sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 16, 17, 18, 19 y 20

Capitulo 16


Esa noche luego de que todos se marcharan nos fuimos a mi cuarto.

Esperaba que Adrian, después de todos los intentos fallidos hasta el momento, desde que llegáramos a la cabaña, hubiera intentado llevar las cosas “un poco más allá” de los besos que nos estuvimos dando por un tiempo… pero no lo hizo.

Se marchó por unos minutos a su cuarto y regresó con el pijama puesto. Yo también me había cambiado y ya me encontraba tapada hasta el cuello con las mantas.

Él se fue hacia el otro lado de la cama, se subió, se cubrió con las frazadas y luego se acurrucó junto a mí. Pasó sus brazos alrededor de mi cintura y se mantuvo así mientras hablábamos de tonterías y reíamos. Finalmente se quedo dormido tal cual y al poco rato yo también lo hice… claro que antes de poder conciliar el bendito sueño tuve otro debate filosófico y reflexivo acerca de mi vida, el viaje y mi situación amorosa.


Podría decirse que mis sueños fueron muy agradables… y más agradable fue la forma en la que desperté. Sentí una suave presión y una caricia en la piel detrás de la oreja. Adrian me besaba justó allí.

Me costó un poco reaccionar y adjudicar el toque en mi piel a quién lo hacía, porque había estado soñando algo similar… aunque la persona que se encontraba pegada a mi espalda en el sueño no era la misma.

Recobrando ánimos, vaciando mi mente del sueño y recapturando los pensamientos de las cosas que había vivido con Adrian, me giré en sus brazos para quedar de frente a él.

- Buenos días- dejé que mi voz sonara adormiladamente sexi.

- Buenos días para ti, mi pequeña Dhampir- Adrian se acercó otra vez y me besó en el cuello.

- Realmente sabes cómo despertar a una chica.

-¿Si?- La palabra salió amortiguada porque sus labios se encontraban en mi garganta.

- Ajá- El sueño ya se había ido a la deriva y ahora tenía otras cosas en mente.

La mano de Adrian paseaba por mi cintura en movimientos sutiles que exploraban sobre mi pijama.

- Me alegra… que te gusté… esta manera… lo de preparar desayunos nunca se me ha dado… muy bien.- La frase salió entrecortada porque  Adrian alternaba entre besos y acariciar mi cuello con su nariz.

- Quien necesita comer…- Yo en ese momento no estaba pensando en comida. Ni por asomo- Además… tú nunca has cocinado.

- Cierto- Su boca estaba en la comisura de mis labios- Y no creo que lo haga nunca  -Sus labios pasearon por mi mejilla hasta mi oreja- Pero por ti, Rose -Su mano se estaba moviendo ahora para ponerse por debajo de la camiseta de mi pijama-… siempre haría una excepción-. Sus dedos eran tibios y suaves contra mi piel. Subieron con calma hasta mis costillas y luego por el costado hasta el omoplato, para descender lentamente por la columna hasta la parte baja de mi espalda.

Como ya estaba un poco ansiosa porque aún no me besaba realmente, acomodé mis brazos y puse mis manos en su cabeza para captar su atención y hacer que me besara en serio.

Creo que eso era lo que estaba esperando porque se lanzó con todo. Sus manos me empujaron más hacia él y su beso no dejaba espacio para nada más.

Sentía que me faltaba el aire, pero de una manera maravillosa…

Todo Adrian era suave.

Su piel, sus manos, sus labios, su lengua…

No como otras manos, que habían sido más ásperas debido a las constantes luchas y ejercicios del trabajo… pero no por eso menos suaves en el modo de tocar…

¡Dios! ¡No podía dejar de mesclar las cosas!

“Vuelve a concentrarte aquí, Rose” me dije. “Hoy tienes la vía libre. No hay nadie más en la casa para que sientas culpabilidad, remordimientos o vergüenza”

No fue buena idea decirme eso. La frase sólo recalcaba que el día anterior si había habido gente por la cual me había sentido de ese modo. Lo que me llevaba de vuelta al mismo curso de ideas.

“Deja de pensar de una maldita vez”. Si. Si quería resultados debía ser dura conmigo misma. Ya estaba bien de remordimientos sin razón.

Focalicé toda mi atención a lo que estaba haciendo… y eso era bueno.

Adrian se estaba sacando su propia camiseta del pijama sin dejar de tocarme o besarme. Eso me dejaba otra vez muy claro lo hábil que era en esta materia. Para mi sorpresa, los celos brotaron ante el pensamiento de cómo había adquirido esa habilidad. Me sentí mejor con eso. Sentir celos podía ser positivo en mi situación. Un indicador.

Pasé mis manos por el pecho de Adrian. Más suavidad.

Los besos no paraban y nuestras respiraciones iban en un peligroso acenso.

Adrian aparto sus labios de los míos para mirarme. Sus ojos brillaban en un oscuro verde. Iba a decir algo… pero se decidió por la acción.

Estaba por levantar mi camiseta cuando el teléfono comenzó a dar sonoros timbrazos.

Los dos nos detuvimos, con nuestras pesadas respiraciones acompañando el ruido del teléfono. Adrian recobró el sentido y fue hacia mi camiseta para terminar su cometido… pero el teléfono no dejaba de sonar y ya me imaginaba de quien se trataba.

De mal humor, le di un beso a Adrian y me aparté para levantarme de la cama y alcanzar al inoportuno aparato.

- No contestes- dijo Adrian mientras su respiración comenzaba a tomar un ritmo normal.

- Tiene que ser Abe.

Y efectivamente era él. Llamaba para avisarme que dentro de media hora pasaría para recogerme y llevarme al hangar.

Adrian estaba sentado en la cama esperándome.

- Vuelve aquí, pequeña Dhampir. Aún tenemos cosas que arreglar.

- Lo siento, Ivashkov. El deber me reclama.

- No es justo.- Parecía que iba a hacer un puchero. Entrecerró los ojos y me miró- En estos momentos odio la tecnología. Maldito teléfono- mascullo.

- Deja de refunfuñar y mejor aprovecha de dormir unos minutos más mientras me arreglo.

- ¿De verdad crees que justo ahora quiero dormir?

- Emmm… Era una idea.

- Yo tengo otra- Se puso de pie y caminó hasta situarse frente a mí. Tomo un mechón de mi cabello y lo puso tras mi oreja, lo que me hizo recordar una situación similar del día anterior… con Dimitri. Luego tomo el borde de  mi camiseta y comenzó a trazar el dobladillo entre los dedos- ¿Qué tal si te ayudo a arreglarte? Podríamos partir por una ducha…

- Sí, claro- mis ojos rodaron.

- Es una idea genial. Piensa en el tiempo que ahorraremos si ocupamos la ducha los dos a la vez y el agua, también ahorraremos el preciado elemento. Los ecologistas estarían orgullosos de nosotros.

- Tienes una ducha en tu cuarto.

- No sirve.

- Voy a ver.

- La puerta del baño se atascó.

- Puedo sacarla.

- Eso requiere más tiempo del que demoraríamos los dos bajo el agua.

- Soy una guardiana, puedo derribarla sin problema.

- Abe se molestará si estropeas su mobiliario.

- Le diré que fue una emergencia.

- Es una puerta muy bonita. Sería una lástima estropearla.

- Si, pero él puede costear otra nueva y mejor.

- Eres una mujer cruel.

- Lo sé.

Sonreí y lo besé suavemente en los labios.

-Deja de buscar escusas. Es mejor que me bañe yo sola, sino podríamos pasar demasiado tiempo en el baño y no alcanzaría a estar lista antes de que Abe aparezca por la puerta. Sin contar a los ecologistas. 

Adrian suspiro.

- Recuerda bien el momento en que quedamos antes de que el teléfono sonara –le dije-. Cuando regrese del viaje comenzaremos desde allí, ¿si?

Los ojos de Adrian volvieron a brillar de ese modo oscuro y cautivador. Una sonrisa perversa apareció en sus labios.

- No te preocupes por eso. Voy a recordar cada detalle.

- Bien.- Le di otro beso y me apresure hacia el baño- Te veo luego.




Tras una rápida ducha y ropas nuevas, salí del baño para encontrar la habitación vacía.

Caminé hacia el cuarto de Adrian. La puerta estaba abierta así que simplemente entre. En ese preciso momento él salía del baño… sin nada más que su humanidad.

Me giré a una velocidad impresionante, quedando de frente a la puerta de entrada.

- ¿Qué pasa, mi pequeña Dhampir?, no es como si fuese la primera vez que me ves desnudo.- Su voz parecía entremezclar risa y curiosidad.

Tenía razón. No era la primera vez que lo veía como Dios lo había traído al mundo pero, por absurdo que fuera, en esta ocasión me parecía que no era correcto encontrarlo de ese modo. Era como negarle privacidad… o algo así. Yo no me considero una mojigata, ni nada por el estilo, pero no sentía que fuera correcto verlo en esas condiciones en ese momento.
Escuché ropa deslizándose y me giré nuevamente hacia él con lentitud, esperando que ya se hubiese puesto algo encima.

Cuando quedamos frente a frente el ya tenía puesto unos calzoncillos negros de seda y estaba sentado en la cama poniéndose un calcetín.

Me miró como si estuviese buscando algo en mi rostro, con los ojos ligeramente entrecerrados, pero no hizo ningún comentario más respecto a mi ataque de castidad y pureza.

- Voy a ir a preparar el desayuno, ¿quieres algo en especial?, pero no te pongas muy exigente, ya sabes que no sé mucho de cocina, sólo lo suficiente para no morir de hambre.

- ¿Qué quieres comer tú?- me preguntó.

- Pensaba en tostadas y huevos revueltos. Jugo y café.

- Eso se oye perfecto.

- Salen dos órdenes entonces.

Me fui a la cocina y lo dejé para que terminara de vestirse. Ya tenía casi todo listo cuando llegó. Me ayudo con unas cuantas cosas y luego nos sentamos a comer.

- Aún puedes arrepentirte…-dijo mientras le daba un mordisco a su tostada.

- ¿Arrepentirme sobre qué?

