de cómo él con un compañero de trabajo habían logrado matar a su primer Strigoi al salir de la academia en Siberia.

- Eso es impresionante- Eddie lo había estado escuchando con atención, haciendo gestos afirmativos o muecas con la cara ante cada parte emocionante de la historia. Yo también había puesto atención, pero no estaba tan embobada como Eddie.

Cuando Nikolay había terminado su historia alcancé a ver por el espejo como Dimitri ponía los ojos en blanco con cara de aburrimiento. Él no había mirado directamente por el espejo, yo sólo había tenido la suerte de ver ese gesto por unos segundos, algo que no era muy común de ver en él ya que siempre mantenía la compostura ante todo.

Me entraron ganas de reír por lo que había visto. De hecho, una carcajada alcanzó a escarpárseme. Intenté disimularla con una seguidilla de toses sonoras, como si me hubiera atragantado con algo.

Los chicos a mis costados se inclinaron sobre mí, preguntando si me encontraba bien. Mikhail se volteó desde su asiento en mi dirección con el mismo propósito. Les aseguré que estaba en perfecto estado. Dimitri me observaba por el espejo retrovisor con cara de preocupación. No puede retener una sonrisa al recordar su rostro de un momento atrás. El vio mi cara y desvió la mirada hacia el frente inmediatamente, con el ceño fruncido.

El resto del trayecto se hizo nada entre anécdotas y chistes. Viajar con los chicos fue como tener unas pequeñas vacaciones de regreso a las reuniones entre amigos de la academia. Eso me hizo recordar a Mason, así que miré a Eddie para ver si le ocurría lo mismo que a mí. Intercambiamos una mirada que me dejó saber que él también extrañaba a su mejor amigo pero que ya tenía asumida la vida sin él, y que estaba disfrutando del momento al igual que yo. Ambos sonreímos y continuamos riendo y platicando al interior del automóvil, cada vez más cerca de Baia.




Al igual que en el reciente viaje con Sydney, estacionamos a un par de cuadras de distancia de la casa de los Belikov.

Un poco de ansiedad comenzó a brotar de Dimitri. Se notaba por la cantidad de veces que acomodó su cabello detrás de las orejas. Lo hizo varias veces, incluso cuando no era necesario… Yo me daba cuanta debido a lo notorio que resultaba, no porque estuviera pendiente de cada movimiento que él realizaba.

- ¿Listo?- me acerqué un poco a él para preguntarle.

- Dame un segundo- Respiró un par de veces calmadamente, con la mirada en el cielo, antes de volver a hablar- Hace mucho que no los veo y no sé cómo se tomaran mi visita- volvió a meterse un mechón de cabello tras la oreja derecha.

- ¡¿Estás loco?!, van a adorar verte. Te aman- “…igual que yo”, la vocecilla maldita hizo aparición en mi mente- y estarán felices de recibirte.

Dimitri se alejó del coche, dando algunos pasos hacia un árbol cercano. Le seguí hasta allí. Puso las manos sobre su rostro y las arrastro hasta la nuca, dejándolas ahí y manteniendo los ojos cerrados con la cabeza echada hacia atrás.

- No pensé que sería tan difícil verlos otra vez- murmuró.

- Te estás haciendo un lio con esto- pensé en poner una de mis manos sobre su brazo pero me contuve- Relájate de una vez. Ellos ya saben que estas de vuelta y lo único que desean es verte y abrazarte con fuerza.

Dimitri abrió los ojos y me miró fijamente.

- El otro día no me dejaste agradecerte el gesto de venir hasta aquí para informarles que ya no soy un Strigoi.

Le observé en silencio un rato antes de hablar.

- De nada-crucé los brazo sobre mi estomago- Supongo que tú hubieras hecho lo mismo en mi lugar.

- Si.

- Entonces… ¿vas a entrar?- miré en dirección a la casa de los Belikov, esperando ver salir o entrar a alguien.

- Si.

- Bien. Te esperaremos por los alrededores. Tomate tu tiempo… aunque no demasiado porque tenemos que regresar a…

- De hecho, me gustaría que me acompañaras adentro- Dimitri me miraba seriamente.

- ¿Qué te acompañe?- repetí estúpidamente, a pesar de haber escuchado perfectamente lo que él había dicho.

- Si- volvió a pasar los dedos por detrás de sus orejas, asegurando los cabellos allí- Así se sentirán más confiados en caso de que…

Ahora fui yo quien interrumpió sus palabras, ya sabía hacia donde se dirigían.

- Ellos no creen que seas un monstruo- mi tono fue firme y bajo. No quería que los demás escucharan nuestra conversación- No eres un Strigoi. Eres el mismo Dimitri de siempre- “o casi el mismo” me dijo la vocecilla.

- ¿Me acompañaras?- preguntó unos cuantos segundos después. Varios, podrían haber sido minutos incluso, no lo sabía.

- ¿Estás seguro de que es lo que quieres?- lo miré con el ceño fruncido.

- Si.

- Esta bien- pasé las manos por mi cabello, asegurándome que estuviera en su lugar. Se me estaba pegando el tic nervioso al parecer.- Aunque va a ser incomodo… - esto salió más como un murmullo para mí misma.

Dimitri me dio una segunda mirada, como si estuviera considerando mis últimas palabras. Lo miré de vuelta, dándole la oportunidad de reconsiderar su petición, pero no lo hizo.

Me encaminé de regreso al coche y Dimitri me siguió de cerca.

- Voy a acompañar a Dimitri en su visita. ¿Podrían quedarse vigilando por los alrededores?- les pedí a los chicos.

- Sin problemas- dijo Eddie. Le dio una mirada rápida a Mikhail y a Nikolay para confirmar que estaba en lo correcto.

- Claro- dijo Mikhail, con amabilidad.

- Estaremos aquí afuera- fue la respuesta de Nikolay, aunque no parecía tan alegre como de costumbre.

- Toma esto- Mikhail se acercó hasta mí y me ofreció un pequeño audífono-. Es por si necesitamos salir con rapidez y para que estés al tanto de todo.

- Gracias- lo tomé de su mano y lo puse en mi oído-. No vemos en un rato.- sonreí un poco para despedirme de ellos. Me giré hacia Dimitri y dije:- ¿Vamos?



Capitulo 28

Caminábamos juntos las cuadras que había de distancia entre el coche y la casa de los Belikov.

Dimitri observaba con calma hacia todos lados, casi con disimulo, pero yo sabía que estaba devorando la imagen de cada casa, cada árbol, cada cosa que había a nuestro alrededor. De seguro todo había cambiado bastante desde su última visita a Baia.

Llegamos hasta la puerta principal de la casa y nos detuvimos ahí por algunos segundos. Esperé a que Dimitri tocara a la puerta, y no lo hizo, así que me adelante un par de pasos para dar tres golpes secos a la madera. Dimitri retrocedió un paso y yo también para poder dejar algo de espacio entre la entrada y nosotros.

Un par de segundos después la puerta se abrió y el rostro de Viktoria apareció sonriente. Se fijo sólo en mi, sin mirara más atrás y ver quien me acompañaba. Su rostro estaba casi a la altura del mío.

- ¡Hey, Rose!- dijo, acercándoseme para abrazarme- Pensaba llamarte más tarde. Nik…- Se apartó abriendo los ojos como platos. Llevó sus manos hacia la boca para cubrirla y de entre los dedos se escuchó su voz decir:- ¿Dimka?...

Dimitri se quedó mirándola fijamente. Un rastro de temor inundando sus ojos. Miró de Viktoria hacia mí, pareciendo pedir un poco de apoyo.

- ¡Sorpresa!- dije, aunque mi palabra salió algo deformada. Sonó más a pregunta que a otra cosa.

- ¡Dimka!- Repitió Viktoria antes de lanzarse de un salto para abrazar a Dimitri. Él dudó por una milésima de segundo, pero luego correspondió pasando los brazos por la cintura de su hermana y apretándola con fuerza mientras ella le rodeaba por el cuello con sus propios brazos. Dimitri escondió el rostro entre el cabello de Viktoria y ella sólo se apartaba para besarle las mejillas y repetir un par de veces más “¡Dimka!”

