sábado, 1 de enero de 2011

Capítulo 21, 22, 23, 24 y 25


Capitulo 21

La “conversación” con Mikhail y Nikolay había sido algo difícil, pero después de unos cuantos argumentos más, argumentos menos, logré convencerlos de dejarme hacer el viaje hacia Baia.

Ambos Dhampirs insistieron en acompañarnos aunque fuese a distancia. Así fue como llegamos a la idea de salir en tres vehículos distintos. Sydney y yo liderando la marcha mientras Mikhail, Nikolay y otros cinco Dhampirs más se repartían entre los dos coches Sedan restantes, a una distancia que les permitiría maniobrar en caso de ataque pero que pareciese otro grupo de chicos en un viaje cualquiera sin ninguna relación con nosotras.

Tras una intranquila noche, llena de vueltas y vueltas en la cama,  la mañana siguiente inició para nosotros antes del alba.

Me encontraba particularmente nerviosa pues mi última visita no había finalizado de la mejor manera. La hermana de Dimitri se encontraba enamorada de un Moroi horrendo del cual Abe finalmente se había encargado. Algo que no terminó haciéndome ganadora de una especial simpatía por parte de la más pequeña de mis ex–cuñadas.

Ahora tendría que enfrentarme a ella y a las demás miembros de la familia Belikov por segunda vez. Lo bueno era que en esta ocasión la noticia sería bien recibida.





Dentro del vehículo Sydney iba muy concentrada en el camino, con ambas manos puestas sobre el manubrio. De vez en cuando daba miradas por el espejo retrovisor, como cerciorándose de que los dos coches de refuerzo seguían a nuestra siga.

No hice ningún comentario al respecto porque ya me imaginaba a que se debía todo ese nerviosismo y suficiente tenía yo con mi propio alterado estado. Decidí, en cambio, mirar por la ventana al desierto paisaje cubierto por la espesa nieve. Blanco por todos lados. Ocasionalmente algunas ramas daban algo de color al camino que poco a poco íbamos dejando atrás.

Aburrida de tanta monotonía me puse a escarbar en la guantera del coche. Para mi gran satisfacción encontré una increíble y amplia colección de CD de todos los estilos de música. Los fui mirando de uno en uno, buscando algo que lograra sacarnos a Sydney y a mí del curso en que nuestras mentes giraban.

Encontré un par de discos perfectos para la ocasión.

El primero era uno de AC/DC.

Había visto en mis días de escape en el mundo humano con Lissa un par de capítulos de una serie llamada SUPERNATURAL. Habíamos quedado prendadas y babosas por los hermanos Winchester y su música.

Puse el CD y busqué la canción.

La guitarra eléctrica hizo su aparición… shang… sha sha shang… sha sha shang… shuru ru ru ru ru…

Moví la cabeza y el cuerpo al ritmo de la guitarra. Mirando de reojo a Sydney.

Ella comenzó a golpetear el manubrio al mismo ritmo. Yo me puse a cantar… o más bien a gritar mientras ella tarareaba la letra. Le subí el volumen hasta que ya no podía oírme ni a mí misma.

Luego saqué el CD y puse algo más suave, cambiando la temática en 380º. Pase de la autosuperación a la depresión con tan sólo una canción.

La siguiente fue de The Cranberries: Linger… mis pensamientos volaron de vuelta a América… If you, if you could return / Don´t let it burn, don´t let it fade / I´m sure I´m not being rude / But it´s just your attitude / It´s tearing me apart / It´s ruining everything
(Si tú, si tú pudieras volver /No lo dejes quemar, no lo dejes apagar / Estoy segura de que no he sido ruda / Pero es sólo tu actitud/ Me estás apartando/ Se está arruinando todo)

Así seguimos avanzando entre canciones que nos llevaban a tomar las riendas de la vida y otras que sólo hacían pensar en sentarse a ver una peli mientras te embutías un litro de helado o todo el chocolate del mundo.

Unas horas más tarde estábamos entrando en Baia. Sydeny recordaba a la perfección como llegar hasta la casa de la familia de Dimitri así que no hubo necesidad de detenerse por indicaciones.

Unas cuantas cuadras antes de llegar al frente de la residencia Belikov, Sydney detuvo el vehículo. Se giró en su asiento para mirarme.

- ¿Estás segura de hacer esto? Te ves muy nerviosa.

Y lo estaba. No sabía cómo iba a ser recibida. 

- No estoy muy segura… pero tengo que hacerlo. Ellos necesitan saber que no han perdido a Dimitri y no es justo que sigan sin ser informados.

- De acuerdo.

Puso el coche en marcha y avanzamos las cuadras que quedaban.

Ambas bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada principal. Mientras esperábamos a que alguien abriera la puerta pudimos ver como los otros dos coches de nuestra guardia personalizada se detenían a unos cuantos metros de donde nos encontrábamos.

La puerta se abrió con rapidez y un rostro sonriente apareció.

- Sabia que se te había queda…- la voz se fue apagando mientras el rostro se volvía perplejo- ¿Rose?

La hermana pequeña de Dimitri, Victoria, se encontraba paralizada en el umbral de la puerta.

- Hola- dije con más fuerza de la que me pesaba capaz.

De la nada, Victoria estiro los brazos y me apretó fuerte contra ella.

- ¡Estoy tan feliz de verte!- dijo contra mi oído mientras apretaba sus brazos a mi alrededor con mayor fuerza.

- Pensé que sería todo lo contrario…- comenté en voz más baja.

Victoria se separó de mí para poder mirarme directamente.

- Siento lo ocurrido esa noche… - sus ojos se nublaron ligeramente, por lo que pestañeó con rapidez- Estoy muy agradecida por lo que hiciste. Puede que en ese momento te odiara con toda mi alma- sonrió un poco mientras me miraba-, pero con el tiempo lo entendí.

- Me alegra mucho escuchar que así sea- De verdad que me alegraba. Yo no quería para ella nada de lo que se hubiese avecinado en su vida de haber seguido por aquel camino. Ese Moroi había sido un espécimen de lo peor que sólo buscaba aprovecharse de una adolescente enamorada, o que creía estarlo, por lo menos.

- Por favor, entren. Se van a congelar allí afuera.

Victoria saludó con un apretón de manos a Sydney y nos dio paso para ingresar en la casa. Adentro el ambiente estaba cálido y el olor a comida inundó nuestras narices. Un delicioso olor a pan recién orneado y a condimentos de algo más.

Se podía escuchar una televisión encendida desde algún lugar y gente conversando, si mal no recordaba, desde la cocina. Victoria nos guió hacia allá.

- Mamá- dijo mientras se adentraba en el espacio de donde provenían las voces- Adivina quien ha venido a visitarnos.

Olena, la madre de Dimitri, levantó la vista de la olla donde estaba revolviendo algo.

- ¡Rose!- dejó la cuchara a un lado y se secó las manos en un mantel para luego aproximarse a mí y darme un abrazo tan caluroso como el de Victoria-  ¡Que alegría verte otra vez! ¡Te fuiste sin decir nada!

- Tenía que irme de ese modo…-dije sin más justificaciones.

Olena me observo con ojos que decían comprender y aceptar mis motivos.

- ¿Y qué te trae por aquí?  ¿Es que acaso un nuevo trabajo como guardiana te ha traído a estas frías tierras?- Olena sonreía con sinceridad, hasta con algo de orgullo en los ojos.

No quise entrar en detalles acerca de mi actual situación en la vida, como el hecho de que era una prófuga de la justicia Moroi y que, por ende, mi futuro como guardiana estaba completamente arruinado hasta que encontrara al verdadero autor de la muerte de la reina Tatiana.

- Esteee… No. Podría decirse que los motivos de mi viaje es otro – sonreí, intentando que fuese un gesto natural- ¿Hay alguien más en casa? Me gustaría hablar con todos.

La sospecha y algo de miedo cruzaron por la mirada de Olena.

- Si. Están todos- contestó la mujer finalmente.

- ¿Quieres que los llame?- preguntó Victoria, muy amable y sonriente.

- Si, por favor. Creo que es mejor que estén todos juntos.

Victoria salió de la cocina para ir en busca del resto de la familia Belikov. Poco a poco fueron reuniéndose en el acogedor espacio de la cocina. Todos muy contentos por volver a verme. Primero Karolina, el pequeño Paul… Nos saludaron a mí y a Sydeny mientras esperaban a que estuvieran todos, conversando animadamente.

Yeva fue la última en entrar. Su paso era tranquilo y la mirada impasible. Ella no me abrazó como el reto. Se limito a asentir con la cabeza hacia mí y, creí… sólo creí verla… ¿sonreír?

Una vez que el grupo estuvo al completo, Olena dijo:

- Bien. Ya estamos todos, ahora puedes decirnos de que se trata.

Tragué e inspiré para darme el ánimo. Repasé mis líneas para decir lo que tenía que decir sin errores. Era una noticia que iba a trastocarles.

- Lo que tengo que decirles no es otra cosa que una buena noticia- Me quedé callada y todos me miraron con los ojos bien abiertos y las cejas alzadas, incitándome a continuar. Carraspeé y proseguí- Hace unos mese encontramos a Dimitri…

Las caras pasaron de la expectación a expresiones de dolor, molestia e incomodidad. Para ellos el que Dimitri fuese un Strigoi era equivalente, o peor, a la muerte. Yo sabía que la mención de su nombre sin mayores explicaciones iba a causar molestia, pero consideraba necesario darles una pequeña introducción antes de decirles que estaba vivo.