- Sobre ir, o sobre no dejarme acompañarte.

- No volvamos a eso otra vez. Voy a ir con Sydney, y punto. No hay más tema de conversación en relación a este tema.

- Sólo hacía la prueba, por si tu corazón se ablandaba un poco.

Me estaba mirando con fingidos ojos de cachorro, con las manos afirmando su mentón y la cabeza ligeramente inclinada hacia un costado, como en esas fotografías de niños pequeños con caras de inocencia.

- Manipulador. Eso no funciona conmigo.

- No perdía nada con intentarlo- Retomo su postura normal y sonrío al estilo Adrian.

- Buenos días- La voz venía de la puerta de la cocina. Adrian dio un brinco en su puesto y yo lleve mi mano hacia el costado buscando una estaca que en realidad no tenía. De todos modos no importaba porque sólo era Abe.

- Podrías haber tocado la puerta, aunque fuese por cortesía para anunciarte- le espeté.

Abe dio tres golpes suaves y seguidos sobre la madera de uno de los muebles de la cocina.

- ¿Conforme?- dijo.- Es mi casa. No se me ocurrió tocar la puerta. Lamento si los he asustado.

- ¿Asustado?- Adrian se arreglaba los puños de su camisa- Ni por un momento.

- Claro, como si no hubiese visto el salto que diste. Revisa tus pantalones, no sea que tengas que cambiártelos- Abe lo miraba con una sonrisita burlona en los labios.

- Muy gracioso, señor Mazur- respondió Adrian.

- ¿Ya estas lista?- me preguntó Abe.

- Voy por mi ropa y ya.

- Te espero afuera. No de mores.

Adrian me acompañó a mi cuarto y me siguió hasta la parte frontal cuando tuve todo listo.

Sin decir palabra me abrazó con fuerza y escondió la cara en mi cuello. Después de algunos segundos habló:

- Prométeme que serás cuidadosa y que no correrás riesgos innecesarios metiéndote en los sitios donde no debes estar.

- Lo prometo- dije, agarrándome de él también con fuerza.

- Prométeme que regresaras de una pieza, sana y salva.

- Lo prometo.

- Y… prométeme que regresaras junto a mí.

- Lo prometo.

Adrian se apartó un poco y tomo mis mejillas entre sus manos para darme un casto beso en los labios.

- Te estaré esperando, y pensaré en ti cada segundo que estés lejos de mí.

Me acerqué de nuevo a él y le di otro beso. Me abrazó otra vez y susurró en mi oído.

- Te amo. Sólo quiero que lo sepas.

Tuve que tragar antes de poder decir algo.

- Voy a volver. Y pensaré en ti también todo el tiempo- le susurré.

- Rose, es hora de irnos.- Abe estaba con la puerta trasera abierta del Mercedes negro de ventanas tintadas en el que nos íbamos.

- Si- Me alejé de Adrian y puse un par de pasos de distancia, pero él no soltó mi mano- Nos vemos en unos días.- Le di un apretón y él me dejó ir.

- Nos vemos- respondió.

Abe y Adrian se despidieron con un gesto de cabeza.

- Ya sabes a donde llamar por cualquier cosa. Lissa y Christian te visitaran mañana. Un alimentador llegará en un par de horas.- dijo Abe antes de subir al coche y que éste comenzara a andar.

Lentamente el vehículo se alejó de la cabaña y pude ver como Adrian nos observaba desde la puerta de entrada de la pequeña casa.



Cuarenta minutos más tarde nos encontrábamos entrando en un despejado hangar cubierto en un extremo. El auto se detuvo muy cerca de una de las avionetas que allí había.  Todas se veían como nuevas. Con una mirada rápida pude alcanzar a contar unas 4.

- ¿Son tuyas?- dije mirando por la ventanilla.

- Si- dijo Abe, mientras se acomodaba su colorida pañoleta.

Nos bajamos para encontrarnos a Sydney.

Iba vestida con un atuendo formal y tenía a sus pies una pequeña maleta negra con ruedas.

- ¿Todo en orden?- pregunto Abe a uno de sus empleados que esperaba junto a la avioneta.

- Sí, señor. Todo está dispuesto para despegar en cuanto dé la orden.

- Bien.

Me puse junto a Sydney porque me pareció que era el momento de recibir el sermón del jefe.

- Ustedes van a dos cosas específicas, a nada más. Encuentran lo que buscan y se regresa de inmediato. Deben reportarse con una llamada telefónica cada 6 horas.

- De acuerdo- dijimos ambas al mismo tiempo.

- Voy a tener gente vigilándolas desde distancias prudentes, más el grupo de guardias que se reunirá contigo cuando estés allí. Son Dhampirs de confianza y deberían servirte bien.- dijo mirándome.

- No te preocupes tanto. Parece que fueras a sufrir un paro cardiaco o algo. Estas muy tenso y esa vena en tu sien palpita demasiado rápido- le dije.

- No es el momento para bromas, Rose. Esto es serio. Te vas hoy y regresas dentro de cinco días como máximo. Me da igual si para ese plazo no han conseguido nada. Las quiero de regreso.

- Eso es discutible…- comencé a decir.

-¡No! Es una orden. Cinco días. No hay más.

- Bueno, bueno…

- Ahora suban.- dijo cortantemente.

Sydney se giró y comenzó a caminar hacia la avioneta. Yo estaba por hacer lo mismo cuando sentí una mano alrededor de mi muñeca.

Abe tiró de mí y me abrazó.

- Llevas el talismán que te dio tu madre.

La cadena con el talismán en forma de ojo colgaba de mi cuello debajo de mi camiseta. Era una de las pocas cosas que había conservado después de todo lo de la acusación.

- ¿Cómo sabías que mamá me lo dio?

- Ella me lo dijo. Lo importante es que lo tienes… y en este viaje vas a necesitar de su protección.- Abe me soltó y se apartó un poco- Cuídate, lo digo en serio.

- ¿Por qué todos insisten con lo de “cuídate” una y otra vez? No tengo tendencias suicidas. Claro que voy a cuidarme.

- Lo digo porque me preocupo por ti y no quiero que nada malo te suceda.

Otra vez tuve que tragar antes de hablar.

- Entonces, cuídate tú también.

Me di la vuelta, camine hasta la avioneta y me subí sin mirar atrás.



Capitulo 17

- ¿Qué estás leyendo?- después de haber pasado 2 horas sin dirigirnos la palabra ya me encontraba demasiado aburrida como para seguir en ese estado de mutismo absoluto. En todo ese tiempo había estado observando a mis alrededores, pero sobre todo había estado mirando la negra cubierta del libro que Sydeny tenía entre las manos, y del cual no había levantado la vista en todo el trayecto que llevábamos hecho.

Sin sacar los ojos de la página en la que estaba, Sydney dijo:

- Es un texto acerca de la historia de la comunidad alquimista.- su tono de voz fue más bien como “es un texto demasiado elevado como para que lo comprendas”

- Ah- No tenía nada más que decir al respecto. Suponía que mantenerse informada acerca de su propia cultura era algo valorable, así que la deje tranquila para que siguiera en lo suyo.

Media hora después Sydney tomó un marcador que tenía sobre el regazo, lo puso entre las hojas y cerró el libro. Lo guardo en el bolso de mano que tenía a sus pies y después se giró ligeramente hacia mí.

- ¿Y bien?- dijo.

- ¿Y bien, qué?- contesté.

- No es que sea realmente de mi interés… pero la verdad es que tienes estampada en la frente la palabra “confusión” con letras rojas y en imprenta.

- No sé de que hablas- miré hacia el frente, por si eso evitaba tener que contestar a sus preguntas.

- No soy Lissa, ni tampoco la amiga intima a la que le cuentas cada uno de tus penosos tormentos pero, está más que claro que necesitas hablar de algo que te tiene mal y por el momento soy la única persona que tienes a mano. Creo que puedo ayudar en algo. No quiero tener a mi lado a una guardiana que tenga la mitad de la mente puesta en otras cosas que no sean salvar mi trasero y el suyo propio.

No pude evitar levantar las cejas y abrir los ojos. Sydney y “trasero” no eran palabras compatibles. La chica tenía toda la imagen de profesora mandona amante del  buen léxico.

- Mira, gracias por la intención, pero no te veo haciendo las veces de terapeuta.- Lo dije sin mirarla directamente. Puse mis ojos en el cielo que se extendía desde la pequeña ventana de la avioneta.

- Esto es por las dos. Si hablas acerca de lo que te esta molestado podrás trabajar mejor, y si trabajas mejor yo voy a estar más tranquila. Así que tómalo como un acto meramente egoísta.

- No sé si quiero hablar realmente de esto. Ni yo misma puedo ordenar todo el asunto.

- Habla.

Nos quedamos en silencio por algún tiempo. Ella no se movió de la posición que había adoptado, ni yo tampoco.

Soltando un cansado suspiro, dije:

- Se trata de Dimitri y Adrian.- Aunque estaba completamente avergonzada, las palabras salieron de mi boca en un murmullo. Me sentía un poco estúpida por estar hablando de problemas de amor en vez de estar más preocupada por cosas como los conflictos a los que nos estábamos acercando con cada milla avanzada.

- Ok. Tu novio y tu ex -novio. Puedo manejarlo. Ya he tenido que vivir algo parecido contigo… esa vez, ya sabes. Cuando nos conocimos en Siberia.

- Lo sé.

- Entonces, ¿Qué pasa con ellos?

- Ese es el problema. No sé qué pasa con ellos. Bueno… con Adrian sé lo que pasa. Él se ha vuelto tan dulce, extrañamente dulce, pero para bien. Cuando lo conocí era un arrogante hijo de papá, insistente a más no poder…y ahora es el novio ideal. Preocupado siempre por mí, perdonando mis faltas, reconfortándome, siendo paciente en todo…

- Lo dices como si fuese algo malo. Si es así… eres más rara de lo que había pensado en un principio. Que mujer no podría quejarse por esas cosas.- Sydney me miraba como si estuviera indignada por mis palabras.

Me aclaré un poco la garganta y continué.