Se quedaron de ese modo un buen rato. Dimitri la mantenía separada del suelo por unos buenos centímetros, meciéndola con suavidad.

Me sentía emocionada por lo que estaba presenciando. Alegre y como una intrusa a partes iguales. Pocas veces había tenido la oportunidad de ver a Dimitri en actos que demostraran tanto afecto con otros, y ver como ambos hermanos se sostenían mutuamente me hacía pensar en que estaba observando algo demasiado íntimo, algo que no me correspondía observar y que de seguro tendría que seguir viendo una vez que entráramos en la casa.

Finalmente Dimitri dejó caer con suavidad a Viktoria. Ella no parecía poder separarse de él incluso aunque su vida dependiera de ello.

- No sé qué decir…-dijo Viktoria con los ojos brillantes y lagrimas cayendo por sus mejillas hasta perderse en el tejido de su suéter- Estoy tan feliz de verte otra vez.

Dimitri puso una mano sobre la mejilla de su hermana y le acarició la piel sobre el pómulo con ternura.

- No más que yo- dijo él con una media sonrisa en los labios y los ojos igual de brillantes.

- ¿Es que acaso quieres iniciar una batalla para ver quien está más feliz de ver al otro?- Victoria le miraba con el ceño fruncido y gesto juguetonamente severo al tiempo que ponía sus manos sobre la cintura con los brazos en jarra para mayor énfasis.

Dimitri no contestó. Se limitó a atraerla nuevamente a sus brazos y a apretarla con fuerza.

- … ¿¡Viktoria!?- Una voz femenina se escuchó llamarla desde el interior de la casa.

- Mama…- Dijo Dimitri en ruso, soltando a Viktoria y mirando hacia dentro por la puerta de entrada.

- ¡Vamos!- Viktoria le tomó de la mano y comenzó a arrástralo hacia la puerta. De paso agarró mi mano también y nos condujo hacia el interior de la casa- … no van a poder creer que ya estés aquí- dijo alegremente.

Mientras cruzábamos la sala principal Dimitri iba prácticamente dando tumbos contra los muebles. Se encontraba ensimismado observando cada cosa a sus costados y hacia el frente. Reconociéndolo todo, sin perder de vista nada.

Al igual que en mi última visita, voces se escucharon desde la cocina. Hablaban en ruso por lo que no conseguí comprender nada, pero Dimitri si lo hizo. En cuanto las voces nos alcanzaron él redujo el paso y llevó sus manos hacia el cabello para acomodarlo tras sus orejas por billonésima vez.

Cuando llegamos al umbral de la cocina Viktoria entró sin esperarnos.

- Mamá, Yeva… a que no adivinan quien acaba de llegar - La voz de la hermana de Dimitri fue cantarina y parecía como si estuviera dando saltitos alrededor de la mesa.

- ¿Quién?- preguntó Olena. Al mismo tiempo se escuchó un grifo de agua cerrándose y luego un par de pasos en dirección a la puerta.

- ¡Vengan!... es mejor que lo vean ellas mismas- Viktoria se había dirigido a nosotros, por lo que su voz llegó fuerte y clara hasta nuestros oídos.

Miré a Dimitri y me di cuenta de que necesitaba un segundo más. Di un paso tentativo hacia la entrada de la cocina y volví a mirarlo. Él asintió con la cabeza, lo que significaba que prefería que yo entrara primero.

Tomé aire y me adentré en la siguiente habitación. Allí me encontré con la imagen de Olena secándose las manos con un paño de cocina mientras Yeva se encontraba sentada frente a la mesa, pelando patatas, y a su lado estaba sentado Paul, coloreando un libro.

El pequeño levantó la vista al sentirme entrar y de un brinco se puso de pie para correr y abrazarse a mi cintura. Me quedé congelada. Me sorprendió su reacción y la verdad no me lo hubiera esperado de él. Yo sabía que le caía bien, pero nunca habíamos mantenido una relación abiertamente afectuosa en las ocasiones que lo había visto. De todos modos le devolví el abrazo mientras sonreía hacia las otras tres mujeres.

- Rose- dijo Olena mirándome con una sonrisa radiante-¡Que alegría tenerte por aquí!- Meneó la cabeza sin dejar de sonreír al ver que Paul no me soltaba.

- A mí también me alegra estar de regreso…- dije- aunque no soy la persona a la que Viktoria se refería-. Di una mirada hacia atrás, esperando que Dimitri apareciera de una buena vez.

Un pie entró en mi campo de visión y, un segundo más tarde, el otro pie junto con el resto del cuerpo de Dimitri fue visible para todos los que estábamos en la cocina.

Yeva sonrío de oreja a oreja… lo que me pareció bastante escalofriante, si me lo preguntan. Supuse que mi percepción se debía en parte al recelo que tenía hacia la abuela de Dimitri gracias a sus constantes jugarretas y frases cripticas de las cuales fui víctima en mi primera visita a Siberia.

Olena, por su parte, tuvo que afirmarse en el respaldo de una silla para no caer por la impresión.

Dimitri corrió a sostenerla, pero se detuvo a medio camino con el mismo temor en los ojos que había hecho acto de presencia cuando apareció Viktoria en la entrada de la casa.

- Mi Dimka- dijo, soltándose de la silla y extendiendo los brazos para que Dimitri se metiera entre ellos.

Dimitri cerró la distancia entre ellos y abrazó a su madre con fuerza. Los hombros de ambos temblaban y podía escuchar los susurros de palabras pronunciadas en su idioma.

Sentí que algo tibio rodaba por mi cara. Lleve una mano hacia mi mejilla para comprobar que se trataba de mis propias lágrimas.

Miré a los demás y me percaté de que Paul nos observaba con ansiedad y preocupación, sin saber qué hacer.

- Son de felicidad- le murmuré-. Las lágrimas son de felicidad porque tu tío Dimka está de regreso en casa- Froté una mano de arriba hacia abajo por su pequeño brazo y sonreí para infundirle seguridad.

Paul se relajó y volvió a recostarse contra mi costado, manteniéndome media abrazada.

Viktoria había ido a situarse junto a Yeva. Le estaba pasando un brazo alrededor de los hombros mientras observaban a Olena y a Dimitri. En un momento pareció sobresaltada, y al siguiente salió corriendo fuera de la cocina.

Un poco después Dimitri se aparto de su madre para ir a arrodillarse al lado de Yeva que seguía en su asiento. La abuela puso ambas manos sobre la cabeza de Dimitri y comenzó a peinar el cabello de él con los dedos en movimientos lentos y ritmicos.

- Dimka- Pronunció su nombre con un amor absoluto. Sólo por eso sentí mayor afecto hacia la mujer, casi haciéndome olvidar mi miedo y enojo hacia ella por todas sus acciones pasadas.

Dimitri cerró los ojos y apoyó la frente en el regazo de su abuela.

Viktoria regresó con todo el clan familiar a la siga. Más abrazos y lágrimas de felicidad fueron derramadas. Me mantuve a un costado de la habitación, afirmada contra una encimera, observándolos. En algún momento una botella de vodka apareció, junto con un montón de vasos que fueron repartidos. Acepté sólo una copa- Mi anterior experiencia con ese alcohol no había sido de las mejores- y la alcé cuando alguien propuso un brindis por Dimitri. Todos brindamos a pesar que el propio celebrado no parecía muy convencido.

Nos sentamos alrededor de la mesa, hablando de todo. Bueno, no de todo. El tema de Dimitri convertido en Strigoi no se abordó, lo que me pareció muy lógico recordando que la familia Belikov había preferido dar por muerto a Dimitri antes que aceptar que él se había convertido en un despiadado Strigoi.

Los recuerdos y anécdotas surgían a raudal. Dimitri parecía algo avergonzado por las cosas que sus familiares estaban soltando, y también por toda la atención que estaba recibiendo. En un par de ocasiones sus mejillas se tornaron color rosa, lo que hacía que se viera nada más que adorable. Se encontraba medio abrazado a su hermana Karolina y en ese momento reían por una descripción que Olena hacia acerca de cómo había encontrado a ambos hermanos en una ocasión correteando detrás de un pavo alrededor de la casa cuando eran pequeños.