- Hay más-  alcé la voz para que me prestaran atención otra vez-. Le encontré hace unos meses y luego ocurrieron otras cosas… el asunto es que tras algunas investigaciones descubrimos el modo de devolver a un Strigoi a su estado original, o por lo menos a un Strigoi que anteriormente fuese un Dhampir…

Los rostros de la familia de Dimitri se seguían trasformando de una emoción a otra. En esos momentos muchos de los ojos se encontraban vidriosos y la esperanza estaba comenzando a hacer el reflejo predominante de sus caras.

- Hace una cuantas semanas Dimitri y yo tuvimos otro encuentro, que finalmente resulto terminar con su sanación gracias a la princesa Dragomir, mi amiga Lissa…- Si bien aún estaba dolida por esa devoción de Dimitri hacia Lissa y su falta de agradecimiento hacia mí, no iba a quitarle merito a lo que Lissa había hecho a final de cuentas-… lo que significa que Dimitri es Dimitri otra vez. El mismo de siempre- … “por lo menos en apariencia y para el resto del mundo” me dije a mi misma.

Muchos tragaron aire radiosamente y los sollozos de alegría se elevaron. Los abrazos, las risas y el llanto se mezclaban en la habitación.

-¡Mi hijo!, ¡Mi Dimka está vivo!- decía Olena mientras abrazaba a Sonya, la otra hermana de Dimitri.

- Si- dije sobre el hombro de Karolina, quien seguía abrazándome.- El está vivo y en buenas condiciones. En este momento debe estar en la ciudad Real. Aún no puede salir del país, pues hay algunas cosas que deben solucionarse… pero supongo que dentro de poco tiempo podrá comunicarse con ustedes.

Karolina me soltó para que Olena pudiera tomar su lugar.

- ¡Gracias, mil gracias!- repetía una y otra vez la madre de Dimitri- Has sido una bendición. Dimka debe de estar agradecido a los cielos por tener a una chica como tú a su lado. ¿Quién más habría hecho lo que de seguro has tenido que hacer para traerlo con nosotros de regreso?- me apretó con más fuerza.

No tuve el ánimo de desmentir su suposición acerca de mi relación con Dimitri. El momento no era el correcto. Ellos estaban felices y celebrando el hecho de que el miembro más querido de su familia estaba vivo y que dentro de poco, en comparación con la idea de una perdida eterna y permanente, lo tendrían entre sus brazos para poder mimarlo.

Los abrazos continuaron, por lo que me aparté un poco y fui a situarme al lado de Sydney, que había permanecido apartada de toda esa euforia.

- No lo negaste- me dijo una vez estuve muy cerca de ella.

- No. Tal vez lo haga más tarde si queda algo de tiempo… si no es así, Dimitri se los dirá cuando los vea.

Sydney se limitó a asentir con la cabeza, concordando conmigo.

Golpes firmes se sintieron provenir de la puerta de entrada. Victoria salió como un rayo a atender.

A los pocos segundos regresó de la mano de un chico Dhampir bastante alto de cabello color bronce. Era Nikolai *** Este Nikolai no es Nikolay***

Mis ojos se abrieron como platos y me quede mirando a Victoria fijamente. Ella se dio cuenta y sonrió tímidamente, algo sonrojada.

- Debes de recordar a Nikolai- dijo ella.

- ¡Claro!- contesté, acercándome a ellos y tendiendo una mano para estrechar la del muchacho- Es bueno verte otra vez, Nikolai.

- Lo mismo digo- contestó el muchacho, quien había sido amigo de Victoria para el momento en que los visité por primera vez, y quien se encontraba enamorado de la muchacha sin ser correspondido. Nikolai sonreía de oreja a oreja, mirando con completa admiración a Victoria.

- Ustedes dos hacen una pareja perfecta- dije sonriéndoles a ambos- Me encanta verlos juntos.

Victoria y Nikolai se miraron al mismo tiempo y sonrieron con complicidad.

- Supongo que debo darte las gracias- Nikolai me miraba con un brillo de diversión en los ojos- De no haber sido por ti Victoria no estaría conmigo ahora.

Lo miré extrañada por lo que me estaba diciendo, por lo que él se apresuró a explicarse mejor.

- Ella me contó lo que hiciste afuera del bar con el Moroi ese- “Moroi” fue escupido como comida rancia.

- No hay nada que agradecer. Hice lo que me pareció correcto. El resto es merito tuyo… de ustedes.

Yeva se acercó a nosotros y me dirigió la palabra.

- Me gustaría hablar contigo unos minutos.

- Por supuesto- contesté, algo sorprendida sin saber por qué.

Victoria sonrió enfundándome valor. Me alejé del grupo tras el paso de Yeva, que se dirigía hacia la sala de estar de la casa.

Nos quedamos de pie una frente a la otra sin hacer nada más que mirarnos fijamente. Los ojos de Yeva brillaban con conocimiento y sabiduría.

- Usted lo sabía…- me di cuenta de que para la abuela de Dimitri la noticia no había significado ninguna novedad real. Esta feliz porque su familia lo estaba, no porque la noticia resultara ser una sorpresa. Mis palabras habían sido más bien acusatorias.

- Si- contestó la anciana-, pero necesitaba una confirmación.

- ¿Una confirmación?- repetí- Siempre necesita que le de confirmaciones, al parecer- dije molesta- ¿Cómo es posible que haya ocultado semejante noticia a su familia todo este tiempo?

- No podía ilusionarlos con algo de lo que no estaba segura. De no haber estado en lo correcto hubiera sido como volver a matarlo y nadie, nadie de nosotros está preparado para volver a perderlo.

- Creo que tiene razón…- mi enojo se disipó.

- No pierdas la fe, muchacha- dijo crípticamente.

-¿Ah?

- No pierdas la fe- ¿En que no debía perder la fe? Había tantas cosas que debía hacer y ninguna de ellas era fácil, ni podía darlas por hecho como resultados favorables.- Estos días serán duros y sólo tú tienes la fuerza para conseguir lo que es necesario que se haga. Simplemente no te des por vencida.

- ¿A qué te refier…

- Rose, tenemos que irnos- Sydney estaba a unos cuantos pasos y su voz era apremiante. Me giré para mirarla y pude ver que su rostro estaba algo pálido.

Miré hacia a Yeva, pensando aún en lo que me había dicho y en las preguntas que quería hacerle. Finalmente dije:

- Tendré presente tus palabras.

- Con eso será suficiente- contestó la abuela.

Caminamos hacia la cocina e intentamos hacer que la despedida fuese corta. Me había dado cuenta de que Sydney estaba enterada de algo que estaba fuera de mi radar.

Más abrazos y palabras de agradecimiento. Prometí volver a pasarme por la casa si me quedaba tiempo antes de regresar a América, aunque no era nada seguro.

Victoria y Nikolai nos despidieron en la puerta, preguntando si podían ir visitarnos en un par de días a Krasnoyarsk. Les contesté que no era muy seguro debido a mis “motivos de visita a la ciudad”, pero si llegase a existir la posibilidad los llamaría, así que intercambiamos números telefónicos. Un par de abrazos más y ya estábamos de camino a subirnos al coche. Una vez dentro del vehículo dije:

- ¿A qué se debe  el apuro repentino?

- Tengo un mal presentimiento- contestó Sydney.

- ¿Eres vidente o qué?- me reí ante la posibilidad. Yave lo era, pero no sabía que la humana tuviera dones parecidos.

- No- Syndey me miraba severamente- Pero siento que debemos regresar antes de que oscurezca. Tengo la sensación de que es mejor que regresemos directamente a la casa de huéspedes.

- Eso no va a ser posible. Hoy nos vamos de fiesta.

- ¿A qué te refieres con eso?

- Digo que hoy nos toca conocer a los dueños de casa- Esa noche iba a buscar al tal informante de Abe, y matar unos cuantos Strigois no estaba fuera de la lista. 



Capitulo 22

En la casa de huéspedes nos organizamos para poder salir en búsqueda del informante de Abe. En el mismo estilo de camuflaje, Nikolay fingiría ser mi hermano hasta donde nos durara la mentira. Si los Strigois me veían de cerca probablemente me reconocerían al instante.

Sydney seguía algo paranoica con lo de su “mal presentimiento”, así que pretendía quedarse con nosotros. Al final de cuentas terminamos planeado el camuflaje de ser un grupo de estudiantes viajeros americanos en busca de diversión a lo loco y grande. Nos dirigiríamos a las discoteques y pubs más concurridos, pareciendo un grupo de descarriados dispuestos a gastar dinero para divertirse. Lo primero era llegar a contactar a los siempre disponibles Strigois recién iniciados e inexpertos que pasaban su tiempo en ese tipo de lugares, bebiendo de humanos drogados o tan borrachos que ni cuenta se daban de que les estaban chupando la vida directamente de su vena.  Esos mismos descuidados Strigois eran nuestro primer enlace al hombre del millón: el informante de Abe, un Moroi que se ganaba la vida vendiendo información valiosa.

Según los datos que Abe que me había entregado, el Moroi solía quedarse en uno de los tres principales locales nocturnos en su estadía en la ciudad de Krasnoyarsk. Si no lo encontrábamos en uno de esos tres lugares íbamos a tener que trasladarnos a la ciudad de Novokuznetsk, otro de sus usuales parajes de residencia en Siberia. La lista se alargaba a unos tres lugares más, los cuales pensaba recorrer hasta dar con el muy maldito.