- ¡Claro que no es nada malo! Lo que pasa es que al ser tan bueno conmigo hace que termine sintiéndome peor cada vez que algo pasa con Dimitri. Me siento como si siempre estuviese engañando a alguien y el problema termina siendo que no puedo identificar a quien. Se supone que no debería tener problemas en eso. Se supone que estoy con Adrian y que es a él quien le debo mi lealtad en este sentido. ¡No me mires así!- dije, apresuradamente porque Sydney estaba abriendo los ojos como si yo hubiese confesado haberle sido infiel a Adrian- No he hecho nada que traicione mi relación con él. Puedo decirte que lo amo, de verdad lo hago… pero, aunque mi orgullo sufra, si Dimitri se me acercara un día pidiéndome que regresara a su lado, no estoy segura de que pudiese decirle que no.

- ¿Y qué hay de Dimitri?

- Cuando volvió a ser un Dhampir creí que era el momento para que estuviéramos juntos al fin. Pensé que nuestro “y vivieron felices para siempre” había llegado. Obviamente estaba equivocada. Dimitri no puede deshacerse de culpas que no son netamente propias. Insiste en buscar el perdón de sus actos mediante el autosacrificio, dedicando su vida a servir  como defensor de nuestra gente. Ha ofrecido su vida a Lissa como una “pequeña retribución” ante la devolución de su alma. Él ha dicho que el amor que alguna vez sintió por mi se ha agotado.

- ¿Le crees?

- Hay días en que si y otros en los que no estoy segura. Su boca se mueve y escupe palabras que niegan lo que en ocasiones sus ojos parecen querer decir.- Otro cansado suspiro escapo de mis labios- De todos modos lo que yo crea no importa. Aunque estuviera segura de que él miente, no puedo hacer nada más. Su resolución es demasiado fuerte. Es su decisión querer permanecer alejado de mi y tengo que aceptarlo, me guste o no.

- Eso no suena como a Rose Hathaway.- Sydney elevó una ceja e inclinó ligeramente la cabeza. Era toda una psicoanalista.

Recosté mi cabeza en el respaldo y me quedé mirando el techo.

- Estoy cansada. Estos últimos días han sido como una constante batalla emocional en la que termino siempre perdiendo. Cada vez que parece haber una salida para todo este embrollo, resulta terminar en nada, o peor aún, terminó con el corazón hecho más añicos, sintiéndome culpable por desear algo que esta fuera de mi alcance mientras un Moroi dulce y sexi se desvive por mí.

>> Me hace sentir como si no tuviera el control de lo que pasa a mi alrededor, como si no pudiera ser yo misma… Odio no tener el control, tener que dejarme llevar y resignarme. Pero luego pienso que es mejor de este modo. Que debo cumplir con mi palabra y no insistir con Dimitri. Que debo permanecer con Adrian, que finalmente, no es ningún sacrificio. Estar con él es lo más fácil que hecho en mi vida. Más fácil de lo que pensé que podría llegar a ser… Pero no puedo dejar de pensar, pensar. Siempre estoy pensado…

Nos quedamos en silencio. Lo único que se escuchaba era el ruido de los motores y voces amortiguadas provenientes de los Dhampir que se encontraban en los controles de la avioneta.

- ¿Te sientes mejor?- me preguntó más tarde Sydney.

Me tome un momento para evaluarme. Finalmente reconocí algo de alivio. Hablar si servía, al parecer.

- Creo que si- contesté.

- Bien.

- Si. Bien.




En el resto del viaje no hubo mucha más platica, pero intercambiamos una que otra opinión de vez en cuando.

Cuando aterrizamos nos encontramos con la oscuridad de la noche recibiéndonos. Eso, y un grupo de sombras que se encontraban a una corta distancia.  Sydney y yo bajamos de la avioneta, mientras los Dhampirs que venían con nosotras terminaban de arreglar algunas cosas y buscaban nuestras maletas.

Una de las sombras comenzó a acercársenos con lentitud, hasta quedar a sólo unos cuantos pasos de distancia de nosotras.

Por unos cuantos segundos creí tener una ilusión óptica, porque me parecía que la persona que estaba parada frente a mi no podía ser.

Pestañé rápidamente varias veces, esperando que mi visión se aclarara y pudiera centrarme en un rostro real, pero nada ocurrió. La misma cara seguía ahí. Los mismos ojos devolviéndome la mirada y una sonrisa que pocas veces había vislumbrado se burlaba de mí.

- ¿Pareces muy impresionada de verme?- dijo la sombra.

- ¿Lo conoces?- me preguntó en un tono más bajo Sydeney, mientras su mirada escudriñaba el cuerpo del Dhampir que teníamos a dos metros de distancia.

- Si- dije-, lo conozco. ¿Qué… qué demonios estás haciendo aquí? ¿Cómo llegaste?

La sombra dio dos pasos más en nuestra dirección. La sonrisa se había esfumado y una mirada rotunda y determinada estaba fija en su rostro.

- Estoy aquí siguiendo tus pasos, Rose Hathaway.

Sydeney nos miraba de uno al otro.

- ¿Qué estás haciendo aquí?- repetí. Sacudí la cabeza un poco, con la esperanza de aclarar las ideas y luego dije:- No sé cómo has llegado hasta aquí, pero tienes que regresar ahora mismo. La corte va a revocarte tu titulo de guardián de forma permanente si no regresas a donde perteneces.

- Estoy donde pertenezco- dijo él- No estoy más ya bajo las ordenes de la Corte Real. Trabajo para el señor Mazur ahora.

- ¿Trabajando para Abe?- pregunté.

- Si. Estoy trabajando para él oficialmente, aunque… extraoficialmente he venido para terminar con algo que desde hace años he debido cargar.- sus ojos brillaban mucho bajo la poca luz que nos alcanzaba desde algunos faros lejanos- Y tú eres la principal razón de ello. Gracias a ti podré terminar con mi más grande misión, podré salvarla.- A pesar que su tono de voz era sereno, de trasfondo había una gran y potente emoción contenida.

Trague… varias veces.

Desde todo lo acontecido con Dimitri y su regreso nosotros dos no habíamos podido hablar demasiado. Había alcanzado vislumbrar ese mismo brillo en sus ojos el día en que me preguntó si Dimitri era realmente un Dhampir otra vez.

>> Nosotros dos habíamos sido durante un tipo las únicas personas que se comprendían con extrema exactitud y claridad, porque ambos estábamos encadenados al dolor de ver a nuestro ser amado transformado en una criatura sin control, ni valores, cruel y completamente empecinado en causar daño a toda costa.

- Ella está aquí- dijo él- He recolectado información y sé que está aquí en algún sitio. Tengo que encontrarla.

Si. Él tenía que encontrarla y yo tenía que ayudarle con ello. Se lo debía después de todo lo que había hecho por mí, y no sólo por eso, sino que también porque, de algún modo, este Dhampir se había convertido en algo muy similar a un buen amigo.

Nos quedamos mirando fijamente durante un rato. Sentía que él ponía parte de su fe en mí para este asunto, y yo no podía fallarle.

- Disculpen- dijo Sydney- ¿Se puede saber de qué va todo esto?

- Sydney- dije girándome levemente hacia ella- Este es Mikhail Tanner, guardián…

- Ex guardián- acotó Mikhail.

- Ex guardián de la Corte Real- terminé.

- ¿Bienes a ayudar?- preguntó Sydney dirigiéndose directamente a él.

- Así es.

- Excelente. Para este asunto, entre más mejor… siempre y cuando sepas como ocupar una estaca.

- Sé hacerlo. Aunque teniendo a Rose de tu lado, no tienes mucho de qué preocuparte.

- Gracias por el alago.- dije y me incline haciendo una burda reverencia de señorita.
- No hay de qué. – contestó Mikhail.

- Ahora bien. Si estás aquí esperándonos es por algo. No creo que sea tu intención mantenernos de pie aquí durante el resto de la noche, ¿verdad?

- Por supuesto que no- dijo Mikhail. Hizo señas con una mano hacia el resto de cuerpos que se encontraban en las sombras. El grupo completo avanzo algunos pasos hasta poder ser visibles bajo la tenue luz- Los Dhampirs a mi espalda son los que el señor Mazur ha contratado para ayudarlas en su misión. Están totalmente capacitados para realizar un trabajo preciso, rápido y eficaz. Los detalles acerca del modo de trabajo te los proporcionaré una vez estén instaladas en el lugar en donde nos hospedaremos durante estos días- dijo mirándome.

Mikhail hizo otras señas con la mano y los Dhampir retrocedieron. Giraron y se separaron en parejas y tríos que se distribuyeron en distintas direcciones desde el cemento del suelo en el hangar que se extendía a barios metros.

- Ellos se reunirán con nosotros mañana.

Un Mazda 3 con apariencia de recién salido al mercado se acercó hasta nosotros lentamente.

- Nos movilizaremos en vehículos como estos para no llamar la atención.

- Por mí no hay problema- dije mientras evaluaba nuestro nuevo transporte. Yo no sabía mucho de coches, pero para mí  el automóvil resultaba bastante llamativo, con su negro brillante y curvas líneas. No estaba a la altura de un Audi, un Merzedes o un BMW… pero estaba de lujo de todos modos.

- Una cosa más- dijo Mikhail mientras abría la puerta trasera del vehículo para dejar entrar a Sydney- Debes tener una de estas desde ahora.

Mikhail metió su mano en el abrigo de cuero negro que llevaba y saco de un bolsillo interior una reluciente estaca.

- Te entregaré otra cuando estemos ya instalados- agregó y luego hizo un ademan para indicarme que entrara al coche junto a Sydney-. Ahora,  hay que darnos prisa. No es bueno estar mucho tiempo por estos lados. Siempre hay ojos vigilando.

Con un leve golpe cerró la puerta y se fue a sentar en el puesto del copiloto.

Otro Dhampir era quien conducía. Nos saludo con una inclinación de cabeza, mirándonos desde el espejo retrovisor.

- Vamos a la casa de huéspedes- le dijo Mikhail al Dhampir que hacía de chofer.