Con Yeva cruzamos varias miradas. Ella nos observaba a Dimitri y a mí constantemente, con rostro pensativo. Esto lograba hacer que me inquietara en mi asiento, pues no sabía si a ella se le ocurriría plantear algo acerca de mi relación con Dimitri… y si lo hacía, no sabía qué iba yo a decir. Pensé que de todos modos no tenía de que preocuparme. Esta era la familia de Dimitri y él tendría que hacerse cargo en cualquier caso. Mal que mal, era él quien me había pedido que lo acompañara, era él quien había decidido terminar nuestra relación, era… en fin. Lo iba a dejar en sus manos si se daba el caso. Decidido.

Por otro lado, las veces que se mencionaba algo acerca de Dimitri y yo, como las invitaciones a visitas futuras, reuniones familiares y festividades, Dimitri apartaba la mirada de mí y se quedaba callado.

La primera vez que se dio a entender un “nosotros”, es decir, que Dimitri y yo éramos una pareja con la frase “deben venir más seguido a visitarnos” – palabras que salieron de la boca de Viktoria- Dimitri puso cara de sobresalto. Me dio una mirada entre sorprendida y confusa a la que sólo pude responder con un encogimiento de hombros y una mirada que intentaba transmitir algo similar a una disculpa.

La verdad es que yo no le había dicho, ni cuando él pasó un tiempo como Strigoi ni cuando estuvo de regreso como Dhampir, que su familia había asumido el día en que llegué a Baia para su funeral que él y yo teníamos una relación que iba más allá de estudiante-profesor o compañeros de trabajo.

- Rose- la voz de Mikhail se escuchó por el pequeño auricular que tenía en el oído- Rose- repitió-, tenemos que volver a Krasnoyarsk…

Dimitri debió de notar el cambio en mi rostro porque desde ese momento no aparto la mirada de mí, siguiendo todos mis movimientos.

- Disculpen…- Me puse de pie al tiempo, alejándome de la mesa y caminando en dirección a la sala principal.

- Rose- Mikhail seguía repitiendo por el auricular. Ahora alejada del grupo podía escucharle mejor- Rose… tenemos que regresar a la casa de huéspedes. Hemos llamado para chequear que todo estuviera en orden y nos hemos encontrado con la noticia de que los chicos han estado recibiendo extrañas llamadas durante el día. Según comentaban, alguien llama preguntando por ti y por Dimitri, colgando enseguida después de eso.

Una oleada de pánico se vertió sobre mí. Habíamos dejado a un grupo de Morois solos en una casa apartada dentro de una ciudad que no conocían. Entre todos podrían llegar a ofrecer algo de resistencia en caso que un grupo de guerreros entrenados decidiera dejarse caer por el hospedaje, pero sus poderes combinados no serían suficientes. Sabía que estaba poniéndome en el peor de los casos, pero se trataba de la seguridad de mis amigos.

Me acerqué más a la ventana que daba hacia la calle principal, buscando con la mirada a alguno de los chicos para hacerle señas de que en unos cuantos minutos estaríamos fuera de la casa. No podía responderle a Mikhail directamente porque no había llevado conmigo el micrófono necesario para ello.

Divisé a Eddie y le indique que había recibido el mensaje. El levantó su pulgar en señal de que había entendido y luego se alejó a paso normal calle abajo.

Me giré para regresar a la cocina y terminé chocando contra un cuerpo alto y firme.

- Justo iba hacia la cocina- dije, retrocediendo un paso por la sorpresa de encontrármelo tan cerca. Debió de moverse con total sigilo porque no le había sentido acercarse.

- ¿Qué ocurre?- preguntó Dimitri, escudriñando mi rostro.

- Lo siento- dije con sinceridad-. Vamos a tener que regresar ahora mismo a Krasnoyarsk.

- ¿Qué ha pasado?- su voz se tornó preocupada ante lo que estaba diciendo.

- Alguien ha estado llamando a la casa de huéspedes durante lo que lleva del día, preguntando por ti y por mí para luego cortar sin más. Estoy preocupada por mis amigos… ¿Cómo se enteraron de que estábamos allí?- Estaba casi segura de que las llamadas eran de los hombres del Cartero…. Aunque también podrían ser de Victor, si es que el Moroi había conseguido recursos suficientes, y que obviamente poseía.

- Despidámonos de todos y luego saldremos de inmediato hacia Krasnoyarsk.

Le seguí hasta la cocina y él anunció que teníamos que partir enseguida.

Hubo algunas protestas pero se resignaron pronto cuando Dimitri les explicó que teníamos asuntos urgentes que resolver.

Otra ronda de abrazos fue repartida. Esta vez yo también toqué una dosis de aquello y se sintió tan bien recibir todo ese afecto. La tristeza llegó a mí al pensar que esta sería la última vez que visitaría a la familia Belikov. Una vez que todos nuestros problemas se solucionaran, el camino de Dimitri y el mío tomarían rumbos distintos.

Yeva fue la última en despedirse de Dimitri. Con  pesados y lentos pasos lo separó del grupo para hablar en una de las esquinas de la cocina. Los observe con detenimiento. Yeva hablaba sin mayores aspavientos mientras Dimitri escuchaba atentamente con el rostro pasando de una emoción a otra. Primero sorprendido, luego turbado, también hubo algo de enojo y negación. Yeva parecía insistir en algo mientras él intentaba hacer que ella se detuviera. De esta conversación tampoco logré comprender nada. De lo poco que llegaba a mis oídos sólo podía reconocer palabras rusas.

Al final Dimitri se le acercó y besó la mejilla de su abuela, dispuesto a salir de la cocina de una vez. Yeva lo retuvo del brazo y le murmuró unas cuantas palabras que hicieron que Dimitri quedara petrificado. Le tomó un par de segundos recobrar la compostura y una vez que lo hizo volvió a besar a su abuela, de paso a su madre y salió de la cocina.

Cinco minutos más tarde, y tras una tanda extra de abrazos, logramos salir de la casa.

- Siento lo de la tardanza- Dimitri se frotaba la nunca con una mano mientras su rostro parecía levemente avergonzado- Siempre son igual de afectuosos… tal vez hoy lo han sido un poco más de lo común.

No pude evitar sonreír.

- Es natural- le di una mirada significativa- Además, me parece que son una familia estupenda.

- Si- Dimitri sonrió pensativamente mirando hacia el frente mientras caminábamos- No podía haber obtenido una mejor.



Cuando llegamos al vehículo los muchachos se encontraban instalados en sus respectivos asientos. Excepto Nikolay que sostenía la puerta abierta para dejarme pasar.

Dimitri le dio una fría mirada antes de tomar su puesto frente al volante.

- Gracias- dije antes de entrar. Una vez que el coche se puso en marcha, pregunté- ¿Hay más novedades?

-  La última vez que hablamos con los chicos nos informaron que las llamadas había cesado desde una media hora atrás- Respondió Mikhail.

- ¿Quién crees que es el responsable?- le pregunté.

- Pienso que se trata de los hombres del Cartero. Definitivamente no les debe de haber hecho feliz que lográramos escapar.

- Si- dije en acuerdo con él-. Es muy probable que sean ellos.  Aunque también puede tratarse de Victor.

- ¿Sinceramente crees que ese Moroi aún continua por estos lados?- Nikolay se giró un poco en su puesto para poder mirarme.

- Si, lo creo- contesté devolviéndole la mirada- Siberia es el verdadero reino para los Morois. ¿Qué mejor lugar para conseguir lo que necesita, y sobre todo, conseguir gente que crea en sus proyectos, que le sea fiel?

- En eso tienes razón- concedió Nikolay.

- Además, no sabemos si Victor ha dado con el hermano de Lissa. Puede que no lo haya hecho… tengo el presentimiento de que no. Aun así, Victor…

La conversación se extendió tanto que estábamos a unos pocos quilómetros de distancia del hospedaje cuando el teléfono de Mikhail comenzó a timbrar. Guardamos silencio, esperando a escuchar.