Los disfraces llegaron. Las pelucas rubias y la ropa de fiesta junto con el maquillaje. Sydney tuvo que salirse de su típico traje formal para pasar a ser una chica con ganas de DI-VER-CION. Yujuuuu…

Para mi fue como regresar a mis días de fiestas, aunque sin el ánimo con el que en ese tiempo asistía a ese tipo de reuniones.

- Odio esta ropa- dijo Sydney mientras se miraba en un espejo de cuerpo completo. A mi parecer el atuendo le era favorecedor.

- Yo creo que deberías vestirte de ese modo más a menudo- Ella llevaba unos pantalones negros ajustados con un top azul. Como su cabello era naturalmente rubio, su peluca era de un negro azabache, con un corte moderno: más largo hacia adelante, a la altura de la barbilla, y más corto hacia atrás. Yo, por el contrario, llevaba una peluca de cabello rubio, liso y largo, y vestía un jeans azul y una camiseta sin mangas blanca con una chaqueta de cuero de corte italiano.

- Así como te ves, Sydney, estoy segura de que hasta los humanos querrán dar una mordida a tu cuello- le dije sonriendo.

A ella mi comentario no le hizo mucha gracia. Se detuvo un momento para dedicarme una mirada acecina y luego continuo tratando de ensanchar su top para que no le quedase tan ajustado.

Estábamos dando los toques finales a nuestros atuendos cuando dieron un par de toques firmes a la puerta de mi habitación.

- Cinco minutos para salir- dijo desde el otro lado Mkhail.

- Bajamos en seguida- grité de regreso.





Treinta minutos más tarde estábamos frente a la entrada de la primera discoteque en nuestra lista.

Mikhail, Nikolay, Sydney y yo entramos todos juntos, riendo y empujándonos entre sí como un alegre-alegre grupo, mientras el resto de Dhampirs ingresaba de forma más discreta, simulando ser simples clientes del local.

Nuestro cuarteto, una vez adentro, se dirigió a un lugar cercano a la barra.

- ¿Ven algo?- dije sin dejar de mirar de un lado a otro buscando los característicos rasgos de los Strigois o esperando sentir la molesta sensación de mareo al estar cerca de uno de ellos.

- Nada- contestó Nikolay, haciendo su propio escáner por el lugar-. Creo que deberíamos movernos por la pista y el pasillo.

- Buena idea- Como quería evitar mayor cercanía con el Dhampir, decidí salir con Mikhail- Voy con Mikhail. Quédense aquí- Miré a Sydney y a Nikolay, quienes no pusieron muy buena cara- Luego cambiamos- agregué para dejarlos algo más felices, así ellos también podrían bailar si les apetecía, aunque dudaba que Sydney fuera a hacerlo... Tomé a Mikhail del brazo y casi tuve que arrastrarlo hasta la pista de baile.

-¡Yo no sé bailar!- grito Mikhail entre el sonido de la música y los gritos de la gente a nuestro alrededor.

- ¡No es necesario que sepas!- dije tan alto como pude para que me entendiera- ¡Sólo muévete de un lado a otro, agita los brazos y mueve los pies de vez en cuando- Realicé los movimientos para apoyar mis palabras- No puedes ser taaaaan malo!

-¡La palabra “malo” no alcanza a describir con precisión mi habilidad en el baile!

- ¡Vamos!, ¡Se supone que tenemos habilidades físicas! ¡Esto es sólo coordinación!

Mikhail comenzó a moverse y resultó ser tal cual había predicho. Era realmente espantoso. Di gracias al cielo por el hecho de que la pista estuviera tan llena que su penoso intento de coordinar los pies no fuese evidente ni visible. De todos modos lo animé mientras seguíamos observando desde nuestro puesto. Moviendonos poco a poco por la pista, entre empujones y saltos, buscando Strigois.

En algún momento Nikolay apareció a nuestro lado. Se puso a bailar a mi costado, lo que me hizo merecedora de muchas miradas femeninas de envidia pues el Dahmpir bailaba de maravilla.

- ¿Qué estás haciendo?- le pregunté- ¿Dónde está Sydney?

- Allí- Nikolay hizo un gesto con la barbilla para indicar hacia  Sydney, quien miraba hacia su izquierda fijamente desde la barra- Hay clientela bastante interesante haciendo su ingreso a la fiesta.

Miré hacia donde Sydney y, ahora Nikolay, miraban.

Dos Strigois estaba parados en la puerta de entrada, conversando con el guardia.

Todos mis sentidos se pusieron a alerta, aunque las nauseas seguían sin aparecer.

Los Strigois se adentraron un poco más y… ¡ah!, si… ¡Allí estaban las nauseas!

Con calma salimos de la pista para regresar junto a Sydney. Nos quedamos ahí sin perder de vista al par de vampiros que se movían como gatos en una carnicería. Tenían una interesante apariencia algo gótica que hacía que varias de las muchachas voltearan a darles una segunda mirada de admiración. 

- ¿Esperamos a que salgan con una víctima?- me preguntó Mikhail.

- Si. Vamos detrás del primero que cruce la puerta.

No tuvimos que esperar mucho para eso.

El Strigoi más alto salió camino a la puerta de emergencia, que se encontraba al fondo del local, acompañado de una linda y gótica muchacha de cabello negro. El segundo Strigoi permaneció entre la gente, engatusando a una chica de cabello naranja que se encontraba en pleno centro de la pista de baile.

Dejamos a Sydney en la barra y el resto nos fuimos cautelosamente a la siga del primer Strigoi. Llevaba mi estaca firmemente sujeta en la mano derecha, sin sacarla de la cinturilla de mis pantalones.

Esperamos a que la puerta se cerrara y nos quedamos escuchando tras ella. Cuando nos pareció oír un forcejeo, empujamos con fuerza para salir lo más rápido posible al exterior.

Nos pillamos con el Strigoi pegado al cuello de la muchacha, que daba débiles e infructíferos manotazos contra el cuerpo del no-muerto.

Mikhail fue el primero en lanzarse contra el Strigoi, propinándole un fuerte golpe en la nuca que hizo que el vampiro se tambaleara, soltándose de la morena que calló desgarbadamente al suelo.

El Strigoi se sobrepuso con una sacudida veloz y arremetió contra Mikhail lanzando un puño contra su cara, que dio de lleno en el pómulo izquierdo del Dhampir.

Nikolay acudió en su ayuda, lanzándose como un torpedo contra el Strigoi. Lo empujó con tal fuerza que hizo que el vampiro chocara de espaldas con la pared cercana a la puerta de escape. Nikolay intentó clavarle la estaca en el costado, pero el Strigoi se deshizo del agarre con un cabezazo a la nariz de Nikolay. El Dhampir trastabilló hacia atrás, casi cayendo al suelo y el Strigoi aprovechó la ventaja para cernirse sobre él y terminar así de despedazarle la cara. Percatándose de las intenciones del Strigoi, Nikolay, se dejó caer al suelo para flectar las piernas y recibirlo con una patada doble en el estomago que dejó al Strigoi inclinado sobre sí mismo.

Aproveché el momento para tomar desde atrás al Strigoi con una mano por la garganta y hundir mi estaca hasta casi tocar su corazón con la otra por la espalda. El vampiro se quedo completamente quieto.

- Eso es- le dije al oído- Ni se te ocurra hacer algo estúpido como intentar golpearme porque, en el momento que lo hagas, el milímetro que separa mi estaca de tu corazón desaparecerá, junto con tu existencia.

- Maldita bruja…- masculló el Strigoi.

- Cuida tus palabras, imbécil- le amenazó Mikhail, acercándosele de frente con la estaca en mano- No estás en condiciones de ser irrespetuoso con la dama.

- Será mejor que te muestres respetuoso y colaborador, como debe ser- agregó Nikolay.

- Ya escuchaste a los hombres- dije esta vez en voz alta-. Será mejor que cuando te pregunte algo conteste de buena gana y con una sonrisa en los labios.  Ahora, necesito que me digas como contactar con el “Cartero”- Sip. Ese era el apodo que tenía el Moroi dedicado al tráfico de información- ¿Lo conoces?

El Strigoi dedicó una mirada cargada de odio y amenazas a los dos Dhamphirs que tenía frente a él. Como a mí no podía verme, tuvo el agradable gesto de girar su cabeza en sentido contrario a la mía, como para dar a entender con ese movimiento que despreciaba mis palabras.

Como el vampiro no estaba hablando, removí un poco la estaca en el interior de su cuerpo. Lo suficiente para causar dolor y el grado de alarma necesario para impulsar las palabras por su boca.

- ¿Lo conoces?- repetí, sosteniendo fuertemente mi estaca.

- Si…- Escupió el vampiro.

La puerta de escape se abrió abruptamente y desde el interior una chica de cabello color zanahoria y el Strigoi faltante hicieron acto de presencia.

Mikhail y Nikolay se abalanzaron sobre el recién llegado, quien se agarró del cuello de la mucha, desgarrando la piel de allí  y utilizando su cuerpo a modo de escudo humano.

El Strigoi mantuvo la boca pegada al destrozado musculo mientras retrocedía, alejándose de nosotros.  Los Dhampir se le aproximaban con cautela, pero sin grandes avances puesto que el vampiro hundía más y más los colmillos con cada paso acortado en distancia.

- Eres un maldito cobarde- N ikolay mantenía la estaca a un costado, sujeta con fuerza- Suelta a la chica y da la cara, pedazo de mierda.