- Pensé que nos alojaríamos en algún hotel- señalé.

- Es más seguro permanecer en el lugar al que nos dirigimos. Es un ambiente tranquilo entre humanos. Jamás sospecharían que un grupo de Dhampirs escogiera un  lugar así como residencia temporal.

- Ok. Sólo espero que los dueños tengan algo bueno para cenar. Estoy muriendo de hambre.

Sydeny me miró y luego hizo rodar los ojos, mientras Mikhail y el otro Dhampir sonreían desde los asientos delanteros.

- Ten por seguro que habrá algo bueno para cenar, ¿no es así, Nikolay?

- La mejor cena que hayas comido alguna vez en tu vida- aseguró, con un marcado acento ruso, el Dhampir que respondió al nombre de Nikolay, sonriendo mientras me miraba por el espejo retrovisor.

Me recline en mi asiento.

- Entonces pon el pie en ese acelerador, Nikolay. Hay un plato en esa casa que tiene mi nombre en él.

- Tus deseos son órdenes- contestó y me guiñó un ojo.

Y con un rápido aceleramiento el vehículo se fue alejando del  apartado hangar para internarse en la noche siberiana, hacia el centro de la ciudad.



Capitulo 18

Tal y como había dicho Mikhail, la casa de huéspedes resultó ser un lugar muy común, y completamente acogedor. Y para mi gran felicidad la cena nos esperaba, lista y dispuesta para ir a dar al fondo de mi estomago que ya gruñía en protesta para el momento en que nos dejamos caer sobre las sillas del comedor.

- Sírvete con confianza- dijo Sydney sarcásticamente mientras me observaba llenar mi plato hasta rebosarlo con comida.

- No tienes ni que mencionarlo- contesté-. Todo aquí se ve condenadamente apetecible.

- ¿Todo? – Nikolay sonreía de un modo extraño, mientras sus ojos me observaban fijamente.

- Te dije que habría algo bueno para la cena- agregó Mikhail desde el otro lado de la mesa, dando luego una mirada desaprobatoria a Nikolay.

- Sip. Tenías mucha razón. La comida esta fabulosa. Recuérdame luego dar las gracias a la dueña de la casa por semejante regalo al paladar y al estomago- dije.

Seguimos comiendo. No puede hablar mucho porque mi principal atención estaba en ingerir todo lo que había puesto en mi plato. La verdad es que todos comimos rápidamente… bueno, todos excepto Sydney que, al igual que en nuestro tiempo juntas meses atrás, arrastraba la comida por su plato, tragando de vez en cuando pequeños bocados de carne bien trozada o una que otra verdura.

Una vez que arrasamos con todo lo que había sobre la mesa nos encaminamos a las habitaciones en las que alojaríamos. Sydney y yo quedamos en habitaciones contiguas y un poco más allá por el pasillo estaban las habitaciones de Mikhail, Nikolay y otros de los Dhampirs empleados de Abe.

Los dos Dhampirs nos ayudaron con nuestro poco equipaje para luego encaminarnos hacia la habitación de Mikhail.

- Ahora que ya estamos un poco más relajados puedo contarte lo que tenemos planeado y averiguado- dijo el ex guardián de la Ciudad Real.

- Suéltalo.

- Ok. Lo que tenemos organizado hasta el momento es dividir al grupo de Dhampirs para agilizar el trabajo. Un grupo se irá contigo mientras te dedicas a la búsqueda del hermano de Vasilisa mientras que la mitad restante acompañará a Sydney en la búsqueda del ladrón de archivos. Según las investigaciones el Morio en cuestión se encontraría en plena ciudad. Habita un departamento en uno de los edificios cercanos a la Universidad Estatal de Krasnoyarsk.

Krasnoyarsk. Este era el nombre de la ciudad exacta en donde nos encontrábamos. A sólo unos cuantos pasos de revelar los misterios que nos habían llevado hasta allí.

- Espera un segundo…- dije- Acabas de decir “el Moroi”, eso quiere decir que es “el hermano de Lissa” .Es un muchacho, no una chica.

- Así es. De resultar la persona correcta, Lissa tendría un hermano.

Me quedé muy quieta mirando el suelo por un rato. Intentaba asimilar lo real que se iba haciendo con cada minuto la existencia de un miembro más de la familia Dragomir. De un hermano de Lissa.

- En cuanto a lo del ladrón en la sede alquimista- continuó Mikhail-, hay información acerca de haber encontrado a un hombre que ha estado haciendo preguntas por estos fríos parajes sobre Eric Dragomir y sus acostumbrados lugares de hospedaje.

Tanto Sydney como yo elevamos las cejas al mismo tiempo.

- Si. Realmente extraño- acordó Mikhail-. Lo que nos lleva a pensar que el tipo puede estar detrás de la desaparición de los documentos… o incluso tras algo más.

- ¿Piensas que puede estar buscando al hermano de Lissa?

- Es una posibilidad.

Y claro que lo era. Alcanzar al hermano de Lissa, o hacerlo desaparecer de la faz de la tierra de modo permanente, libraría a la corte y a muchos otros personajes de molestias para sus propias y estúpidas “perfectas vidas” de realeza y grandiosidad falsa.

- Llama a mi grupo, nos vamos ahora mismo a buscar al hermano de Lissa- dije con intención de salir disparada de la habitación.

- Lo haremos a la luz del día. Es más seguro de ese modo, y es una de las indicaciones que Abe envió. Textualmente dijo: “Hagan lo que tengan que hacer durante el día y sólo si es estrictamente necesario salgan de noche”.

- No importa lo que Abe haya dicho. Están bajo mi mando ahora. Eso fue el acuerdo.

- Pues el acuerdo al parecer tiene algunas restricciones para ti, y esta es una de ellas. Por ahora no estamos en situación extrema, por lo que nos atendremos a sus indicaciones.

Tuve que contar hasta treinta para no dejar salir toda la ira que me estaba consumiendo. Mikhail y Nikolay no tenían la culpa de nada, sólo eran empleados de Abe y por lo mismo no se merecían ser los receptores de todas las malas palabras que mi boca quería dejar escapar.

Después de respirar hondo varias veces me relajé un poco y reconsideré la situación. Lo mejor era descansar para poder salir a la mañana siguiente en plena forma y con todos los sentidos alerta. Después del largo viaje y la buena comida me sentía algo adormilada, y salir en ese estado no era la mejor decisión.

- De acuerdo. Saldremos mañana entonces, pero quiero al grupo a primera hora frente a mi puerta.

- Por supuesto.

- Yo seré tu guía por la ciudad- Nikolay se adelantó un poco desde su puesto para quedar algo más cerca de mí. Era un Dhampir muy guapo, de cabello marrón y ojos tan azules como el mar profundo. Alto, de espalda amplia y un cuerpo en buen estado físico, causaba justa admiración e irradiaba fuerza y dominio - Conozco la zona como la palma de mi mano.

- Gracias. Eso será de mucha ayuda.

- Visto que Nikolay se ha ofrecido a integrar tu grupo en la búsqueda de mañana, yo iré con Sydney.

- No es necesario que lo hagas. Conozco el lugar. Tuve que pasar algún tiempo por estos caminos hace algunos meses así que no tienes que preocuparte de que me extravíe.- Sydney estaba de brazos cruzados mirando a Mikhail con la barbilla elevada en un gesto altanero.

- No temo que vayas a quedar perdida por allí. Voy contigo porque es parte también de las indicaciones de Abe. Uno de nosotros dos debe permanecer siempre al lado de una de ustedes. Como Nikolay irá en esta ocasión con Rose, me toca ir a mi contigo, eso es todo. 

Sydeny cambió el peso de sus pies de uno al otro y pareció verse algo azorada.

- Bien entonces.

- ¿Algo más que agregar a esta pequeña reunión?- pregunté, pensando que de ese modo podría alivianar el ambiente.

- No por ahora. Como estamos a tan sólo unos metros de distancia puedo llamar o ir personalmente a informarte si hay algún cambio de plan o nueva información- Mikhail caminó hasta uno de los muebles y sacó una estaca de allí- Toma- me dijo-. Esta es la otra estaca. Mantén siempre las dos contigo por cualquier cosa.

- Gracias- dije. Tras una pequeña pausa llena de silencio volví a hablar-. Entonces me devuelvo a mi habitación- Sydney se me adelantó, saliendo un par de pasos por delante hacia la puerta. Me giré para seguirla y me detuve una vez alcanzada la salida- Nos vemos mañana. Mikhail, si no nos vemos durante el día, te digo ahora que al finalizar la jornada de búsqueda tenemos que reunirnos para hablar de tu asunto.

Sus ojos brillaban con ilusión y fortaleza.

- Gracias- dijo e inclinó ligeramente la cabeza.

- No hay nada que agradecer. Es una vuelta de mano, de un amigo a otro.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y volvió a inclinar la cabeza.

- Bueno… buenas noches a ambos.

- Buenas noches- dijo Nikolay, con una verdadera sonrisa en el rostro.

Lo miré por un segundo, extrañada por el gesto tan alegre. Me pareció que Nikolay era la clase de hombre que se tomaba las cosas de la manera más positiva que podía, sin hacerse mayores problemas por nada y disfrutando del momento en todo con humor. Me pareció que era bueno tener a alguien así alrededor.

Después de eso me fui en dirección a mi propia habitación, en búsqueda de un merecido descanso.





Desperté con el pesado golpeteo en madera. No fue hasta pasados unos cuantos bostezos y desperezamiento que me di cuenta que el golpe provenía de mi propia puerta.

Agarré un pollerón que había dejado a los pies de la cama y me lo puse sobre la camiseta de mi pijama. No sabía qué hora era porque el cambio de horario me tenía un poco aturdida.


- Buenos días, Rose- Nikolay estaba en la entrada con un par de bolsas en las manos y con el cabello teñido de un color rubio. El color hacía que sus facciones se dulcificaran un poco, pero seguía teniendo aspecto de poder patear traseros a cualquier hora.

- ¿Ya es la hora?- Tenía la impresión de haber dormido sólo un par de horas.