- ¿Si?- contestó Mikhail-... ah, espera un momento, voy a poner el alta voz.

Mikhail alejó el celular de su oído y apretó unas cuantas teclas. Cuando terminó con eso, sostuvo el aparato hacia su costado izquierdo para que todos pudiésemos escuchar.

- Ahora ya puedes hablar, Adrian- le comunicó Mikhail.

- Ok- la voz de Adrian se escuchaba algo distante, pero era reconocible- Tengo una pregunta.

- Te escuchamos- dije.

- ¿Aquí en Krasnoyarsk es común escuchar hablar del hombre de las nieves?

- ¿Qué?- preguntó Nikolay, con un rastro de diversión en la voz.

- Lo que escuchaste- Al parecer Adrian había identificado la voz de Nikolay porque fue cortante al hablar- ¿Quiero saber si el hombre de las nieves suele aparecer por las casas en Krasnoyarsk?

- No que yo sepa…- dijo Mikhail, dudoso- No es una leyenda que se escuche mucho.

- Pues… - la voz de Adrian se escuchaba cada vez más distante- Si no es el hombre de las nieves, debo suponer que alguien más está intentando entrar a la casa por la fuerza.



Capitulo 29

Llegamos al frontis de la casa de huéspedes en un minuto. Algunas luces del segundo piso estaban encendidas pues ya había comenzado a oscurecer. La apariencia del hostal en ese momento era acogedora y pacífica, como si nada estuviese ocurriendo en su interior, aunque no podía negarse que los arboles, cerniéndose altos y frondoso a su alrededor, le daban al lugar cierto aspecto aterrador en la oscuridad. Como si en cualquier momento algo fuese a salir de entre las ramas, saltando para lanzarse directamente a tu cuello.

- Dividámonos- Mikhail observaba con cuidado los alrededores en busca de cualquier movimiento fuera de lugar. Yo sólo lograba escuchar algunos sonidos provenientes desde los arboles. Ardillas, posiblemente.

Puse más atención, concentrándome en los sonidos de la casa. Estaba en eso cundo alcancé a percibir algo pesado siendo arrastrado. Era un sonido apagado por la distancia y parecía que quien lo estuviera provocando estaba poniendo especial cuidado en no hacerse notar.

- ¿Escuchan eso?- pregunté a los demás en voz muy baja.

- Si- Dimitri estaba muy cerca de mí, con la vista puesta en la casa- El sonido viene del segundo piso.

- Entremos de una vez- Nikolay parecía estar listo para saltar a la acción.

- ¿Por dónde?- Eddie estaba un paso por delante de mí, junto a Nikolay.

- Entremos por la puerta de la cocina. Si es por ahí donde han ingresado los extraños, es mejor que no los alertemos entrando por la puerta principal. Ocupemos el recorrido que ellos han propuesto- dijo Mikhail.

- Y entremos todos juntos. Tres preocupándose del frente y dos de nuestras espaldas- acotó Dimitri.

- De acuerdo. Entremos entonces- Dije, adelantándome un paso.
Silenciosamente avanzamos hasta la parte trasera de la casa de huéspedes, poniendo especial atención en donde poner los pies. Al llegar a la puerta, Nikolay se adelantó para abrir el cerrojo cerrado, sacando un gancho de metal delgado de uno de los bolsillos de su chaqueta.

- ¿Siempre llevas eso contigo?- le preguntó Eddie mirando lo que Nikolay hacía por sobre mi hombro.

- Si- contestó el aludido sin dejar de trabajar-. Nunca se sabe cuando será necesario hacer una rápida visita a una casa en ausencia de los dueños- Con un movimiento más de la muñeca logró hacer que la puerta se abriera ligeramente, sin hacer más ruido que el del pestillo retrocediendo del encaje en el marco de la puerta.

Ingresamos manteniéndonos tres mirando hacia el frente y tres mirando hacia la puerta por la que recién habíamos entrado. Yo estaba entre los del frente. A un lado Dimitri y al otro Nikolay.

Avanzamos con cuidado, observando hacia cada lado sin lograr ver nada. Sin signos de registro ni signos de pelea. Eso, por el momento, era una buena señal. 

Pasamos la cocina y llegamos a la sala principal. Estaba igualmente vacía, aunque algunas sillas se encontraban fuera de lugar. Eso tampoco decía mucho. Los chicos podían haberlas dejado allí casualmente durante el día.

En un momento, un par de pasos se escucharon en el segundo piso. Luego, varios  pasos más, corriendo desde un extremo a otro. Después… sólo silencio. Un silencio absoluto que dejaba libre a mis oídos para sólo escuchar el rápido y asustado latido de mi corazón, bombeando con fuerza al interior de mi pecho. Rogaba a Dios, o a quien fuese que pudiera escuchar mis plegarias, que mis amigos se encontraran bien.

No pude contener más las ansias, así que salí corriendo hacia las escaleras y subí los escalones, casi volando sobre ellos hasta llegar arriba.

Una de las luces que podían verse desde afuera provenía de una de las habitaciones que en ese momento tenía la puerta entreabierta.

Caminé con una calma que no sentía hacia su dirección. Estaba tensa, y cada musculo de mi cuerpo se encontraba listo y dispuesto para atacar a cualquiera que se me acercara. Sentí más pasos detrás de mí, pero no tuve duda de que se trataba del resto del grupo que me había seguido.

Al llegar hasta la puerta la abrí con extrema fuerza, logrando que la madera revotara contra la pared con un ruido sordo. Lo que encontré al dar una mirada en el interior me dejó pasmada.

Allí estaban mis amigos, todos, Mía y Jill incluidas. Vivos. Eso era lo más importante. Pero no estaban solos.

Atado, junto a ellos, se encontraba Alexander Antonov. El muchacho universitario que juntaba dinero haciendo recorridos turísticos para realizar un viaje a América. ¿Qué diablos hacía él, atado en el suelo, junto al resto de los muchachos?

Todos se encontraban amordazados y firmemente amarrados con lazos muy juntos el uno del otro, formando un círculo en el centro de la habitación.

Miraban con desesperación en los ojos hacia la ventana. Esta se encontraba abierta, dejando entrar una fría brisa. Fui hasta allí para mirar por ella sin lograr divisar a nadie. En el exterior sólo podían verse las sombras de los árboles y de los marcos de la ventana por donde la luz se escapaba.

Dimitri, Eddie, Mikhail y Nikolay aparecieron poco después y me ayudaron a desamarrar a los chicos.

En cuanto les sacamos las mordazas, pregunté:

- ¿Qué ocurrió?

- ¿Tú qué crees?- respondió Christian con una mirada furiosa- ¿Qué estábamos jugado a la ronda y nos pareció divertido amarrarnos unos a otros de paso para hacer el juego más interesante?

- Ten más cuidado en escoger tus palabras- le reprochó Adrian.

Lissa le dio una mirada de advertencia que logró hacer que Christian se calmara un poco.

- Lo siento- dijo el Moroi- Es sólo que me siento tan impotente por no haber podido hacer nada para defendernos.

Asentí con la cabeza, porque entendía su frustración, y luego dije:

- Voy a repetir mi pregunta y espero que esta vez alguien si pueda ayudarme, ¿Qué ocurrió?

Mía se aclaró la garganta, haciendo saber al resto que ella se encargaría de responder.

- Esto es lo que ocurrió- comenzó-: Estábamos discutiendo, ya no sé sobre que, en una de las salas de estar cuando escuchamos ruidos.

- Ruidos desde el exterior- aportó Jill.

- Correcto, ruidos desde el exterior- Repitió Mía-. Entonces nos dimos cuenta de que los sonidos provenían de la cocina. Christian y Adrian fueron a ver y cuando regresaron nos informaron de que alguien estaba intentando entrar.

- Eso fue un poco antes de que les llamara al celular- dijo Adrian, tomándome de la mano.  

- Si- Mía continúo-. Entonces, sin hacer ruido nos encerramos en una de las salitas de estar del primer piso. El problema es que eso no fue de mucha ayuda porque los Dhampir pudieron ingresar sin ningún problema.

- ¿Dhampirs?- preguntó Mikhail.