- No soy estúpido- El Strigoi dijo a lamiendo el agujero que había dejado en el cuello de la muchacha y afirmando su cuello con una mano, preparado para quebrarlo ante cualquier movimiento inesperado por parte de los Dhampirs.

La chica tiritaba visiblemente. No había perdido la conciencia aún, pero estaba en completo estado de shock, con los ojos desorbitados. Lanzó un sollozo estrangulado cuando el Strigoi dio una segunda lamida a su cuello, junto con otro mordisco.

En mi puesto, removí con más fuerza la estaca dentro del Strigoi.

- Dile a tu amigo que será mejor que suelte a la muchacha si sabe lo que le conviene.

- El no me hará caso- fue su respuesta.

- Inténtalo.

- No.

Ok. Suficiente con la paciencia y todo ese rollo. Al fin y al cabo, quedaba el Strigoi recién llegado para conseguir información en última instancia, y siempre era mejor deshacerse de uno de ellos.

Con un empuje rápido de la muñeca enterré lo que quedaba de estaca en el corazón del Strigoi. Su cuerpo se puso totalmente rígido al segundo, y luego se desplomó.

Lo deje ahí para acompañar a Mikhail y Nikolay que no perdían de vista al Strigoi que quedaba.

El vampiro se dio cuenta de que su compañero había pasado a mejor vida, lo que hizo que aumentara su ansiedad y ya no se veía tan confiado y controlado como hace unos segundos atrás. Cometió la estupidez de intentar guiarse de vuelta a la puerta de ESCAPE extendiendo la mano hacia atrás y soltando parte del agarre que tenía sobre la muchacha. Fue tan estúpido como los actos de las rubias y tontas muchachas de películas de terror que mueren al principio de la historia. Esto dejaba claro que el Strigoi era un recién iniciado en esa nueva vida.

Con su falla de movimiento, Mikhail aprovecho de quitarle a la chica de los brazos y Nikolay se interpuso en su camino a la puerta, enterrando la estaca en el costado del Strigoi y obligándolo así a mantenerse muy quieto en su puesto.

- Espero que ahora te muestres más colaborador- dije- Tu amigo no lo fue.- Mire hacia el cuerpo tirado en el suelo para dar mayor énfasis.- Necesitamos saber si conoces al Cartero.

El Strigoi nos miró con ojos desorbitados, como un venado asustado. Era tan raro ver a un Strigoi pareciendo tan indefenso.

- Si.

- Muy bien, así me gusta.- Nikolay le dio unas palmaditas en la cabeza, como acariciando a un perro bien entrenado.

- ¿Sabes dónde encontrarlo?- pregunté.

- Si.

Dos de dos.

- ¿Dónde está?- preguntó Mikhail.

- Se supone que hoy teníamos que reunirnos con él en el bar TORMENTA, en un par de horas.

Genial. Nos habíamos encontrado con trabajadores del mismísimo Cartero.

- ¿Trabajas para él directamente?- quise saber.

- No. Trabajo para uno de los Jefes de la zona- Por jefe de seguro se refería a uno de los Strigois de mayor poder en Siberia.

- ¿Entonces por qué acudes tú a la reunión?- le preguntó esta vez Nikolay.

- El Jefe dijo algo acerca de presentarnos un plan mayor. Dijo que quería proponernos un trabajo especial… no explico en qué. Dijo que eso lo hablaríamos en la reunión.

Doblemente genial. Acabamos de dar con el premio gordo. Directo a una reunión con la elite de Siberia. Nos íbamos a ahorrar las molestias de andar buscando de a uno en uno. Todo en el mismo paquete, en una sola noche. Información y un par de Strigois bajo tierra, todo incluido.

- Pues, entonces… nos vamos contigo- dije sonriente.

- Rose…- esa vocecita de Mikhail decía que no estaba de acuerdo con mi idea- No creo que sea buena idea ir a meterse en la boca del lobo así nada más.

- Tranquilo. Tenemos al comando especial de Rambo preparado por si las dudas. Va a ser pan comido.

- Estoy con Rose. Somos un buen equipo de Dhampirs entrenados. No habrá problema- agregó Nikolay.

- Además, piensa Mikhail, no vamos a encontrar otra oportunidad mejor que esta. Ha sido una suerte dar con el Cartero tan rápido.

Los ojos de Mikhail mantenían la duda y el recelo, pero al final accedió de todos modos.

- Abe va a matarnos cuando se entere de esto…- dijo con voz quejumbrosa el Dhampir.

- No nos va a matar porque no es necesario contarle cada detalle de lo que hacemos- Me acerqué a él y le di un apretón en el hombro.

- Ahora, voy por Sydney. Luego… a seguir la fiesta en TORMENTA, ¿verdad, amigo?- pregunté con una ceja alzada hacia el Strigoi.

El vampiro me miró con horror en los ojos y no contestó.

- ¡Oh, vamos!- Nikolay meneo la cabeza con disgusto- Camina, pequeño gusano- Le dio un empujón, manteniendo la estaca entre las costillas del lado izquierdo del Strigoi y lo condujo hacia nuestro vehículo que se encontraba a sólo un par de cuadras de distancia. Mikhail lo sujetó del otro lado y juntos se encaminaron hacia la siguiente calle- Las esperamos en el coche- gritó sobre su hombro Nikolay.

- Nos vemos allí- contesté, y luego me adentré de vuelta a la discoteque en busca de Sydney.



Capitulo 23

Regresar al interior de la discoteque fue como meterse en un tanque de gas sin mascarilla. El aire se había cargado, dejando un pesado olor a tabaco, cerveza, sudor y otras cosas. En los minutos que habíamos permanecido afuera, manteniendo nuestra “pequeña amistosa charla” el local se había llenado aún más, por lo que me costó moverme entre la gente para poder alcanzar la barra. Di tantos empujones y codazos que hasta perdí la cuenta.

Al llegar a la barra no pude encontrar a Sydney. Miré hacia la pista de baile sin dar con ella. Como no aparecía por ningún lado decidí ir a ver al cuarto de baños femenino… y nada, tampoco estaba allí. Incluso me adentré en el baño de varones, por si acaso… pero tampoco la encontré en ese lugar.

Regresé hacia la barra con el pulso acelerándose cada vez más en mi pecho, porque así como habían hecho ingreso dos Strigois, también podían haber entrado más durante el tiempo que estuvimos fuera sacando información a golpes a los dos primeros.

Seguí mirando hacia la pista de baile, rogando por el milagro de encontrarla entre la multitud de cuerpos que se agitaban al ritmo de la música tecno. Buscando nuevos Strigois que pudiesen ser los culpables de su desaparición…

Por el rabillo del ojo alcancé a captar una pieza de tela color azul eléctrico.

Me gire de lleno hacia la dirección de la prenda, sintiendo una oleada esperanza y urgencia.

Era ella… y no estaba sola.

Me acerque hacia su puesto, sin lograr reconocer a la segunda persona. Al llegar hasta su lado me di cuenta de que se trataba de uno de los Dhampirs del grupo.

Sydney tenía cara de pocos amigos y se encontraba de brazos cruzados.

- ¿Por qué no estabas en la barra?- dije acusatoriamente.

Sydney elevó una ceja, con gesto de “¿Por qué tendría que darte explicaciones?”

- Me has asustado- ahora mis palabras salieron algo más suaves- Pensé que te habías encontrado con más Strigois.

- La hemos estado vigilando- acotó el Dhampir- Me acerqué a ella por que un grupo de humanos la estaba hostigando.

Sydney asintió con la cabeza, sin mucho ánimo.

- Ah. ¿Han visto algo más mientras estábamos fuera?- le pregunte al Dhampir.

- Todo tranquilo.

- Ok. Ahora nos vamos. Reuné al resto del grupo disimuladamente y diles que nos sigan en los otros vehículos. ¿Sabes dónde queda la discoteque TORMENTA?

- Por supuesto- contestó.

- Genial, porque es allí hacia donde nos dirigimos. Salgan ahora mismo. Nos encontramos allá- Tomé a Sydney de un brazo para guiarla hacia la puerta de ESCAPE, dispuesta ya a salir, cuando recordé algo más. Me giré hacia el Dhampir antes de marcharnos-. Cuando entren tengan cuidado. Nos estamos metiendo en la maldita base del informante de Abe así que de seguro nos encontraremos con unos cuantos Strigois por los alrededores. Intenten pasar desapercibidos el máximo de tiempo, y actúen sólo sin las cosas se ponen realmente feas. Es importante el factor sorpresa.

El Dhampir hizo un notorio asentimiento de cabeza y luego se dio la vuelta para adentrarse en la masa de cuerpos.

Con Sydeny comenzamos a caminar hacia la puerta. Una vez fuera, en la calle, la alquimista pregunto:

- ¿Cómo es eso de que nos vamos a meter en la “base del informante”?- Nos detuvimos junto al cuerpo del Strigoi muerto. Sydney estrechó los ojos, mirándome con indignación- ¿Esto es obra tuya, verdad?

- Si…- alargué la palabra porque sabía que iba a recibir una reprimenda.

- ¡Odio que dejen los cuerpos por cualquier sitio!- Sydney estaba “bastante” molesta. Sacó de uno de los bolsillos de su ajustado pantalón una bolsita transparente con unos polvos de color azul. Se acercó más al cadáver y comenzó a espolvorear el polvillo sobre el cuerpo- ¿Cuándo será el día en que los Dhampir se vuelvan más ordenados?...- seguía regañando, en una especie de monologo furioso. Masculló unas cuantas palabras más que no alcancé a entender mientras el cuerpo del Strigoi comenzaba ya  a desintegrarse con rapidez.