- No exactamente. He llegado un poco antes para poder entregarte esto y que te prepares antes de salir a las calles.

Nikolay extendió la mano con una de las bolsas y me la entregó. La abrí con cuidado y encontré una peluca de cabello rubio y ropa de marca.

- ¿Qué es esto?- pregunta estúpida, estaba claro lo que era, pero quería que me explicara los motivos.

- Creo haber escuchado por ahí que es una idea tuya- dijo él con una sonrisa y ojos radiantes.

¿Una idea mia? ¡Ah!, Era cierto. En algún momento dentro de la conversación con Abe y los intentos por convencerlo para dejarme marchar, le había ofrecido que incluso podía disfrazarme si eso significaba mayor resguardo y le hacía más feliz en cuanto a la seguridad.

- Podría decirse que si- dije- Aunque se me había olvidado. Jamás se me ocurrió que Abe insistiera con esto.

- Ya ves. Ordenes son ordenes.

- Si, ya veo. Tú te tomas las indicaciones al pie de la letra, eh. Espero que ese tinte se salga con un par de lavados.

- ¿No crees que el rubio es mi color?- preguntó haciendo gestos con la cara.

- Eeee… no lo sé. Si a ti te gusta, supongo que puedes quedártelo. Yo sólo lo decía porque supuse que a ti no te hacía mucha gracia realmente.

- Me da igual. De todos modos en esta ocasión nos vendrá muy bien, ya verás. Ahora, ve adentro y arréglate. En una hora aproximadamente tendremos al resto del grupo por aquí.

Le hice caso y me fue hacia el baño para poder vestirme y mejorar todo ese camuflaje.

Por suerte cada habitación contaba con una plancha, porque la ropa estaba bastante arrugada. Luego de arreglar lo de la ropa  me bañé y posteriormente procedí a  vestirme. Para cuando estuve completamente lista quede bastante conforme con mi nuevo aspecto.

Al verme en el espejo comprendí a lo que seguramente se refería Nikolay con lo del cabello rubio. Cuando saliéramos a la calle, ambos pareceríamos dos perfectos turistas norteamericanos paseando por las calles de la ciudad.

Tenía toda la imagen de una coqueta chica llegada desde las soleadas palayas de California, con mi piel bronceada y el largo y brillante cabello dorado. Era una buena peluca, porque nadie podría distinguir nunca que no se trataba de cabello real.

Me lavé los dientes y le di una última cepillada a mi nuevo cabello antes de salir a la puerta.

Bajé por las escaleras y encontré a Nikolay y a un grupo de 12 Dhampirs más que me devolvían la mirada.

Nikolay se me acercó.

- Te ves muy bien- Me recorrió de pies a cabeza con los ojos.

- Gracias. ¿Podrías presentarme al grupo?- dije algo más cortante.

- Claro. Muchachos, atención aquí. Les presento a la señorita Rose Hathaway. Ella nos liderará en esta excursión.

Obtuve inclinaciones de cabeza desde todos los puntos.

- Buenos días a todos. Como ha dicho Nikolay, soy quien está a cargo de esta misión. Tengo entendido que todos están al tanto de la situación. La idea es que me permitan trabajar y se mantengan a la espera por los alrededores, intercediendo sólo si es necesario.

Más inclinaciones de cabeza en señal de asentimiento.

- ¿Alguna pregunta?- Todos permanecieron en silencio.- Si no hay nada más que decir, es hora de salir entonces.

- Muy bien, ya la han escuchado. Todos mantengan la distancia y sus lugares periféricos. Los auriculares con la línea abierta para recibir cualquier mensaje o nueva indicación.- Nikolay dio algunos pasos hasta alcanzar la puerta de entrada a la casa de huéspedes- Después de ti- dijo, haciendo un movimiento con la mano para darme la preferencia de salida.- El resto espera hasta mi señal para salir.




La diferencia térmica entre la casa de huéspedes y el gris día de las calles de Krasnoyarsk era gigantesca. Por suerte Abe había reparado en encargarme un espectacular abrigo que sólo dejaba a mi rostro expuesto al terrible frio.

Nikolay y yo caminábamos mirándolo todo, como lo harían los comunes y corrientes turistas.  Incluso nos sacamos unas cuantas fotografías frente a monumentos del lugar. Mientras miraba por la lente de la cámara, sin perder de vista nada de los alrededores, me percaté de algo.

- Sabes, parecemos hermanos con este color de cabello.

- Eso sería una verdadera lástima.  Gracias a Dios no lo somos- Esa sonrisa a la que ya me estaba acostumbrando apareció en su rostro.

- No eres nada sutil.

- No. No lo soy. Siempre digo lo que pienso.

- Te lo digo ahora: No sigas por ese camino.

- ¿Por qué? ¿Voy a darme en las narices con una muralla o es que hay un perro poco amistoso en el jardín?

- Sólo deja de insinuar cosas de ese modo.

- ¿Un novio celoso?

- ¿Podrías dejar el tema hasta aquí? Estamos en una misión de búsqueda, no en un programa para hablar de mi vida amorosa. Además, no nos conocemos lo suficiente. Si te hice el comentario fue para que terminaras con las miraditas y frasecitas de flirteo.

- ¡Oye! Somos un par de turistas en una magnifica ciudad. No puedes poner esa cara de ogro que tienes. Tenemos que parecer felices.

- ¿Te estás haciendo el gracioso?

- ¿Crees que soy gracioso?- sonrío otra vez de ese modo natural.

Lo miré con los ojos entrecerrados. Furiosa.

- ¡Basta!- dije en un tono bajo y con una sonrisa en la boca porque justo pasaba por nuestro lado una pareja de ancianos que nos miraba con curiosidad. Levante una mano y los salude. Puse la otra mano en el antebrazo de Nikolay y apreté con más fuerza de la necesaria.- Vamos a dejar el tema hasta aquí. Ahora vamos a comenzar a andar un poco más deprisa porque a esta pareja de turistas les está doliendo los pies y quieren regresar pronto a su hospedaje, ¿bien?

- Bien. Puedo caminar más rápido, no hay problema. En cuanto al tema del novio… tienes razón. No hay para que hablar de él. No es de mi interés, al contrario de otras cosas.- Me dio una mirada significativa.

Hice rodar mis ojos y le solté el brazo.

- Muy bien. Allá tú.

- ¿Continuamos con el paseo?- preguntó.

- Por supuesto.

La caminata continuó y tras unas varias cuadras y cuadras más llegamos hasta el frontis de un bonito edificio de departamentos.

- Aquí es. Piso 3, número 7- dijo Nikolay

- Que detallado.

- El dinero puede comprarlo todo.

Desde la calle podían verse varias de las ventanas con las cortinas cerradas.

- ¿Crees que este en casa?-  pregunté mirando aún hacia las ventanas del tercer piso.

- Es lo más probable. Al parecer el chico estudia en la universidad en el horario nocturno, y aunque los días nublados les permiten a los Morois tener una vida más activa durante las horas de luz solar, la mayoría permanece en sus hogares casi todo el resto del tiempo.

- Subamos entonces y salgamos de dudas.

- Calma. Primero quisiera decirte algo- Me miraba muy seriamente, distinto a todo su actuar común-: Aunque encontremos allí arriba al Moroi, no podremos traérnoslo con nosotros de inmediato. No sé si él está enterado de quien es en realidad, por lo que habrá que irse con calma a la hora de explicarle todo. Hay que asegurarnos de tratar con la persona correcta.

Nikolay tenía mucha razón en eso. Podía ser que el hermano de Lissa no supiera quién era su padre ni de la propia existencia de Lissa, y mucho menos de la importancia y trascendencia que su aparición traería a la comunidad Moroi… sin contar que tal vez no se tratara del verdadero hermano de Lissa.

- Lo tomaremos con calma- le aseguré.

Y así nos encaminamos a cruzar las puertas dobles de entrada al edificio.



Capitulo 19

El edifico no tenia ascensor, por lo que tuvimos que tomar las escaleras.

Nikolay daba instrucciones disimuladas por medio de un pequeño micrófono en el cuello de su chaqueta a los Dhampirs para que se mantuvieran cerca rodeando el edificio de departamentos, menos a tres del grupo a quienes les dio indicaciones de que ingresaran y se quedaran cerca de nosotros, como si estuvieran de visita por el lugar.

- Es este- dijo él a unos cuantos pasos de la puerta del posible hermano de Lissa.

- Voy a tocar- Tentativamente me fui acercando. Elevé mi mano para dar el golpe en la puerta pero dudé por un par de segundos, mientras sentía como mi corazón tamborileaba apresuradamente en mi pecho debido a la expectativa. ¿Cuánto se parecería él a Lissa? ¿O sería más parecido a André?

- ¿Prefieres que lo haga yo?- Dijo Nikolay a un paso de distancia de mi, mirando de mi mano a la puerta.

- Estoy bien. Lo hago yo.- Mi mano cerró la distancia y di tres golpes seguidos sobre la madera.

Pasó algo de tiempo hasta escucháramos movimientos desde el interior del departamento. Primero pasos lejanos, sonidos de algo chirriante arrastrándose por el suelo… una silla tal vez. Más pasos acercándose. Silencio. Pasos cada vez más cercanos… y luego el sonido de pestillos corriéndose en la puerta desde el otro lado.

Un Moroi de cabello rubio y despeinado, con negros y profundos ojos nos devolvía una mirada nublada. Se notaba a la legua que lo habíamos sacado de entre las sabanas.

Se quedo allí de pie en silencio, esperando a que nosotros habláramos. Yo no podía hacerlo. Estaba concentrada en captar cada rasgo de su rostro, buscando las similitudes con las facciones de mi amiga.

Sólo el cabello… era lo único que podría haberles unido. No había nada más que reconocer en su apariencia. Pero eso no significaba nada. Podía ser que el Moroi hubiese heredado mayoritariamente los rasgos de su madre en vez de los de Eric, el padre de ambos.

- Buenos días- dije-. Estamos buscando a…- ¡Con todo se me había olvidado preguntar por el nombre del Moroi!, el nombre que el informante pudo haber dado. Miré a Nikolay en busca de ayuda.