- Si. Dhampisr como cualquiera de ustedes. Bueno…- Mía nos miró con un poco más de detenimiento- No como ustedes, en realidad. Estos eran mucho más feos.

- Gracias- dijo Nikolay, dándole una sonrisa divertida.

- De nada. En fin… como les iba diciendo: estos Dhampirs entraron como un rayo y nos inmovilizaron antes de que pudiéramos reaccionar. Se movieron con tal sigiles que no logramos escucharlos acercarse hasta que estuvieron sobre nosotros. Nos noquearon… o eso creo, porque hay un par de minutos de mi vida que estoy segura no volveré a recuperar- Se frotó la nunca con cara pensativa-. Luego estábamos todos en el segundo piso, amarrados a un costado de esta habitación. Poco antes de que llegaran y ellos se fueran, uno de los Dhampirs corrió la cama hacia la pared del fondo y nos colocó en círculo, así como nos encontraron.

Eso debió de ser el ruido que habíamos logrado escuchar. El de algo pesado arrastrándose.

Ahora que más o menos conocíamos como se habían desarrollado los hechos, todavía quedaban dos cosas sin resolver.

- ¿Qué dijeron los Dhampirs?- pregunté.

- Nada- contestó Lissa-. No dijeron ni una sóla palabra en todo el rato que estuvimos consientes.

Los miré a todos y ellos negaron con la cabeza.

- ¿Y qué haces tú- dije mirando directamente a Alexander- aquí en la casa?

Varios rostros se giraron para mirarme, excepto Nikolay, quién también conocía al muchacho Moroi.

- ¿Lo conoces?- me preguntó Adrian.

- Sip. Nikolay y yo le conocimos hace un par de días. Pensábamos que él podía ser el hermano de Lissa.

- Ustedes dos han pasado bastante tiempo juntos, al parecer…- dijo Adrian, con la voz impasible, pero mirando con disgusto a Nilolay. Dimitri también miraba con rostro indescifrable al Dhampir, quien sólo se limitó a encogerse ligeramente de hombros.

- Adrian…- Le miré severamente. Este no era el momento para comenzar alguna escena de celos injustificada. Por lo menos en ese rumbo.

Adrian levantó su mano libre en señal de rendición y luego la metió en el bolsillo de su pantalón, despreocupadamente.

Alguien se aclaró tímidamente la garganta. Era Alexander.

- Contestando a tu pregunta… Sólo sé dos cosas: Una es que esos Dhampirs aparecieron por la tarde en mi casa, me secuestraron y me trajeron hasta aquí- Tragó un poco de saliva y luego continuó-. Y la otra es que tengo un mensaje para Rose y Vasilisa, y otro para Dimitri- El Moroi nos miró, buscando que los que habían sido nombrados se identificaran.

Esto explicaba porque los Dhampirs no habían dicho nada el tiempo que estuvieron en la casa. Ya tenían a su emisario.

Dimitri se acercó hasta Alexander y le tendió una mano.

- Soy Dimitri Belikov- dijo antes de soltar el agarre del muchacho, quien se mostró un poco receloso de aceptar el saludo.

- Bien. El mensaje para ti dice, cito textual: “Gracias por obsequiarnos la huida perfecta”- Todos le miramos con cara de extrañeza- Eso es todo- aseguró Alexander-. Yo tampoco comprendo lo que quiere decir, pero eso fue lo que esos Dhampirs dijeron que les habían enviado a decir. Según ellos, ustedes comprenderían el significado de la frase.

Dimitri guardó silencio un momento y luego preguntó:

- ¿Y cuál es el mensaje para Rose y Vasilisa?

- Esas somos nosotras- Lissa se acercó hasta Alexander y le tendió una mano. En esta ocasión el Moroi no dudó tanto-. Soy Lissa- El muchacho incluso sonrió un poco.

- Y yo soy Rose, oficialmente- Le sonreí un poco.

- Eras rubia en esa ocasión- dijo Alexander, recordando la apariencia que yo tenía el día que lo visitamos en su departamento.

- Si. Parte del disfraz. Ahora, ¿Cuál es el mensaje?

- El mensaje para ustedes dice: “Siempre es un gusto volver a verlas. Más gusto me dará el día en que nos encontremos en persona y eso será dentro de poco”- recitó el Moroi con voz monótona-. Dijo algo más, no recuerdo cuales eran las palabras exactas, pero algo así como “las tengo vigiladas y sé lo que están buscando…”, un clásico, por cierto. Y algo sobre que ustedes estaban cerca.

- ¿Cerca de qué?- pregunté.

- No lo sé. No recuerdo cómo iba esa parte del mensaje.

Eso me molestó. ¿Cómo era posible que no recordara algo tan importante como el mensaje de su secuestrador?...  Tuve que recordarme a mi misma que el muchacho era tan sólo un Moroi civil que había sido sacado de su casa a la fuerza y al que habían involucrado en algo que no le correspondía.

- Gracias-  le dije al final.

- ¿Puede alguien explicarme a mí, ahora, por qué estoy aquí haciendo las veces de cartero?- preguntó Alexander.

Eso era algo importante. Pero estaba segura de que la persona que lo utilizó como mensajero lo hizo como una manera de dejar en claro que realmente nos estaban vigilando. Sólo alguien que hubiese seguido nuestros pasos de cerca sabría los lugares y personas que había visitado… aunque había una persona en especifico que tenía la misma información sobre Alexader siendo el supuesto hermano de Lissa.

- Tiene que haber sido Victor- dije en voz baja.

- ¿Quién?- preguntó Alexander.

- Victor- Repetí- Un Moroi de la realeza que sólo tiene extrañas y malvadas ideas.

- ¿Cómo sabes que fue él?- esta vez fue Nikolay quien preguntó.

- Es él- Dimitri contestó por mi- Por los mensajes se puede deducir que se trata de él. Mi mensaje al menos lo expresa claramente.

Ahora era yo la sorprendida.

- ¿Por qué lo dices?- quise saber.

- Porque…- La mirada de Dimitri se volvió triste y atormentada. A pesar de que su postura corporal reflejaba solidez y fuerza, pude notar que sus ojos reflejaban todo el dolor que aún contenía en su interior- él día que  nos encontramos en el hotel de las Vegas, en el Luxor, pude alcanzar a ver como Victor se alejaba junto a otro Moroi. No lo detuve porque, bueno, no era… - No terminó la frase. Con los brazos cruzados sobre el pecho, me dio una apenada mirada.

De todos modos no necesitaba que Dimitri terminara de hablar. Algunos de los que estábamos allí presentes recordamos con claridad cuáles habían sido sus objetivos en ese momento, y también nos quedó claro el porqué aseguraba que los mensajes eran obra de Victor.

- Ajá…-dije, apoyándolo en su aseveración ahora.- Se trata de Victor, tiene que ser él. Él fue quien pagó al Cartero para que le diera la información falsa acerca de la identidad del hermano de Lissa a Abe. De seguro también sabía quién iba a ser el supuesto hermano.

- ¿Así que a eso se deben las preguntas acerca de quién era mi padre?- Alexander me observaba expectante. Para ser un recién secuestrado, que nada sabía de todo este caos que se estaba desarrollando desde hace algún tiempo, no se veía asustado ni nada parecido. Por el contrario, parecía entretenido. Como si estuviera siendo parte de un emocionante juego de roles en vivo.

- Si- confirmé- No queríamos decirte nada más porque eso podría haberte metido en problemas, pero ahora veo que de nada sirvió guardar el secreto.

- Ya veo- dijo él, con mirada pensativa- Así que ahora soy parte de este extraño enredo en el que una clase de loco Moroi eligió mi nombre para hacerme pasar por su hermano…- Me hablaba a mí, pero al final miró a Lissa.

- Si, algo así- le dije.

- ¿Y que se supone que voy a hacer ahora? ¿Puedo volver a mi casa como si nada hubiese pasado?- preguntó Alexander.

Mikhail se aclaró la garganta y dijo:

- Creo que tu mejor opción por hoy, al menos, es que te quedes con nosotros, por tu seguridad.