- Espero que nunca me confunda entre eso- miré significativamente la bolsita que Sydney aún sostenía entre las manos- y los polvos de maquillaje-. Se parecían mucho a una sombra para ojos que tenía en mi estuche de maquillaje. Me dio un ligero dolor de estomago pensar en lo que ocurriría si una confusión como esa se diera. La falta de parpados no era una imagen deseable.

Sydney me dedicó otra mirada molesta y luego se puso a caminar hacia la calle. La alcancé a los pocos pasos y me dispuse a explicarle de forma resumida lo que habíamos descubierto en el callejón y hacia donde nos dirigíamos ahora.






A las afuera de TORMENTA la gente se encontraba agolpada en la entrada, junto con una extensa fila que se situaba junto a la pared.

Estacionamos el coche a un par de cuadras y luego regresamos caminando hasta la puerta. Nikolay y Mikhail se nos adelantaron hasta el par de guardias y mantuvieron, algo así, como una amistosa conversación en la que hubo dinero de por medio. Un par de segundos más tarde estábamos haciendo ingreso en el local mientras detrás de nosotros se alzaban voces molestas quejándose.

Yo mantenía medio abrazado a nuestro “rehén” Strigoi. Al salir de coche había puesto mi brazo por debajo de su chaqueta, manteniendo sujeta la estaca que habíamos dejado ahí desde el encuentro fuera del primer local donde lo encontramos. A simple vista dábamos la impresión de ser una pareja, aunque el vampiro no parecía estar muy feliz de tenerme a su lado…

Mikhail habló por su auricular para dar indicaciones al resto del grupo. Seguramente también tendrían que sobornar a los guardias con bunas cantidades de dinero para poder entrar.

Caminamos sin prisa hasta la barra, observando el ambiente.

Sin duda esta discoteque tenía mucho más estilo y clase que la anterior. La gente aquí vestía ropa de marca. La pista de baile era amplia e iluminada con luces desde diversos ángulos, parpadeantes al ritmo de la música. Las mesas se encontraban concentradas en lugares más elevados en las esquinas del sector más amplio. Desde la barra podía verse un segundo piso donde se encontraba el área VIP y una oficina de vidrios opacos que reflejaban algunas de las luces que alcanzaban hasta allí.

No nos quedamos en la barra. Decidimos instalarnos en una de las mesas de la esquina que mejor vista tenía hacia el sector VIP. Una joven y guapa mesera se nos acercó y pedimos algunas cervezas.

- ¿Ven a alguien?- Nikolay dio un sorbo de su vaso mientras miraba disimuladamente hacia la pista.

- Nadie de nuestro interés- contesté, mirando hacia las mesas contiguas- ¿Reconoces a alguno de los tuyos?- le dije al Strigoi, sin dar tregua al agarre de la estaca.

Para darle un poco de crédito al maldito, puedo decir que su cara no denotaba dolor alguno… excepto cuando cambiaba el peso de mi mano sobre el agarre. En eso momentos su cara se desfiguraba ligeramente, contrayéndose por el dolor mientras su cuerpo se tensaba entero. Intentaba no parecer tan afectado, pero el poder de la estaca lo estaba afectando. Sus movimientos eran ya menos fluidos y al hablar su voz dejaba en claro que estaba agotado.

- Si- dijo el Strigoi- Ese de allá- señaló con la barbilla hacia un rincón cercano a un pasillo al costado de la barra- es uno de los Morois que trabaja para el Cartero. Envía mensajes y hace de relacionador público.

- ¿Puedes presentarnos?- pregunté.

- Supongo que sí. He hablado un par de veces con él. Tiene debilidad por las chicas lindas, sobre todo las morenas- El muy estúpido se atrevió a darle una mirada lasciva a Sydney. Le enterré un poco más la estaca a cambio.

Los dos Dhampirs se tensaron en sus puestos y lo miraron con odio. Sydney estaba completamente asqueada por el comentario y miraba al Strigoi con la misma cara de “quiero despellejarte vivo” que le daban Mikhail y Nikolay.

- Cuidado, cuidado…- dije cerca de su oído, pues seguía media abrazada a él- Aquí tu cita soy yo.

El Strigoi agacho la cabeza, ocultando el dolor, aunque un pequeño quejido alcanzó a escaparse de su garganta.

-¡Steve!- gritó alguien. El grupo miró hacia la voz del cuerpo que se dirigía hacia nosotros. Para mi sorpresa se trataba de un Strigoi.

Pegué los labios al oído de Steve.

- Has como si fuera tu cita de esta noche. Que parezca real, sino… ya sabes- Di un pequeño golpe con un dedo en la estaca. El Strigoi asintió casi imperceptiblemente.

-¡Jay!- contestó Steve, en una muy buena actuación de tranquilidad y sorpresa grata.

- Llegas temprano. ¿Dónde está Greg?- El Strigoi de nombre Jay nos dio una curiosa mirada. Se detuvo algunos segundos más en Sydney y en mí, pero no de forma sospechosa, sino más bien calculadora.

- Ocupado con un tentempié.

- Muy típico- Jay rió un poco.

- ¿No vas a presentarnos?- Puse mi otra mano en el hombro de Steve, recargándome en él, y sonreí coquetamente al otro Strigoi. Internamente rogaba para que el nuevo vampiro no se diera cuenta de que éramos un grupo de Dhampirs, aunque no sabía si aquí en Siberia y en el circulo de mafia interno, para ellos salir con los de nuestra clase era normal o no.

De todos modos, si ya había captado o no lo que éramos, no parecía para nada preocupado. Eso quería decir que por lo menos nuestros disfraces estaban siendo efectivos manteniendo nuestra verdadera identidad oculta.

- Jay, este es un grupo de turistas americanos que conocí en otro bar. Podrás ver que tengo un agradable par de señoritas por compañía.- Steve sonrió socarronamente.

- Lo veo- dijo el Strigoi- Muy agradable- Medio una sonrisa torcida, dejando ver la punta de uno de sus colmillos.

Dejé que mis ojos se ampliaran, como maravillados por la visión de sus dientes. Jay sonrió complacido.

-¿Te gustan?- Sonrió extensamente para dejar a la vista ambos colmillos.

- ¡Si! Son extremadamente sexys. ¿Ustedes pertenecen a alguna tribu local o algo así? ¿Dónde se han puesto esos colmillos? Parecen tan reales…

Jay sonrió, ahora sin mostrar nada. Parecía encontrarse  divertido e irritado a la vez.  Suponía que se debía a que yo estaba comparando su naturaleza con moda de niños.

- Si. Pertenecemos a un clan especial- contestó.

- ¿Es un tratamiento muy caro?- preguntó Nikolay, asiendo uso de su falso acento americano, señalando con la barbilla hacia la boca del Strigoi- Tengo una amigo en Nueva Orleans que se hizo un trabajo como el de ustedes, pero no le quedo tan bien. Se le astillo uno de los colmillos mientras cenábamos en un restaurant de “todo lo que puedas comer”.

Al parecer el comentario del Dhampir no le hizo mucha gracia al Strigoi, quien respondió con una fría mirada:

- No tengo de que preocuparme. Puedo asegurarte que los míos nunca me han fallado…

Un gran grupo había llegado al local… habían Dhampirs escoltando a un Moroi, y junto a ellos un par de Strigois, como si fuese lo más común del mundo ver una conformación de grupo así.

Jay se giró ligeramente para seguir al grupo con la mirada mientras hacían su asenso a la sección VIP por la escalera. El resto de nosotros imito el gesto.

Podía apostar a que el Moroi en el centro era el Cartero. Steve confirmo mi suposición.

- El del traje gris, al centro, es quien buscas- tuve que leer sus labios para poder entender.  Asentí con la cabeza.

- Steve, es hora- dijo Jay, el Strigoi- Luego podemos regresar junto a estas hermosas jovencitas- Nos dio una sonrisa insinuosa a Sydney y a mí, pasando de largo por Mikhail y Nikolay, como si no estuvieran presentes- Si nos disculpan, tenemos algunos asuntos pendientes que atender- Dio unos pasos hacia atrás, esperando a que Steve se reuniera con él para dirigirse al segundo piso. Como Steve no se movió, el Strigoi frunció el ceño.

Estábamos en un punto crítico.  Steve no podía moverse sin que yo le acompañase. Nuestro rehén me dio una mirada de soslayo… una mirada que fue percibida por el otro Strigoi.

- ¿Por qué la miras como si le pidieras permiso?- su tono de voz denotaba burla e incredulidad.

Steve se quedo callado… ni una maldita palabra salió de su boca.

- ¿Qué está pasando?- preguntó Jay, dándonos ahora una mirada más aguda a todo el grupo. Sus ojos entrecerrados. La desconfianza seguida de la sorpresa y por último la ira hicieron acto de presencia en su rostro.

Sólo pasaron dos segundos antes de que se armara la pelea del siglo.

Nuestra mesa salió volando por los aires para destrozarse en la pared del fondo con un golpe seco. Mikhail y Nikolay se precipitaron hacia Jay al mismo tiempo que el propio Strigoi mientras Sydney se apartaba rápidamente para refugiarse bajo de una mesa. Yo arrastre a Steve hacia un costado, con la estaca en su sitio, si es que no la había hundido unos cuantos centímetros más por el ajetreo.