- Alexander- finalizó Nikolay- Nos dijeron que podíamos encontrarlo aquí.

Nikolay estaba simulando su acento. Le salía tan bien que incluso hablaba mejor que yo. Era entre americano e inglés puro.

- Yo soy Alexander… ¿Vienen por lo de los recorridos turísticos?

- Si- dije rápidamente, aunque no tenía mucha idea de a qué se refería. Posiblemente a algún pequeño trabajo remunerado de estudiante universitario-. ¿Tú haces trabajo como guía particular por la ciudad?

- ¡Si, claro! Y justo esta semana estoy completamente libre y disponible. No podrían haber llegado en mejor momento. Estoy juntando dinero para poder hacer un viaje a América… - El chico continúo con una extensa explicación acerca de lo que pensaba hacer con lo recolectado mediante sus trabajos extracurriculares.

Con cada cosa que él decía yo asentía en aprobación, sonreía como una loca y reía cuando parecía correcto hacerlo. Nikolay hacía lo mismo, aunque lo de él parecía ser más espontaneo y natural que mi propia actuación.

- América es un hermoso continente- dijo Nikolay en algún momento de la conversación. El Dhampir pasó su brazo alrededor de mis hombros atrayéndome hacia su costado. Me puse tensa y ya estaba lista para darle un empujón cuando él me miró como diciendo “estamos actuando, compórtate”, por lo que de mala gana aunque con una sonrisa pegada en mi cara me deje llevar- ¿No es cierto, cariño?- dijo y me dio un beso en la sien.

- Un precioso lugar – dije sin dejar de sonreír, pero mirando a Nikolay de modo que supiera que sus acciones traerían consecuencias más tarde cuando regresáramos a la casa de huéspedes.

-¡Ah!, Son novios.

- Si.

-¡No!-dije al tiempo en que Nikolay respondía todo lo contrario.

Alexander nos miraba confundido de uno al otro.

Nikolay me apretó un poco más contra su costado y luego habló:

- Lo que pasa es que estamos a unos pasos de casarnos, y a ella le encanta presentarnos como prometidos.- Nikolay sonrió con ternura condescendiente y luego me miró directamente- Rose esta ansiosa por que lleguemos al altar.

- Me ha tocado trabajar con muchas parejas que vienen en vísperas de un matrimonio o como viaje de luna de miel. Sé de lo que hablan- Alexander nos miraba con una amable sonrisa- Por favor, pasen para que veamos que quieren hacer durante estos días y a donde preferirían que los lleve.

El Moroi dio unos cuantos pasos hacia atrás, dándonos espacio para que nos adentráramos en su departamento.

- ¿Siempre trabajas del mismo modo?- pregunté mientras cruzábamos la puerta y Alexander nos indicaba que tomáramos asiento en un sillón con aspecto de tener varios años-. Quiero decir, si siempre haces los arreglos de trabajo aquí en tu departamento- Me parecía muy peligroso que cualquier persona pudiese llegar a su departamento tan fácilmente.

- Si, siempre lo hago del mismo modo. En la universidad hay algunos afiches con mi dirección y la descripción de lo que ofrezco, además de los anuncios en el diario, que es lo que supongo que ustedes consiguieron.

- Así es- dijo Nikolay- Vimos tu anuncio en un periódico que había en el lugar donde nos hospedamos. Nos pareció una maravillosa idea hacer un recorrido con alguien que conoce el lugar- Nikolay se había apoderado de mi mano en cuanto nos acomodamos en el sillón. En esos momentos jugueteaba con mis dedos, entrelazándolos y desentrelazandolos con los suyos.

Estaba muy enojada, pero no hice nada para que se dejara de estupideces sólo porque estaba más interesada en observar todo lo que había en el departamento de Alexander. Sus cosas eran parte del reflejo de lo que él era.

La mayoría del mobiliario era antiguo pero estaba en excelentes condiciones. Todo muy ordenado y limpio, lo que llamó mucho mi atención. Cuando uno piensa en un chico universitario promedio se imagina un cuarto lleno de basura, ropa sucia desparramada por todos lados y muchas revistas de comics, porno y coches tiradas por el suelo y muebles.

- ¿Vives sólo?- pregunté tras mi reflexión.

La pregunta no pareció desconcertarle a pesar de estar referida a un ámbito personal que no era de mi incumbencia.

- Muchas veces me preguntan lo mismo porque ven que todo está ordenado… jajajaja. La verdad es que vivo sólo la mayor parte del tiempo, pero de vez en cuando mi madre se deja caer algunas semanas de visita. Así que puedo atribuirme el orden y la limpieza. Mi madre me enseñó bien en ese aspecto.

Así que su madre estaba viva… Conocerla hubiese sido una muy buena fuente de información.

- ¿Qué hay de tu padre?- preguntó Nikolay.

Alexander se acomodó en su puesto. Miraba la mesa de centro.

- Él falleció hace algún tiempo.

- Lo lamento- dije, sintiéndolo de verdad. Si estábamos pensando en la misma persona, yo también  sentía la pérdida. Por otra parte, su dolor demostraba que él había tenido una relación cercana con su padre… ¿Eric Dragomir podría haber mantenido una relación paralela durante gran parte de su vida?

Alexader levantó la cabeza y sonrió.

- Pero vamos a hablar del recorrido- Se puso de pie y fue hasta un mueble. Abrió un cajón y saco unos cuantos folletos.- Tengo aquí algunas fotografías y folletos de los lugares más visitados durante los recorridos, además hay información sobre algunos pueblos aledaños que a veces la gente también quiere visitar.- Regresó hasta el sillón y nos ofreció los papeles.- ¿Cuánto tiempo piensan quedarse? Porque eso es importante a la hora de planear el recorrido.

- Estaremos sólo un par de días- contestó Nikolay-. Esperábamos visitar los lugares emblemáticos y monumentos de esta ciudad.

- Eso puede hacerse. Podemos comenzar hoy mismo… No sé si se habrán percatado en el anuncio del periódico que mi horario de trabajo en estos meses es de 4 pm a 9 pm. ¿Les acomodan esas horas?

- Claro- dije.- Ese horario es perfecto.

- Que bien.

La calefacción al interior del departamento funcionaba de maravilla por lo que mi abrigo estaba resultando excesivo.

Saqué mi mano de la de Nikolay y me puse de pie para poder sacarme la prenda. Estaba en ello cuando me percaté que la mirada de Alexander se había ampliado mientras miraba hacia mis caderas. Normalmente ese hubiese sido un efecto común entre los machos Morois, a quienes les llamaban mucho la atención las mujeres Dhampir debido a que teníamos más curvas que las mujeres de su raza, pero lo que el chico estaba viendo no eran mis atributos físicos sino la base de una de las estacas que asomaba por uno de mis costados desde la cinturilla de mi pantalón.

Alexander se puso rápidamente de pie y fue a pararse detrás del respaldo del sillón en donde había estado sentado.

- Ustedes no son una pareja, son guardianes Dhampir… no pueden serlo.

Iba a contradecir su afirmación, pero recordé que sus palabras eran la realidad más común dentro de las vidas Dhampirs.

- ¿Qué quieren? ¿Para qué están realmente aquí?- exigió.

Estiré mi mano para acercarme a él pero Nikolay me retuvo poniendo su mano en mi antebrazo.

- Tranquilízate. Debes de saber que un guardián jamás haría daño a un Moroi- dijo Nikolay mirando a Alexander.

- De eso no estoy tan seguro ahora, sino por qué han venido hasta mi departamento con engaños, fingiendo ser lo que no son.

- Eso ha sido su estúpida idea improvisada- dije, permitiéndome mirar con irritación a Nikolay.

- Lo que ocurre es que no sabíamos muy bien como llegar a ti y mucho menos como plantear lo que verdaderamente nos ha traído.- dijo Nikolay.

- Queremos hablar de tu padre y de ti- solté de improviso.

- Ya sé los he dicho. Él está muerto… ¿Por qué querrían hablar de él? Mi padre siempre fue un buen Moroi.

- Te creo- dije- Pero ese no es el asunto. La cosa es que… veras, hay cosas del pasado que tal vez puede que sepas o no, y que son muy importantes en la actualidad.

- Creo que te estás enredando un poco- me dijo Nikolay en un volumen de voz más bajo.

- No te estoy entendiendo- dijo Alexander, confirmando las palabras de Nikolay, lo que me hizo ganar una mirada de “te lo dije” por parte del Dhampir.

- Ok. Partamos de lo más simple entonces, Alexander. Por favor, te pido que nos hables de tu padre. Es algo muy importante, y te prometo que no estamos aquí para hacerte daño. Eso jamás. Debes confiar en nosotros.

- Si, claro- dijo sarcásticamente-. Confiar en un par de extraños que han entrado en mi hogar con mentiras- respondió él.

Le tomó un tiempo poder relajarse, pero al final el Moroi regreso a su asiento en el sillón frente a nosotros. Nikolay y yo también nos sentamos.

- ¿Qué quieren que les diga?- preguntó Alexander.

Pensé que lo mejor era hacer preguntas periféricas antes de ir al grano y preguntar directamente el nombre del Moroi.

- ¿Vivía él contigo cuando eras un niño?

- La mitad del tiempo. Él pasaba muchos días de viaje debido al trabajo.

Un punto a favor de la teoría de que Alexander si era el hijo de Eric Dragomir, pero basta con las preguntas por las ramas. La recolección calmada no era mi estilo, y lengua me picaba por preguntar directo al grano. Hora de ir más hacía allá.

- ¿Los ojos negros los has sacado de tu madre?- pregunté.

- Si…- pareció confundido.

- ¿De qué color tenía los ojos tu padre?

- ¿Qué importancia tiene eso?- dijo él.

- Contesta a la pregunta- lo instó Nikolay con un tono sereno.

- Sus ojos eran de un color gris piedra.

Bien. El chico tenía algún problema visual o con el reconocimiento de palabra-color, ó, definitivamente no estábamos pensando en la misma persona. El color de ojos verde jaspeado era como un símbolo de pertenencia a la línea real de los Dragomir, un color que compartían con el linaje de los Dashkov.