- Pero… ¿Voy a poder volver a mi casa, verdad?- ahora había algo de urgencia en los ojos del muchacho.

- Tal vez mañana o quizás en un par de días. Eventualmente, si. Volverás a tu casa- le contestó Dimitri.

- Bien…- Alexander respiró hondo y luego se quedo en silencio.

Un momento después Adrian habló:

- Entonces… ¿Tendremos que cambiarnos de hospedaje otra vez?

- Si. Tendremos que hacerlo ahora mismo- le dije.

- Voy a llamar para hacer reservación en alguna otra casa de huéspedes- dijo Nikolay, con visible intención de comenzar a alejarse para hacer la llamada telefónica.

- No- lo atajó Dimitri- Yo me haré cargo. Conozco un par de buenos hospedajes.

Nikolay me miró buscando que yo decidiera quién de ellos tendría que hacerse cargo.

- Deja que lo haga Dimitri, él también conoce el lugar- dije, devolviéndole la mirada. Adrian sonrío  con ligera satisfacción a mi lado y Nikolay sólo asintió con la cabeza hacia mi- Además, necesito que te dediques exclusivamente a contactar con tu informante, Nikolay.- Miré hacia el resto del grupo y anuncié-  Así que, todo el mundo a empacar otra vez, y dejen algo lindo a la mano porque esta noche vamos a salir.

- ¿Todos?- preguntó Jill esperanzada, con los ojos brillantes.

Para responder a eso necesitaba un poco de ayuda. Estaba debatiéndome internamente entre vigilarlos directamente, llevándolos en la salida nocturna, o dejarlos encerrados en una caja fuerte para que nada les ocurriese.  Miré hacia el resto de los Dhampirs y al final me decidí.

- Ok. Si. Iremos todos. Pero… Jill, tú tienes que conseguir el permiso de tu madre para acudir. Estas aquí con ella y eres menor de edad… así que tampoco estoy segura de que vayan a permitirte entrar a los locales nocturnos.

- Por eso ultimo no hay problema- dijo Mía- Ella es tan alta que de seguro no le pedirán identificación… no como a mí- esto fue dicho como una queja resignada. Mía era bajita y sus dorados rizos le daban un aire medio infantil, aunque conociéndola mejor eso quedaba completamente descartado- Además, podemos arreglarla y parecerá una chica de 18 años.

- Si consigues el permiso de tu madre y logras verte mayor con la ayuda de Mía, no hay problema en que nos acompañes- Miré a Jill directamente y ella parecía por completo emocionada. La verdad es que yo no quería que nos acompañara. Ella era la más pequeña y tenía cierto instinto protector hacia su persona. Esperaba que su madre le pidiera que regresara a casa temprano, pero por otro lado no quería excluirla porque sabía lo molesto que era que te apartaran de las cosas importantes.

- Voy a llamarla ahora mismo- Jill casi corrió escaleras arriba.

Luego miré hacia Dimitri

- ¿Puedes hacer las nuevas reservaciones?- le pregunté.

- Voy ahora mismo- Se alejó de nosotros hacía la otra sala en donde había un teléfono.

- Los demás, manos a la obra- dije.

Y con eso, subimos juntos hacia nuestras habitaciones para arreglar por segunda vez en menos de 24 horas nuestras maletas.



Capitulo 30

Jill, después de mucho insistir, consiguió que su madre accediera a dejarla salir junto con el resto del grupo. Lo que su madre no sabía era que estaba dejando que su hija fuese directo a un precipicio para una caída libre en la cual no había paracaídas ni nada que amortiguara la caída. Para ella ni para el resto.


Al poco rato de enterarnos de que Jill tenía su permiso, Dimitri llegó con la noticia de que las reservaciones en un hotel periférico de mediana calidad estaban hechas. Nada llamativo, pero definitivamente estaba fuera de la línea de “casas seguras” que habíamos estado llevando. Nos encontramos en el pasillo del segundo piso, pues yo iba saliendo del cuarto de Lissa y él parecía estar buscándome.

- Es mejor que esta vez nos quedemos en un hotel. No contaremos con las comodidades de libertad que un hostal ofrece, pero el riesgo de ser encontrados es menor debido a la cantidad de gente que siempre esta variando- dijo cuando me lo anunció- es más fácil pasar desapercibidos allí.

- Confío en ti- dije despreocupadamente, pero él me dio una extraña mirada.

-… Tal vez no deberías hacerlo- dijo en un tono más bajo-. No he sido una persona correcta y confiable desde hace unos meses.

- Deja ya atrás el tiempo como Strigoi, Dimitri-Mi carácter elevándose.

- No estoy hablando precisamente de ese tiempo. Estoy hablando desde allí hasta ahora. Sobre todo ahora.

Me le quedé mirando por un momento. Organizando sus palabras y buscando el significado de trasfondo. ¿A qué se refería con lo de no ser correcto?, ¿Qué había estado haciendo en el último tiempo que no fuera correcto? ¿Había hecho algo en las últimas semanas que estaba fuera de mi conocimiento? ¿Algún resquicio de Strigoi en él causando malas acciones?… ¿o era algo que me involucraba a mi?, ¿Incorrecto conmigo?, ¿Incorrecto con quién?

Estaba por pedirle que se explicara más cuando Lissa salió apresuradamente de su habitación.

- ¡Rose, espera!- casi gritó- Necesito que me ayudes con lo del…- guardó silencio y nos miró del uno al otro al darse cuenta que estábamos Dimitri y yo en el pasillo-… ¿Interrumpo algo?- su rostro afligido.

- No- me apresure a contestar, agregando una sonrisa amable- ¿Necesitas ayuda? Bien, voy a terminar de guardar mis cosas y regreso contigo en un par de minutos.

- Gracias- dijo Lissa sonriendo feliz. Le dio también una sonrisa a Dimitri, quien le retribuyo con una propia… una de esas medias sonrisas muy similares a las que veía cuando era su alumna, aunque más cargada de amabilidad que de otra cosa, y luego ella se devolvió a su cuarto.

- Nos vemos en un rato- le dije a Dimitri al tiempo que comenzaba a caminar hacia mi propia habitación. El momento para preguntar había pasado ya y tenía que ponerme en marcha para salir pronto del hostal.

- Si- contestó él, dirigiéndose hacia las escaleras.



Veinte minutos después, y unas cuantas idas y vueltas más, estuvimos al fin listos para salir del hospedaje. El dueño de casa apareció en el último minuto, preguntando a que se debía nuestra rápida y repentina ida. Le dijimos que eran cosas del itinerario de viajes y que nos faltaban muchos lugares por conocer. No pareció muy feliz de vernos partir. En parte le comprendía. Al parecer su clientela no era muy alta y nosotros habíamos resultado ser un grupo numeroso, éramos una buena cifra al final de la semana.

De camino al hotel pasamos por varias calles iluminadas. Casas residenciales y luego el algo más ajetreado centro de la ciudad. Anuncios brillantes fuera de bares, restoranes y discoteques.

El hotel era, como había dicho Dimitri, nada especial. Pintado de blanco por fuera y con 16 pisos, daba la impresión de ser más bien un edificio de departamentos de la clase hogareña.

El recepcionista nos dio las llaves de nuestras habitaciones pero no hubo nadie que guiara nuestro camino hacia ellas. Nosotros mismos llevamos nuestras maletas hasta los cuartos y nos dividimos en parejas para ocuparlos. Mía se iba a quedar con nosotros, por lo que aceptó compartir habitación con Sydney, quien sólo se encogió de hombros ante el anuncio. Los chicos no tuvieron inconvenientes. Adrian se quedaría con Christian, Dimitri con Eddie, Mikhail con Alexander, Nikolay con otro de los Dhampirs del grupo de guardias… y el reto se dividió también por afinidad.

Nos arreglamos para salir, regresando a nuestros disfraces. Sydney con una peluca de cabello anaranjado (lo que no la hizo feliz), Lissa de un negro azabache con hermosos rizos, Mia de un castaño largo y lacio, Jill de un rubio platinado que me hacia recordar a alguien y yo de un negro- violeta en corte similar al que Sydney había utilizado un día atrás.