Nikolay peleaba sin más armas que sus propias manos, propinando al Srigois puñetazos en el estomago intercalados con golpes al rostro cada vez que tenía la oportunidad. Mikhail hacía lo suyo con la estaca, aprovechando los espacios entre golpes para ensartar la estaca en el cuerpo del Strigoi.

Más Strigois comenzaron a llegar y nuestros chicos del grupo de Dhampirs se pusieron en acción. Las peleas se encendían como fogatas por todo el recinto.

Algunas personas intentaban escapar, corriendo hacia las puertas de salida, mientras que otras quedaban casi con la boca abierta observando los acontecimientos. Los humanos no podían creer la velocidad y fuerza de movimiento de los luchadores que estaban observando.

Un mal presentimiento, o mejor dicho, la realidad cayó sobre mí.

Los humanos del local no iban a salir con vida… no a menos que algún Moroi se apiadara de ellos y borrara sus memorias mediante coacción… pero dudaba que eso fuera a suceder.

Las peleas se habían vuelto mortales. Una gran cantidad de Strigois habían descendido desde el segundo piso para ayudar, junto con otros Dhampirs que trabajaban para el Cartero.

- Llego la hora de despedirnos, Steve- El Strigoi me miró con ojos desorbitados y antes de que pudiese decir algo, agregué- Gracias por la ayuda-. Y con un golpe preciso enterré el resto de la estaca en su corazón.

Deje su cuerpo ahí y me dispuse a ayudar con otra pelea cercana… y luego con otra y con otra.

Estaba peleando con uno de los Strigois cuando sentí un cuerpo derrumbarse sobre mí por la espalda. Me lo quite de encima y encontré a Mikhail retrocediendo con su estaca. Al parecer me había salvado la vida.

- Gra-cias- dije medio jadeando, cansada por la batalla.

Mikhail me dio una sonrisa cansada.

- Estamos en desventaja…- miró hacia la puerta de entrada principal de la discoteque, donde cinco Strigois, con una sonrisa en la cara, aparecían.

- Eso pare…- no terminé la palabra porque no hubo más tiempo para platica. Había que seguir peleando.

Mientras intentaba clavar la estaca en un rubio Strigoi, di una mirada hacia mis costados para asegurarme de cómo estaba mi gente.

Sydney se había agrupado con un puñado de humanos en una esquina mientras tres Dhampirs de los nuestros protegían el espacio, haciendo de barrera.

Nikolay luchaba  a unos cuantos metros de distancia con agilidad al igual que Mikhail.

Hasta el momento sabía que habíamos perdido a cinco de los nuestros. A uno lo había visto morir minutos atrás y los otros estaba tirados por los alrededores de donde había estado peleando… Seis. Habíamos perdido a seis. Podía ver desde mi posición a otro más sobre la madera del mesón de la barra.

Mikhail tenía razón. Esto había sido estúpidamente arriesgado.

Lo bueno era que de todos modos el Dhampir no tenía que preocuparse por lo que Abe pudiera decirle porque, si las cosas seguían al paso que iban, no íbamos a volver a ver a mi padre… o a nadie más. No a menos que ocurriera un maldito, o bendito, milagro.

Uno bien grande.



Capitulo 24

Alguna vez les ha ocurrido como en las películas… Estoy divagando un  poco, pero… quiero decir… eso que siempre viven los personajes principales cuando están a punto de morir. El torrente de imágenes en la mente, recuerdos de toda una vida… la última despedida de tu conciencia recalcándote todos los aciertos y metidas de mata que diste, ya sea en tu larga existencia o en tus breves años como parte de un todo…

Bien. Puedo decir que entre toda la batalla que se estaba librando, mi mente me dio el regalo de presenciar eso. Mejor dicho, una única imagen se implanto en mi cerebro con vida propia. No estaba segura de si era un recuerdo o una invención de mi inconsciente pretendiendo unir a mis seres queridos… pero lo agradecía de todos modos.

Tampoco sé como hacía mi cuerpo para prestar atención a los golpes que el Strigoi con el que estaba combatiendo intentaba darme mientras mi cabeza seguía ocupada y feliz en no perder detalle de la divertida interacción que las personas en mi mente estaban desarrollando.

Uno esperaría que en los minutos previos a sufrir una muerte dolorosa y cruel a manos de tu enemigo las imágenes en tu cabeza fueran amables. Algo así como un prado de flores con la gente especial de tu vida compartiendo una limonada en un día soleado, entre risas y animalillos correteando por los campos… completamente distinto a lo que estaba observando. Lo que mi mente reproducía era mucho más de mi gusto que un puñado de conejitos esponjosos.

Mis amigos estaban reunidos en un sombrío lugar, y estaban discutiendo ¡Qué sorpresa! Si claro… estos eran los pequeños detalles que valoraba de mi mente. A pesar de todo siempre fiel a la realidad. Ja Ja.

 Mía arrastraba hacia un pasillo a Jill, quien intentaba protestar a pesar de todo agitando los brazos. Lissa estaba completamente exaltada y con los cabellos desordenados alrededor de la cabeza. Le gritaba a Christian y Christian le contestaba exaltadamente también, intentando mantenerla en su sitio sujeta por los brazos. Por otro lado Dimitri y Adrian se miraba furiosamente el uno al otro a pocos centímetros de distancia entre sí, hablándose con gestos cortantes y duros al tiempo que Eddie los miraba de un lado a otro, tratando de calmarlos. Me asombraba la manera en que Adrian no retrocedía a pesar de saberse en desventaja, y por otro lado me alegraba ver, aunque fuese por cualquier motivo, que el fuego en los ojos de Dimitri aún permanecía ahí.

Lissa estaba diciendo ahora algo que llamó la atención de todos los reunidos. Miraron al mismo tiempo hacia un extremo del lugar en donde estaban…

Las imágenes se perdieron y en vez de los rostros de mis amigos lo único que podía ver eran luces tras mis ojos. Luces parpadeantes acompañadas de un intenso dolor al lado izquierdo de mi rostro.

El Strigoi había logrado darme un fuerte golpe en el pómulo izquierdo, uno que me había hecho perder el equilibrio y que me había dejado medio desparramada en el suelo, completamente indefensa.

El Strigoi me miró con una malvada sonrisa en los labios. Hizo unas señas y dos pares de manos me sujetaron cada brazo.

- Mi Señor- grito el Strigoi- La tenemos.

Las peleas se detuvieron y fui capaz de hacer un nuevo recuento de nuestras tropas.

Para mi alivio Mikhail y Nikolay seguían vivos, aunque en mal estado. Sydney y el resto de humanos seguían pegados unos a otros en la esquina del local, pero ahora sus guardias eran un grupo de Dhampirs que no pertenecían a los nuestros.

De nuestro grupo de combate sólo quedaban siete. Diez, contando a Nikolay, Mikhail y a mí.

Desde el segundo piso, en el área VIP, apareció el Morio de traje gris. Su sonrisa era de superioridad. Dio una mirada a todo lo que había quedado en el primer piso con gesto de desprecio y comenzó a descender las escaleras acompañado de un pequeño sequito de Morois y un par más de Strigois.

Al llegar a la pista de baile comenzó a caminar hacia mi dirección. Sus empleados retrocedían para dejarle espacio, arrastrando a sus presas (mi equipo de combate) como si fueran bolsas de basura.

- Rose Mary Hathaway, que sorpresa…- dijo el Cartero, aunque su cara no hacia juego con sus palabras. Allí sólo había una sonrisa burlona- Eres muy popular por estos lados, ¿lo sabías?

El Moroi tenía la apariencia de un hombre de mediana edad. Su piel  sumamente blanca y sus ojos de un celeste casi traslucido. Frio, muy frio.

- Tú debes ser el Cartero- dije al tiempo que mis captores me sujetaban con más fuerza.

- Así es. Y tú eres la hija del famoso Zmey. Encantado de conocerte- El Moroi extendió la mano para saludarme. Yo no hice ningún intento por moverme y devolverle el saludo.

El Cartero bajo la mano despreocupadamente, pero recibí un codazo en las costillas que me hizo soltar el aliento de golpe.

- Y, ¿Qué te trae por aquí junto a tus amigos, muchacha?

- ¿Te parece que a jugar Ruleta Rusa con tus empleados?- dije irónicamente. Recibí un puñetazo en el riñón por esas palabras. Mikhail y Nikolay gruñeron en sus puestos y recibieron sus propios golpes por intentar defenderme. Traté de responder otra vez con buenas palabras- Hemos venido por información y quien mejor que tú para dárnosla.

- Eso es correcto. Si se trata de información, soy el mejor.

- Aunque más bien vengo a exigir un reembolso, porque tu información ha sido defectuosa respecto a un tema que me interesa.

El Cartero junto sus manos frente a su pecho, formando una pirámide con los dedos.

- Dos cosas puedo decirte en cuanto a lo que expones: Una: No- Hay- Reembolsos. Nunca. Y dos: El que paga más, se lleva la verdad.

- Entonces tú sabias que la información que le diste a Abe era mentira…

- Claro- sonrió falsamente-. Abe pagó una buena suma por el dato, pero otra persona se le había adelantad,  pagando el triple por la verdadera información y por dar una pista falsa a tu padre.

- ¿Entonces quien es el verdadero hijo de Eric?- pregunté en un tono más bajo.