- ¿Cuál era el nombre de tu padre?- pregunté.

- Iván Antonov.

Ok. Definitivamente no estábamos hablando del mismo Moroi.

Nos dimos una breve mirada con Nikolay y nos pusimos de pie al mismo tiempo.

- Ha sido un gusto conocerte, Alexander- extendí la mano para despedirme.

- ¿Qué? ¿Eso es todo?- dijo el Moroi poniéndose de pie a su vez.

- ¿No es genial?- dijo irónicamente Nikolay.

- Sip. Al parecer hemos tenido un error de información. Ahora te dejaremos para que continúes con tu sueño- le dije.

- ¿Qué está pasando? ¿A quién están buscando?

- Es mejor que continúes en la ignorancia con respecto a esas preguntas- contestó Nikolay- No le digas a nadie que nos has visto. A nadie- recalcó-. Ni una palabra, ¿entendido?- puso en su voz el suficiente énfasis como para que el Moroi hubiera aceptado saltar por la ventana si él se lo hubiese ordenado.

- No diré nada.

- Buen chico- dijo Nikolay.

- Muchas gracias por habernos recibido, lamento las molestias- le dije con sinceridad.

Alexander se pasó ambas manos por el cabello, lo que lo dejó más desgreñado.

- Esta bien. Algo me dice que tengo que sentirme aliviado por no ser la persona a quien buscaban.

- Puede que tengas  algo de razón en ese punto- le concedí.

- Gracias por la amabilidad- dijo Nikolay con la mano en la manija de la puerta para salir del departamento.

- Espero que tengas suerte con los recorridos y que juntes el dinero para tu viaje a América- agregué.

- Gracias- contestó Alexander con una sonrisa un poco nerviosa aún por lo acontecido-. Suerte a ustedes con su búsqueda.

- Gracias, al parecer la vamos a necesitar.

Seguí a Nikolay por la salida hacia el pasillo. Caminamos hacia la escalera y puede escuchar como la puerta se cerraba tras nosotros.

- Esto ha sido un fracaso total- solté una vez que estuvimos fuera del edificio.

- Pero estaba dentro de las posibilidades- me recordó Nikolay-

- ¿Quién es el informante de Abe?- quise saber.

- No sabemos su nombre. El único que se comunica con él directamente es el señor Mazur. El tipo es un 95% confiable en la información que entrega.

- Pues se acaba de gastar el otro 5% con nosotros- le dije.

- ¿Qué quieres hacer ahora?- me preguntó.

- Regresar a la casa y comunicarme de algún modo con Abe… tengo que saber si tiene más información. De otro modo estamos estancados y no quedará más remedio que salir de noche y buscar por otros medios.

- No creo que esa última parte sea una buena idea. Lo único que conseguirías con eso es poner en alerta a cualquier otro Moroi que este tras la pista del hijo del señor Dragomir y de paso anunciarías tu visita a los Strigoi.

- Por ahora regresemos a la casa. Ya veremos que más hacer y como reorganizarnos.






Una vez que nos encontramos de regreso en la casa de huéspedes seguí a Nikolay hasta su habitación. Abrió la puerta y entré cerrando detrás de mí.

- Ni se te ocurra volver a hacer algo así- dije remarcando cada palabra con un empujón de mi mano en su hombro.

- ¿De qué hablas?

- Del decir que éramos novios y aprovecharte de las circunstancias para abrazarme y toquetearme. De eso hablo.

- Perdona. No pensé que te iba a molestar tanto- se alejó y comenzó a quitarse la chaqueta, dejándola colgada en el respaldo de una silla cercana. Luego se sentó al borde de la cama.

- ¿No creíste que  iba a molestarme?- estaba cerca de gritarle en la cara-  Acabábamos de hablar del tema poco antes de entrar al edificio. Pensé que tenías el coeficiente intelectual necesario para entender  que no estaba feliz por tus insinuaciones.

- Bien. Me gustas- dijo inclinándose hacia adelante y dejando colgar sus brazos desde sus rodillas- Y con cada palabra que dices y con ese carácter que te gastas me gustas más, pero creo que en esto te estás tomando demasiadas molestias. Estabas un poco bloqueada allí en el departamento del chico y sólo quise alivianarte la carga. Lo más rápido que se me ocurrió fue inventar que éramos novios. Perdona a mi inconsciente psíquico por adelantárseme y actuar sin mi permiso. Reconozco que me excedí un poco, pero no fue con mala intención.  - Nikolay me recordaba de cierto modo a Adrian, sobre todo al tiempo en que recién nos estábamos conociendo, por lo insistente y descarado que podía llegar a ser. ¿Qué estaría haciendo Adrian en esos momentos? ¿Estarían Lissa y Christian ya con él?...

Me paseé por la habitación con las manos en la cintura. Respire hondo un par de veces y le dije:

- Me caes bien, excepto cuando te pones en plan de conquista, pero el resto del tiempo me caes realmente bien. Vamos a trabajar juntos estos días, así que te pido que bajes las revoluciones y te abstengas de dejar esto como algo profesional y no más allá de una amistad.

Nikolay me miró por unos segundos en silencio.

- De acuerdo- dijo mirándome fijamente y muy serio- Lo voy a intentar.



Capitulo 20

Pasamos el resto del día en una de las sala de estar de la casa de huéspedes. Allí había un televisor y otras cosas para que la gente pudiese relajarse pasando un buen rato. Nos habíamos ido a ese lugar para esperar al grupo de Mikhail y Sydney.

Nikolay se mantuvo de lo más amigable todo el tiempo. Como si no hubiese sucedido nada. De vez en cuando lo encontraba mirándome y el sólo sonreía de regreso de una manera amable y nada provocadora. Conversamos de muchas cosas, entre esas, de su vida y sus orígenes. Así fue como me enteré de que él y Dimitri habían sido compañeros en la academia de Siberia.

- Entonces tú y Dimitri Belikov fueron compañeros…- dije inclinándome ligeramente en mi puesto. Tenía curiosidad por saber cómo había sido Dimitri en ese tiempo de primera mano pero no quería que Nikolay se diera cuenta de cuan interesaba estaba. No estaba segura de cuanta información tenía él acerca de la clase de relación que yo había mantenido con Dimitri y no estaba para nada en plan de revelar algo más al respecto.

- Si- contestó reclinándose en su el sillón- Fuimos compañeros de clases. Él siempre fue excelente en todo… algo solitario sí, pero a la hora de trabajar era el mejor. Un estudiante brillante tanto en lo teórico como en la práctica. 

Eso ya lo sabía. Él siempre había sido una clase de perfeccionista.

- ¿Eran amigos?- pregunté.

- No precisamente. La verdad es que él era del tipo de quedarse tranquilo y sentado leyendo alguna historieta o libro mientras que yo era de la clase que hace que a los profesores les den ganas de jubilarse anticipadamente- sonrió ampliamente y continuó-. Le respetaba. Nos llevábamos bien. Varias veces en los grupos de práctica hacíamos equipo.

Nikolay se quedo en silencio mirando hacia la nada. De repente una media sonrisa floreció en sus labios.

- Si mal no recuerdo, creo que una vez tuvimos algo así como un conflicto de intereses. Al parecer teníamos gustos similares.

>>Había una chica Dhampir, Anna creo era su nombre, que iba un curso por debajo del nuestro. Ella estaba sentada en una banca con un libro en las manos y yo me acerqué para hablar con ella. Quería invitarla a tomar un helado. Jajajajja… ¡Un helado!, imagínate. Con el frio que hacía, pero en ese momento no se me ocurrió nada mejor. Además era bastante inexperto para esa época… en fin. En asunto es que estaba invitándola a salir cuando escuché pasos acercarse. Anna había estado a punto de darme una respuesta,  pero al escuchar los pasos ella se puso rápidamente de pie con el libro en las manos. Dimitri se puso al lado de ella, la saludó y luego se me quedo mirando muy fijamente. Él también traía un libro en una mano y lo estaba apretando con fuerza.  

>>No había recordado todas las veces que los había visto juntos en el patio hasta ese momento. Siempre pensé que eran reuniones de lectura entre dos compañeros aplicados, amigos… pero pensándolo bien, Dimitri se comportaba con ella como no lo hacía con nadie más. Se le veía reír bastante en su presencia y cuando estaban juntos el hablaba todo el tiempo… o por lo menos eso era lo que se veía al pasar cerca de ellos. La mirada que me dio en ese momento fue una que decía sin objeción que no estaba feliz de verme cerca de Anna. Ahí comprendí que ella para él significaba más que una simple amistad.

>> A mi Anna me gustaba, y lo cierto era que no se sabía nada acerca de que ellos fuesen novios o algo por estilo. Por lo mismo repetí mi invitación, esperando que la chica contestara en esa ocasión. Creo que toqué su mano, o su brazo… ya no recuerdo muy bien, pero lo que sí recuerdo es que de la nada dos manos chocaron contra mis hombros y en un par de segundos después me encontré mirando hacia el cielo, de espaldas en la nieve con Dimitri sobre mí. “No la toques”, me dijo. El hombre estaba furioso, como nunca lo había visto ni volví a ver. Creo que se reprimía mucho y cuando dejaba salir todo eso que se guardaba las cosas podían ponerse realmente feas para quien fuera la fuente de la molestia. Creo también que por eso llegó a ser tan buen guardián. Aprendió a canalizar toda esa impulsividad.

- ¿Y qué pasó después?- pregunté

- Dimitri se puso de pie y me ayudo a hacer lo mismo. No nos dijimos nada más. Me despedí de ambos y los dejé.

- ¿Y eso fue todo?- yo estaba esperando algo más, tal vez un duelo de caballeros por el amor de Anna… un intercambio poco amistoso de palabras… ¡qué sé yo!

- Eso fue todo. ¿Qué más querías que pasara? Él había declarado su punto. Ella no había dicho nada y yo no me iba a seguir inmiscuyendo donde no me querían. Además, ya te lo dije. Respeto a al tipo.