Los chicos también intercambiaron sus colores de cabello, excepto Dimitri, quien optó por ocultarlo bajo un elegante sombrero vintage. De hecho todo su atuendo era de ese estilo. Camisa blanca con un chaleco y jeans negros. Era tan extraño verlo sin su abrigo largo de cuero… pero lo que llevaba puesto le quedaba… muy bien. Excelentemente bien. Los demás varones del grupo no se quedaban atrás. Todos con ropas fuera de lo que comúnmente usarían, pero que les sentaba a la perfección. Adrian llevaba una camiseta estampada con unos pantalones negros que iban ajustándose hacia los tobillos y una chaqueta de cuero de corte italiano. Todos parecían salidos de una revista de moda de la última temporada.

-¿Todos listos?- pregunté cuando nos reunimos en el pasillo donde se encontraban casi todas nuestras habitaciones.

- Si- fue la respuesta general.

- Nikolay, ¿Pudiste comunicarte con tu contacto?- le pregunté. Esto era lo más importante de la noche por hacer. Reunirnos con ese hombre.

- Si. Quedamos de encontrarnos en el Bar Prusol dentro de un rato.

- Bien- le di una sonrisa amable y luego me dirigí hacia el resto-  Necesito que recuerden que vamos juntos y que no debemos separarnos a menos que ocurra algún inconveniente, ¿de acuerdo?- esta pregunta iba especialmente dirigida a los Morois del grupo.

Ellos asintieron en acuerdo.

- Vamos entonces.

En vehículos separados, y alejados del resto de los Dhampirs guardias, llegamos hasta el Bar Prusol. Tenía las ventanas enrejadas con fierro forjado en complicadas figuras y podía verse a través de ellas que era un local concurrido.

Entramos sin prisa, conversando unos con otros como si estuviésemos comentando cualquier cosa de la vida. Adrian me llevaba tomada de la mano y platicaba acerca de lo bien que me sentaba el cabello corto y negro.

- Gracias- le dije con una media sonrisa- Y a mí me agrada ver que puedes vestirte con algo más desaliñado.

- Puede que sea más desaliñado, pero no deja de tener estilo- dijo con su propia sonrisa marca Adrian.

- Punto concedido.

Llegamos hasta un grupo de mesas y nos sentamos allí, tratando de mantener la posición de al menos dos Dhampirs para dos Morois. Adrian y yo quedamos junto a Eddie y Mía.

Estábamos platicando, pues Nikolay no daba aún la señal de haber encontrado entre la clientela a su contacto, cuando una canción, que la pequeña banda que tocaba en vivo desde un costado del local, llamó la atención de Mia.

- ¡Adoro esa canción!- dijo ella casi eufórica- Me recuerda a mis padres cuando era pequeña. ¡Tengo que bailarla!- Mia se puso de pie como si le hubiesen puesto un chinche en el asiento y tomó del brazo a Eddie, levantándolo de la silla- ¡Vamos!, ¡Tienes que bailar aunque sea esta canción conmigo!

Eddie nos miró a Adrian a mí, desesperado y suplicante, buscando ayuda.

Adrian sonrió con malicia y dijo:

- Vamos, dhampir, no hagas esperar a la dama.

Como mi radar no anunciaba peligro, no vi inconveniente algunoen que ellos bailaran un poco, por lo que no moví ni un pelo por salvar a Eddie de la situación. Además pensaba que, al final de cuentas, esto era más bien una pequeña ayuda.

- ¿Quieres bailar?- me preguntó Adrian, girándose en su asiento para tender una mano hacia mí.

Miré a mi alrededor y di con Mikhail. Le hice señas, para que vigilara por mi también, y una vez que él afirmó con la cabeza, tomé la mano de Adrian y nos unimos a Mía y Eddie en la pequeña pista. Lissa y Christian se nos sumaron al poco tiempo.

Adrian puso una mano en mi cintura, atrayéndome hacia él y su otra mano guió a la mía para que la apoyara sobre su hombro y luego sostener mi mano derecha en la suya libre.

El ritmo de la canción era pausado, nuestras cabezas estaban apoyadas la una en la otra. Podía oír lo que Adrian me susurraba en ese momento.

- Me gusta esto. Este momento es como una pausa dentro de todo lo loco y agitado que hemos estado viviendo. Es… como si sólo estuviéramos nosotros dos en cualquier lugar del mundo.

-A mí también me gusta- estuve de acurdo, permitiéndome cerrar los ojos por un momento- Y, en todo caso, estamos en cualquier lugar del mundo.

- Cierto- me dio un ligero beso en el cuello y siguió meciéndonos en la pista.

Cuando abrí los ojos me encontré con al menos dos miradas agudas observándome con detenimiento. Una era de Dimitri, desde su puesto, concentrado, pero no podía descifrar que clase de mirada era la suya. La otra era de Nikolay, quien al ver que le observaba paso de su cara seria y meditabunda a una sonrisa. Se puso a hacer ligeros gestos con la mano, llamándome. Eso significaba que su contacto había llegado al fin.

Le comuniqué a Adrian y al resto de los que bailábamos que debíamos regresar a nuestras mesas. Cuando estuvimos nuevamente sentados pude ver como Nikolay se nos acercaba junto a un hombre de barba, vestido con un pantalón de tela y un suéter sobre una camisa y corbata. Tenía toda la apariencia de ser un antiguo profesor universitario, pero los oscuros lentes de sol que llevaba no calzaban con el resto de su atuendo.

Cuando el hombre- contacto de Nikolay tomó asiento delante de mí, agachó la mirada primeramente y luego con lentitud se quitó las gagas. Al levantar la mirada otra vez, tuve el impulso de pasar sobre la mesa y agarrar al muy maldito por el cuello.

De las mesas continuas se acercaron Dimitri y Eddie, mientras Mikhail permanecía con los Morois, todos con la mirada fija en el hombre que tenía frente a mí.

- ¿¡Qué significa esto!?- exigí en un tono bajo y peligroso de voz, mirando de Nikolay, que se encontraba de pie trás de la silla de nuestro “invitado sorpresa”, a este ultimo.

- Mi querida Rose- dijo Victor, sonriendo con paciencia- Esperaba un poco más de amabilidad en nuestro reencuentro. Algo de cortesía no sería mal recibida.

- Vete a la…- respiré hondo y luego dije:- ¿Qué significa esto?- miré a Nikolay esta vez- ¿Tú sabías quien era él?

Por primera vez desde que nos conocíamos vi a Nikolay parecer avergonzado.

- Lo siento. Trabajo para el señor Dashkov desde antes de aceptar el trabajo con el señor Mazur- a pesar de su evidente malestar, me miró directamente a los ojos.- Rose, de verdad lo siento…- comenzó a disculparse.

Dimitri apretaba los puños detrás de mí. Yo misma tenía que contenerme para no caerle a golpes en ese mismo instante. “¿Cómo pudo engañarnos de este modo todo el tiempo?”, pensé.

- No intentes excusarte, no vale la pena. Un traidor es un traidor- le dije, devolviéndole la mirada más fría e indiferente que pude encontrar dentro de mí. Luego presté atención a Victor- ¿Qué es lo que pretendes con esto?, ¿a qué le enviaste con nosotros?- la última pregunta fue acompañada de un gesto con la barbilla, despectivo, señalando a Nikolay.

- Lo envié para mantenerte vigilada, por supuesto. Bueno, mantenerlos vigilados a todos, claro. Nikolay es estupendo, ¿no crees? Los mantuvo ignorantes hasta el último minuto. Un verdadero maestro de la caracterización.- Victor conservaba una sonrisa amable y triunfal al mismo tiempo. La furia en mi interior iba hirviendo con rapidez.

- ¿Qué es lo que quieres?- preguntó Lissa, quien se había acercado hasta nuestra mesa.

- Mi querida Vasilisa, ese color de cabello te sienta muy bien. Resalta aún más tus hermosos ojos- dijo Victor-. Por favor, toma asiento. De hecho, una pequeña sugerencia, si no quieren que llamemos más la atención, creo que sería conveniente unir algunas mesas y que nos sentemos todos. La gente esta comenzado a preguntarse a que se debe tanto alboroto por aquí- El Moroi dio una mirada significativa hacia su espalda, donde algunas personas nos observaban con interés.