- ¿Tienes como pagar esa información? – preguntó el Moroi con una ceja alzada.

Desvié la mirada y pregunte:

- ¿Qué vas a hacer con nosotros?

- ¿Tu qué crees?

- No lo sé… Por algo estoy preguntándote- espere para recibir un golpe por mi atrevimiento, pero nada sucedió. Así que continué hablando- De todos modos no creo que nos mates. Tienes negocios con Abe, y no creo que vea con muy buenos ojos que hayas terminado con la vida de su gente.

- Creo que estas en un error con ese pensamiento- dijo el Cartero mientras se paseaba con calma frente a mí, con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón-. Primero, la vida de tu grupo de amiguitos de seguro le importa menos que un chicle pegado a la planta de su zapato…. Por otro lado, tú eres simplemente una Dhampir que conoció hace sólo unos meses. Puede que sea su hija pero…

- Veo que puedes hacer muy bien tus deberes cuando te lo propones- acoté ante su buen conocimiento de la relación entre Abe y yo.

- Y lo más importante- dijo mirándome fijamente y sin molestarse con mis palabras- Zmey puede ser influyente, pero yo soy quien manda ahora en Siberia. ¿Por qué crees que tu padre no puede pasearse como antes por estos lados? ¿Por qué no ha acompañado a su nueva pequeñita a buscar al hermano de su mejor amiga? Puedo hacerte desaparecer así- chasqueo sus dedos frente a mi cara- y el Señor Mazur no podría hacer nada.

Ok. El tipo sí que sabía cosas. Muchas. Posiblemente supiera más de mi vida que yo misma… y eso daba miedo. Hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.

El Moroi notó mi cambio y una sonrisa conocedora asomo a sus labios.

- Sé muchas cosas, Señorita Hathaway- casi ronroneó- Como por ejemplo, sé lo que ocurrió entre tú y el señor Belikov.

- No sé de qué estás hablando- intenté que mi voz saliera lo más firme posible.

- ¿No?- El Cartero había vuelto a iniciar su caminata frente a mí- Pues recuerdo haber escuchado algo acerca de él, tú y un colgante en forma de rosa… ¿Ahora si sabes de lo que estoy hablando?

Mi cara se desfiguro completamente. Lo sé porque sentí como mi mandíbula se tensaba en un intento por no dejarla caer.

¿Cómo demonios se había enterado el Cartero de la cadena y colgante encantados? Sólo había un reducido número de personas que sabíamos lo que había ocurrido en esa habitación por culpa del espíritu del colgante y estaba segura de que ninguno de ellos… Alto. Había una persona que no tendría escrúpulos en ocupar la información en su beneficio.

- Victor…- murmure.

El Cartero se detuvo otra vez frente a mí.

- Ding-ding-ding. Tenemos a una ganadora aquí, señores- dijo el muy cretino.

- Él te pagó para que le mintieras a Abe…

- Parece que te vas a llevar todo esta noche, suertuda- dijo con una sonrisa- Creo que debería cobrarte por toda esta información…

- ¿Y fue él quien robo la información de la sede Alquimista?- pregunté, esperando tener un poco más de suerte, ya que estábamos en esas.

- Casi correcto. Ya sabes que soy un traficante de información, y “esa” información estaba siendo requerida… así que mis hombres la robaron para mi cliente, quien efectivamente es el Moroi que has mencionado.

Mis amigos estaban con los ojos como platos mirando desde sus posiciones, con sus propios custodios sujetándolos por los costados.

Los miré como esperando que tuvieran un plan para escapar, pero ninguno de los dos dio señas de tener idea alguna de cómo salir de ahí.

Victor… ¡VICTOR! El Moroi que habíamos dejado libre. Que yo había dejado negligentemente libre al sacarlo de la cárcel. Me arrepentía sólo a medias. Después de todo, Dimitri había vuelto a la normalidad en parte gracias a la información que habíamos recaudado con el hermano de Victor, Roberto.

Ahora que ya sabíamos quién estaba detrás del robo y de la mentira de la identidad del hermano de Lissa era hora de salir corriendo de la discoteque. No teníamos el nombre verdadero del hijo de Eric, pero buscar a Victor podía ser más fácil que seguir tratando con el Cartero. Victor podría estar un poco loco, pero el Moroi que tenía frente a mi era despiadado y no tenía límites.

- ¿Cuánto te debemos por la información?- pregunté con un tono ligero, como si estuviéramos cerrando un trato.

- ¿De verdad piensas que puedes pagar?- El cartero había tomado una silla del suelo y se estaba sentando frente a mi, afirmando los brazos sobre el respaldo- Porque mi primera idea había sido matarlos a todos ustedes y terminar con esto. Me sentí… como decirlo… molesto, creo que es la palabra, por los destrozos que han provocado en mi local preferido y por la manera tan burda de intentar localizarme. Una llamada telefónica para concertar una cita hubiese sido mucho más agradable.

- No tengo tu número- dije conciliadoramente.

- Puede que eso ser cierto, pero no evita mi molestia.

El Cartero se puso de pie y dio una mirada evaluadora a todo lo que había a su alrededor. Al paso de unos segundos volvió a hablar.

- Ya sé lo que vamos a hacer- se puso las manos en las caderas y dio una amplia mirada- Desháganse de todos, no me interesa. Bébanse a los humanos, maten a los Dhampirs… me da igual- Le hablaba a todos sus hombres, pero a nadie en especial-.  Excepto a ella- dijo mirándome- Quiero a la Señorita Hathaway en mi coche, resguardada por dos de ustedes- le hablaba ahora al Strigoi que me tenía sujeta por la derecha.

Y con eso la lucha comenzó otra vez. Mikhail dio un cabezazo a uno de sus captores mientras Nikolay daba patadas a los suyos. Lo mismo hacía el resto de los Dhampirs de nuestro equipo. Lo malo era que no había mucho que sacar en provecho de la situación. Estábamos en amplia desventaja numérica y con las energías bajas.

Buscando zafarme del agarre de los Strigois di cuanto golpe pude y a cambio recibí mi propia dosis de dolor. Quedé inconsciente un par de segundos y al abrir los ojos vi la imagen que había visto antes. La de mis amigos. Lo distinto era que ya no estaban peleando… no entre ellos, al menos.

A un costado Adrian y Lissa se paraban frente al grupo de humanos y utilizaban la coacción para movilizarlos hacia la salida mientras manipulaban a los Dhampirs del grupo del Cartero que los habían tenido custodiados.

Christian y Eddie luchaban contra un grupo de Strigois. Christian hacia ese lanzamiento suyo con bolas de fuego y Eddie apuñalaba a los que quedaban ligeramente conmocionados ante la vista de las llamas de Christian.

Y Dimitri ya estaba golpeando al otro Strigoi que me había mantenido sujeta.

Le estaba dando una buena golpiza.

- ¿Ya te has olvidado de los amigos, Belikov?- preguntó el Strigoi a quien Dimitri estaba golpeado. El vampiro parecía encontrarse más divertido que sorprendido ante la visión de un Dimitri Dhampir otra vez- Si fueras un Strigoi ya hubieras acabado conmigo. Deberías replantearte la conversión otra vez. Ser un Strigoi es mu… - Dimitri le dio con la estaca en el cuello, cercenando la garganta y cortando sus palabras. El Strigoi se llevó las manos hacia la abertura para intentar juntar la piel allí. Luego Dimiri,  con la misma estaca, le atravesó el corazón.

Parpadeé unas cuantas veces. Por si lo que estaba presenciando era un juego de mi mente, pero no. Ni refregando mis ojos la vista de mis amigos desapareció.

Dimitri se me acercó y me tendió la mano para ponerme de pie.

- Rose, ¿estás bien?- escudriño mi cara y mi cuerpo buscando heridas o lesiones con facciones preocupadas. Sacudí mi ropa  con la mano libre y después puse el cabello que se me pegaba en el rostro tras mis orejas- Todo en orden, camarada.

Dimitri sonrió ligeramente por un momento y luego regresó a su fachada de autocontrol. Soltó mi mano y dijo:

- Yo me encargo de este lado y tú del otro.

Asentí con la cabeza y nos pusimos a trabajar.

Las peleas fueron equilibrándose con rapidez. Lissa y Adrian tenían controlados a los Dhampirs que trabajaban para el Cartero y los habían puesto a luchar contra los Strigois. Christian y Eddie combinaban muy bien sus habilidades. Mikhail y Nikolay, al igual que el resto del equipo de combate habían vuelto a la acción con energías renovadas gracias a la caballería rescatista que había llegado… y Dimitri. Bueno, él era una maquina de pelea por sí solo.

Alcance a divisar como el Cartero era sacado por una puerta al fondo de la pista de baile, rodeado por un grupo de Morois y Strigois. No hice ningún intento por detenerlos. De todos modos, matar al rey actual de la mafia siberiana no era un acto sin consecuencias, y no estábamos en la mejor situación para afrontar algo como aquello. Lo mejor era que se fuera y rogar  para que el Moroi considerara todo lo sucedido como un empate o algo por el estilo.

Las peleas cesaron. Varios Strigois habían escapado y otros cuantos se encontraban desparramados por el suelo.

Nos reunimos en la pista de baile.

Lissa corrió hacia mis brazos y nos apretamos con fuerza.