- Si. Sólo esperaba escuchar algo más al estilo de telenovela…

Nos quedamos un rato callados.

- Tu y Belikov eran muy cercanos, ¿verdad?- Nikolay se encontraba inclinado hacia mi desde su puesto. Me sacó de mi ensimismamiento con la pregunta y miraba con atención.

- Si. Él fue mi tutor durante un tiempo. Fue un gran maestro y le debo mucho.

- Ya veo- dijo recostándose nuevamente en el sillón y con una mirada que decía “no creo que sólo sea eso”, pero aún así no hizo más preguntas en relación a ese tema y pasó al siguiente- ¿Qué hay de ti? ¿Cómo eras en la academia?

- Un dolor de cabeza, eso es lo que era. Sacaba constantemente de quicio a casi todos.

- No es difícil de creer- dijo muy seriamente, aunque sus ojos si sonreían.

- No, pero en mi def…

La puerta de la salita se abrió y dio paso a Sydney junto a Mikhail. Se escucharon pasos subiendo por las escaleras, de algunos del grupo de Dhampir regresando a sus habitaciones.

- ¿Qué tal les fue?- pregunté.

- No encontramos nada- contestó Mikhail dejándose caer en el sillón al lado de Nikolay- ¿Qué hay de ustedes?- escudriñó la habitación- ¿Encontraron al hermanos de la princesa?

- No- dije secamente- La información ha sido un completo error.

- El pobre Moroi no tiene nada que ver con los Dragomir- añadió Nikolay.

- Voy a necesitar que alguno de ustedes me comunique con Abe- pedí, mirando en especial hacia Sydney y Mikhail.

- Eso va a estar difícil, Rose. Se supone que no podemos comunicarnos con él a menos que sea algo muy urgente.

- ¿No crees que esto es urgente? Estamos en punto muerto en estos momentos. No pienso quedarme de brazos cruzados o regresar a América con las manos vacías. No me voy hasta que haya conseguido aunque sea algo de información.

- ¿Qué pretendes hacer?- dijo Sydney- ¿Por qué piensas que llamando a Abe vas a conseguir algo? Él no tiene más información.

- Él no. Pero su informante algo tiene que saber. Es con ese hombre con quien deseo hablar.

Continuamos discutiendo el asunto por un buen rato hasta que logré convencer a Mikhail que me comunicara con Abe.

- Ven conmigo, te comunicaré con él- dijo Mikhail poniéndose de pie y caminando hacia las escaleras.

Lo seguí hasta su dormitorio. Él sacó un teléfono y marcó unos cuantos números antes de entregarme el aparato. Esperé unos cuantos segundos hasta que el sonido en el auricular cambió.

- ¿Abe?- Había algo de interferencia en la línea.

- ¿Rose? ¡Rose! ¿Estás bien?- a pesar que el ruido de fondo entorpecía un poco las palabras, el tono de Abe era tenso y muy preocupado.

- Tranquilo, estoy bien- dije con suavidad para disminuir su ansiedad.

La línea quedo en silencio un momento.

- ¿Por qué estas llamando entonces?- La voz de Abe era todo menos dulzura.

- Necesito el nombre y la dirección de tu informante, ahora.

- No era el hermano de Lissa- dedujo.

- ¿Tú qué crees?, por eso necesito los datos. Tengo que hablar personalmente con  ese tipo.

- No hay más información. Si no era el hermano de Lissa debes regresar de inmediato. No hay nada más que puedas hacer allí.

- ¿Estás loco? No pienso volver hasta tener algo, cualquier cosa que me dé una pista del verdadero paradero del hermano de Lissa. Además, me quedan días de nuestro trato.

- No pienso darte el nombre del informante y menos su dirección.

- Pues si no me la das, saldré yo misma esta noche a buscar a alguien que si pueda dármela, así tenga que pasarme cada maldita noche metida en los barrios más bajos de esta ciudad o la que sea.

- Rose…- su tono era bajo y amenazante.

- Y ni se te ocurra decirme que vas a revocarme el permiso o la ayuda del grupo de Dhampirs porque no me importa. Si no quieres ayudarme iré yo sola a buscar por las calles.

Se escuchó como Abe dejaba escapar un cansado suspiro.

- El Moroi que me proporciona información es peligroso. No te quiero cerca de él. El tipo se relaciona con Strigois, así que continuamente está rodeado de todo tipo de compañía.

- Voy a ser cuidadosa, lo prometo- dije solemnemente- Iré con Mikhail y Nikolay, además del grupo de Dhampirs de respaldo. ¿Sabe tu informante que somos familia?

- Supongo que a esta altura lo sabe, pero no significa ninguna diferencia. Él es poderoso y si algo le estorba no dudará en eliminarlo.

- Otra pregunta: Si tu informante se muestra cooperador, ¿Me financiarías la compra de más información?

- Si.

- ¿Cómo funcionan sus acuerdos?

- Sólo dile que lo agregue a mi cuenta.

- De acuerdo… ¿Abe?

- ¿Si?

- Gracias, otra vez.

- Sólo sé cuidadosa.

- Lo prometo.

Después de eso Abe procedió a darme el nombre del informante y algunas direcciones en las que generalmente se producían sus encuentros. Me encontraba agradecida de haber mantenido la conversación por teléfono porque ya me imaginaba esa mirada aterradora que ponía cuando estaba molesto, y por el tono de voz con el que me dictaba las direcciones, no había que ser un genio para saber que su enfado estaba muy sobre su límite acostumbrado.

- Lo conseguiste- dijo Mikhail unos segundos más tarde después de haber colgado. Esta afirmado en la pared del fondo de la habitación y me observaba con admiración.

- Eso parece. Ahora hay que ver cómo nos va con el informante en persona.

- Voy a encargarme de que nada te ocurra- afirmó.

- No tienes que preocuparte. Sé cuidar de mi misma, ya lo sabes.

- Lo sé. Pero quiero que sepas que estoy para cuidar de ti, por mi trabajo y por mi amistad.

- Gracias- dije bajito.

El asintió con la cabeza y luego dijo:

- ¿Qué piensas conseguir de él?

- Si todo sale bien espero conseguir tres cosas: Que me dé información real acerca del hermano de Lissa, que me dé información acerca del robo en la sede alquimista y, por último, pero no menos importante, que me dé información acerca del paradero de Sonya.

- No tienes que pedir la información acerca de Sonya- Mikhail parecía turbado e incomodo- Sé que para conseguir la información debes pagar, y no quiero que lo hagas. Yo puedo recolectar la información por mis medios, no quiero…

- Si lo que te molesta es el dinero, tómalo como un préstamo a largo plazo, ¿de acuerdo?- Bien, no era precisamente mi dinero el que se estaba moviendo, pero yo veía estas transacciones como un  pequeño reembolso por parte de Abe. Si viviésemos en el mundo humano el Moroi me debería barios años de pensión alimenticia- Mira, esta es la forma más rápida y efectiva de conseguir información, y sabes muy bien que no tenemos mucho tiempo.

- Estoy consciente de eso- dijo mirando hacia sus pies. Levantó la cabeza y me miro directo a los ojos- Voy a pagártelo todo, aunque me lleve la vida.

- Ya nos preocuparemos de eso. Ahora tenemos que movernos- me levante de la sillita en la que había estado hablando por teléfono y caminé hacia la puerta.

- ¿Podrías decirle al grupo de Dhampirs que se preparen para salir de la ciudad? Según las indicaciones de Abe puede que nos toque salir a algunas ciudades cercanas.

- Seguro. ¿Cuándo deseas partir?- preguntó.

- Mañana por la noche.

- Es más salir durante el día- señaló.

- Hay algo que tengo que hacer antes- le dije antes de salir por la puerta.



Cenamos más tarde. Tuve la oportunidad de conocer a la dueña de la casa de huéspedes. Resulto ser una mujer mayor de cabellos canos muy encantadora. El prototipo de abuela que todo el mundo desearía tener cerca.

La mujer preparó algunos dulces típicos para acompañar el café después de la comida. Todos estábamos encantados. Incluso Sydney comió un par.

Una vez terminados los dulces la agradable charla que habíamos mantenido fue muriendo y cada cual se fue a descansar a su habitación.

En mi cuarto me di una ducha y me puse mi pijama. Estaba por irme a dormir cuando se me ocurrió que iba a necesitar de la ayuda de Sydney para lo que pensaba hacer.

Salí hacia el pasillo y golpeé la puerta contigua a la mía. Tras un momento de espera la puerta se abrió hasta la mitad.

- ¿Qué quieres?- preguntó Sydney en su habitual estilo.

- Necesito pedirte un favor.

- Entra- dijo caminando hacia su cama. Se sentó en el borde mientras esperaba a que yo cerrara la puerta.- ¿De qué se trata?

- ¿Recuerdas el viaje a Baia?- pregunté.

Sydney entrecerró los ojos.

- Si… - contestó- Pero no es el mejor momento para hacer visitas sociales de cortesía.

- Debo ir.

- ¿Por qué?

- Tengo que darles la noticia.

- Ya deben de estar enterados. Han pasado semanas…

- No lo saben. No se les informará de nada hasta que la Corte este completamente segura de que Dimitri no representa ninguna amenaza.

Sydney se quedo en silencio sin hacer nada más que mirarme.

- ¿Me llevaras?- pregunté- Sólo iremos a darles la noticia y regresaremos de inmediato.

- Esta bien. Voy contigo.

- ¡Gracias!- Esa palabra se estaba apoderando del ranking de mis palabras más utilizadas en el último tiempo.  Me acerqué un poco más a Sydney y le di un apretón en las manos.

- Pero tienes que infórmale de tus planes a Mikhail- dijo ella.

- Si. Se lo diré mañana antes de salir.

- ¿Piensas que nos dejara ir sin escolta?

- No lo sé. Mientras no se acerquen demasiado y nos dejen hacer el viaje, no me importa si van.

- De acuerdo. Pasa por mi cuando estés lista para partir mañana.

- Así lo haré.

Regresé a mi habitación pensando en lo feliz que estaría la familia de Dimitri una vez que les contara que él ya no era un Strigoi.

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