Mikhail acercó la mesa continua y nos sentamos todos tratando de mantener distancia de Victor y Nikolay, a excepción de Mikhail, Dimitri y Nikolay que continuaron de pie.

- Por favor, no tengan miedo- dijo Victor- No estoy aquí para atacarlos. No a menos que ustedes ataquen primero. ¿Saben?, también cuento con un muy buen grupo de Dhampirs a mi servicio que se encuentran dispersos alrededor del local, al igual que los tuyos- me dijo.

- Genial. Ahora podremos organizar un partido de futbol una vez que todo esto se aclare- dije sarcásticamente. Luego, poniéndome seria, le pregunté- ¿Por qué no nos dices de una vez por todas que es lo que quieres?

Victor se inclinó hacia mí, con las manos juntas sobre la mesa.

- Lo que quiero- habló con pausa- es algo que he estado buscando y que ustedes tienen.

- ¿Te refieres al hermano de Lissa?- preguntó Christian a los pocos segundos

- Exactamente, joven Ozera, exactamente- dijo Victor dándole una mirada y regresando a su posición original.

- Al parecer has estado invirtiendo mal en el sueldo de Nikolay- le dijo Adrian a Victor- porque tu Dhampir no ha hecho un buen trabajo. Nosotros no tenemos al hermano de Lissa.

- Oh, claro que lo tienen. Lo estoy viendo en este preciso momento.

Nos miramos los unos a los otros.

- No- Dijo Eddie- Es imposible. Ninguno de nosotros es el hermano de Lissa.

- Bueno, tal vez hay un error de género. Yo estoy hablando de una niña- Victor se miraba los dedos con desinterés. Miró hacia arriba y dirigió su mirada hacia donde estaba Jill- Tú eres Jillian Mastrano, ¿no es así?

- Si- contestó con recelo Jill.

- ¿Y tu madre es Emily Mastrano?- volvió a preguntar con un tono casi dulce y preocupado.

- ¿Por qué estas preguntando por ella?- la voz de Jill dejaba notar su preocupación.

- Sólo para confirma algo. No te preocupes por ella, pequeña. Ahora, dime si ella es o no tu madre.

-Sí, ella es mi madre.

- Esta es la hermana de Vasilisa- sentenció Victor al escuchar la respuesta de Jill. Sus ojos brillaban con interés y felicidad.

- Realmente estás loco- le dije- ¿De dónde has sacado que Jill es la hermana de Lissa? Eso es imposible.

- ¿Estas tan segura de ello?- me preguntó Victor- Porque sé de algo que podría darte una muy buena muestra de que lo que digo es verdad.- Volvió nuevamente la mirada hacia Jill y le dijo:- ¿Qué tal si te sacas las lentillas?

- ¿Cómo sabes que uso lentillas?- preguntó Jill.

- ¿Usas lentillas?- le preguntó Christian a la muchacha.

- Si. Las he usado casi toda mi vida. No tiene importancia.

- Si la tiene- dijo Victor- Resulta que en ocasiones las lentillas distorsionan el color de los ojos de los Moroi. En tu caso, ciertamente lo hace. ¿Podrías, por favor, quitarte una para nosotros?

Jill nos miró para pedir nuestra aprobación. Asentimos con la cabeza y la muchacha procedió a sacarse la lentilla del ojo izquierdo, dejando ver un ojo color verde jade idéntico al de Lissa. Idéntico al color característico de las familias Dragomir y Dashkov.

- Dios mio…- dijo Lissa, llevándose las manos a la boca. Christian le pasó un brazo por lo hombros y la miraba con preocupación.

Yo podía sentir toda la conmoción interior que Lissa sentía en esos momentos. Estaba completamente embargada con dolor, alegría, alivio y culpa.
Dolor, por la confirmación patente del engaño de su padre. Alegría de ver que tenía una hermana y que ya no era la única Dragomir en el mundo… esto le llevaba al alivio, el alivio de no tener que ser la única responsable de mantener viva a la línea familiar real. Y culpa… culpa por la manera en que se había comportado anteriormente con la pequeña Jill. Por los celos y las pesadeces que le había hecho pasar. Había muchos otros sentimientos, pero estos eran los que más predominaban.

- Se preguntaran como es que me enteré de esta reveladora noticia- dijo Victor, observando nuestras reacciones con evidente entretención- Verán. La documentación en la sede Alquimista fue de mucha ayuda. Esa gente es casi obsesivamente ordenada, debo agregar- le dio una mirada sonriente a Sydney- Un gran cualidad, de todos modos. En fin, la información nos dio las fechas, direcciones y nombres de los destinatarios de esas sumas de dinero que Eric administraba y enviaba… lo que al final nos llevó al único nombre de Emily Mastrano, quien por esa época fue bailarina de varios de los casinos en las Vegas donde Eric pasaba tiempo con regularidad- volvió a sonreír con suficiencia- Luego, gracias a unas cuantas averiguaciones extras por medio de un amigo en común, me refiero al Cartero, pude llegar hasta algunos familiares de Emily quienes pudieron aportar con uno que otro detalle acerca de la vida de la joven en el parido de su embarazo y del misterioso hombre con el que se reunía de vez en cuando. Ninguno pudo confirmar quien era el padre de Jillian, pero sabían que se trataba al menos de alguien importante por el secretismo con el que Emily manejaba todo. Y por último, esta lo de los propios registros médicos de la pequeña Jill, otro gran trabajo de la gente del Cartero, quienes me consiguieron la información donde se señalan cosas tan triviales como el peso de la recién nacida, su tamaño, el color de cabello y, por supuesto, el hermoso verde jade de sus ojos.

Dimitri, Eddie y Mikhail se pusieron muy cerca de Jill.

- Jajajaja- rió Victor- Eso no va evitar que me la lleve conmigo cuando esta reunión finalice.

- Ya veremos si tienes razón- me puse de pie, dispuesta a golpear a Victor.

El Moroi miró a Nikolay y este se llevó una mano al oído. Pronunció unas cuantas palabras y acto seguido una horda de Dhampirs, que no pertenecían a nuestro grupo, ingresó al local como verdaderos escuadrones de batalla.

Lo bueno: Eran todos Dhampirs y no había presencia alguna de Strigoi.
Lo malo: Nos superaban en números. Por lo menos en una razón de 3-1

Las peleas iniciaron. Aquí no había uso para las estacas por lo que las patas y puños eran la orden del día.

Golpeé a cuantos Dhampirs se me cruzaron por delante. Puñetazos directos a la cara, patadas a los costados. Cualquier punto vulnerable era bueno para atacar.

El resto hacía lo mismo.

Lissa y Adrian intentaban utilizar la coacción, pero como todos estábamos inmersos en la pelea, no había nadie que les prestara la suficiente atención como para obedecer sus órdenes. Alexander se mantenía detrás junto a Sydney, sin saber qué hacer.

Christian y Mia utilizaban sus poderes, aunque se contenían bastante. Me imaginaba que se debía al hecho de que estas personas no eran vampiros-no muertos, sino que Dhampirs.

Cruzamos una mirada con Dimitri. Él se había dado cuenta de los mismo, pero fui yo quien pregunto en un grito sobre el ruido de madera astillándose y golpes de carne sobre carne

- ¿Dónde está Jill?

Ambos intentamos liberarnos de los Dhampirs de nuestro alrededor y miramos hacia donde habíamos estado sentados.

No había ni seña de Victor. Tampoco de Jill.

Corrí hasta la puerta de entrada del bar y alcancé a ver como un sedan blanco giraba con brusquedad, haciendo un chirriante sonido de ruedas sobre el pavimento, en la esquina de la cuadra.

- Mierda- dije. El miedo calándose por mi columna vertebral. Dimitri llegó a mi lado.

- Buena elección de palabra- dijo él, mirando hacia la misma dirección.

Ahora estábamos en grabes problemas. Y yo no quería ser quien le informara a la señora Mastrano que su hija había sido secuestrada por el prófugo Victor Dashkov.

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