- Rose, estaba tan preocupada…

- ¿Estás bien? - Le pregunté y luego miré sobre su hombro- ¿Están todos bien?- Todos asintieron y Adrian me hizo un guiño con el ojo, sonriendo como siempre. El alivio se vertió por mi cuerpo como un chorro de agua tibia. Suspiré pesadamente y luego retrocedí para apartarme de Lissa.

Después del suspiro me había sentido cada vez más irritada al ver a mis amigos allí. Metidos en una pelea que pudo haber acabado con sus vidas también.

- ¿Qué demonios se supone que están haciendo aquí?- los miré con indignación. Sobre todo a Christian, Adrian y Lissa, que eran Morois y por lo mismo deberían haber estado resguardados y no luchando. Era un pensamiento un poco hipócrita si lo analizaba desde el punto en el que yo creía que los Morois tenían derecho a utilizar sus poderes para luchar junto a los Dhampirs, pero en esta ocasión mi miedo a perderlos era superior a mis pensamientos más lógicos.

- Creo que la palabra que buscabas era “gracias”- dijo Christian con una sonrisa de listillo.

- “Gracias”- dije de mala gana. Respire hondo y lo dije de nuevo, pero con mayor gratitud- Esta bien, tienes razón. Gracias, de verdad- Volví a respirar hondo y crucé mis brazos sobre el estomago- Ahora, ¿Qué se supone que están haciendo aquí?

- Jill está de vacaciones- contestó Eddie.

- ¿Y que tiene que ver eso?- quise saber.

- Que decidimos venirnos con ella- agregó Christian.

Lissa sacudió la cabeza con resignación y dijo:

- Su mamá fue contratada por un grupo de danza que va a dar un espectáculo dentro de unos días aquí en la ciudad. Jill nos lo contó y nos pareció una buena idea acompañarla- Lissa sonrió abiertamente. Con esas sonrisas que das a tu madre cuando quieres que se le pase el enfado después de que llegaste 2 horas más tarde de lo que habías acordado.

Miré hacia Adrian.

- ¿Y tú qué haces aquí? Es muy peligroso… - me acerqué a él y tomé sus manos-  ¿cómo hiciste para pasar la seguridad de los aeropuertos? Dios, si te encuentran…

- Mi querida prima tiene un gran poder de convencimiento- contestó mientras besaba mis manos-, además de mucha creatividad para los disfraces.

- ¿Utilizaste la coacción con los de seguridad?- le pregunté a Lissa.

- Tal vez un poquito…- dijo ella.

- Y tú- ahora estaba mirando a Dimitri- ¿No se supone que deberías estar en la corte? Ahora no van a dejarte nunca en paz. Eres otro prófugo de la ley Moroi…

Dimitri miró hacia Lissa significativamente, con los brazos cruzados sobre el pecho.

- Lissa… ¿También ocupaste coacción con los de la corte?

- Puede que también un poquito… - La sonrisa de Lissa ahora fue gigante- Lo único que hice fue agilizar un proceso que ya estaba en marcha.


Sydeny apareció desde un pasillo al costado de la barra.

- Las personas han regresado a sus casas creyendo que la fiesta se terminó por culpa de un corte eléctrico- Comenzó a sacar los polvitos azules que tenía en el bolsillo de su pantalón- Adrian… -  Sydney saludó a Adrian con algo parecido a una sonrisa cuando pasó por su lado para dirigirse al cuerpo más cercano de un Strigoi y espolvorear los químicos sobre él.

- Sydney- respondió Adrian, con cara de “¿Qué vicho le pico?”  mientras la seguía con la mirada.

Me encogí de hombros.

- Sydeny, tenemos que salir ahora mismo de este lugar- La aludida se irguió y rebuscó entre sus pantalones. Sacó otras cuantas bolsitas con polvo azul. Me las lanzó  y dijo:

- Si me ayudan estaremos fuera en cinco minutos.

Repartí el resto de las bolsitas y nos pusimos en plan de Campanita, espolvoreando  los polvos sobre los cadáveres enemigos. Los muchachos se encargaron de sacar los cuerpos de los Dhampirs de nuestro grupo que no lo habían logrado mientras terminábamos de hacer desaparecer los rastros de la batalla.

- ¿Dónde dejaron sus cosas?- le pregunté a Adrian cuando se me acercó.

- Están en la casa de huéspedes donde te alojas. Abe nos dijo donde encontrarlos.

Sacudí mi cabeza sonriendo ante la noticia.

- Escuchen todos. Hora de ir a casa- sacudí mis manos para quitarme el polvillo químico- Nos regresamos en los mismos vehículos en los que hemos llegado y nos vemos en 15 minutos en la casa de huéspedes.

Todos fueron saliendo del local y me quede de última para cerrar con fuerza la puerta de entrada de la discoteque TORMENTA, esperando no tener que cruzarla nunca más.



Capitulo 25

Y allí estábamos todos otra vez. Reunidos en una sala de estar de una casa de huéspedes a miles de quilómetros de casa, juntos… mirándonos con preocupación unos a otros.

Habíamos hecho un pequeño brindis en me moría de los Dhampirs que no habían regresado con nosotros. Mikhail se encargó de la difícil tarea de informar a sus familiares de lo ocurrido y Nikolay junto a otros Dhampirs se encargaron de llevar cada cuerpo al hogar que le correspondía.

El resto de nosotros se había quedado en la casa de huéspedes, hablando del cómo habían llegado a Siberia…

- Abe nos contó que habías llamado hace unos días preguntando por el informante- dijo Lissa calmadamente- Así fue como supimos que lo de mi hermano había resultado una mentira y que estabas planeando conseguir que el Cartero te diera la información real acerca de su paradero.

- Lo cierto es que Abe estaba algo alterado…- Eddie lo dijo en un tonillo que señalaba lo raro que le había parecido ver a Abe en ese estado.

- Si…- agregó Christian, moviendo la cabeza lentamente en afirmación-. Si ese Moroi da miedo cuando está enojado, verlo cuando esta alterado y preocupado te lleva a otro nivel de terror. Mejor que ir al cine a ver Pesadilla en la Calle Elm, la original, sólo, a los cinco años.

- Ok. Ya entendí que el hombre estaba alterado… - intenté cortarlo.

- Muy alterado- dijo Eddie.

- Mucho- enfatizó Christian.

- Creo que eso ya le quedó claro- Lissa miró a ambos con severidad. Luego se giró hacia a mi- Pero tienen razón. Por un momento pensé incluso en tener a mano un numero de hospital o algo, por temor a que le fuera a dar un infarto.

La miré sorprendida. Lissa no iba a exagerar las cosas. Así que lo de Abe era verdad. Eso me dejaba preocupada por él. Era casi imposible de creer que se hubiese puesto tan descompuesto por lo de nuestro plan de rescate informativo… También estaba lo que el Cartero había dicho sobre  él siendo el responsable de que Abe no pudiera entrar a Siberia. ¿Qué es lo que había ocurrido entre ellos y cómo era posible que el Cartero tuviera el poder de someter a Abe? Le daría vueltas a ese asunto más tarde.

- El asunto es que nos enteramos al mismo tiempo que Jill tendría este viaje, lo que nos pareció la oportunidad perfecta para salir de la ciudad Moroi con una cuartada fácil y creíble- dijo Adrian, sentado frente a mí.

- ¿Y cómo te enteraste tú de eso?- pregunté.

- Nosotros se lo contamos el día en que fuimos a hacerle compañía. Y allí nos encontramos con Abe, y  nos enteramos de lo tuyo. Una cosa se sumó a la otra y al final del día teníamos el plan listo- Lissa sonrió con satisfacción.

- Hicimos unas cuantas llamadas a Jill. Hablamos con su madre y ella estuvo de acuerdo- dijo Christian.

- Claro que a la Señora Mastrano no le informamos de las verdaderas motivaciones que impulsaron nuestro  viaje hasta aquí- Eddie se había ido a parar con la espalda afirmada a una pared pegada a la escalera.

- Emily piensa que estamos aquí en un viaje de “reencuentro con nuestras raíces”- Adrian sonrío muy satisfecho de sí mismo.

- Por la sonrisa que tienes he de pensar que la idea fue tuya- dije mirándolo con una sonrisa de complicidad- Es bueno volver a comprobar  que de vez en cuando buenas ideas cruzan por tu cabeza.

- Vamos, mi pequeña Dhampir, siempre tengo buenas ideas- sonrío coquetamente. Una sonrisa esquinada con un toque pecador.

- Fue una buena idea- dijo Dimitri, hablando por primera vez desde nuestro intercambio de palabras en el TORMENTA- porque hemos logrado llegar a tiempo para evitar una tragedia.

Mikhail y Nikolay ingresaron a la salita en ese momento. Mikhail se quedó de pie y saludó a los presentes con un gesto y Nikolay se fue a sentar a mi lado, tomando una silla que había cerca.

Dimitri siguió el movimiento de Nikolay con rostro indescifrable. Adrian miró al Dhampir con el ceño fruncido, pero sin hacer mayor revuelo.

- ¿De qué hablaban?- me preguntó Nikolay.

- Dimitri estaba diciendo que ha sido una suerte que la llegada del grupo coincidiera con nuestro pequeño aprieto en la discoteque.

Nikolay sonrió con naturalidad hacia Dimitri.

- Estoy completamente de acuerdo contigo, Belikov. Tengo que agradecer que llegaran en el momento preciso.

- Lo que me hace preguntar… ¿Cómo supieron dónde encontrarnos?

Dimitri mantuvo la mirada unos segundos más en Nikolay y luego sus ojos vinieron a los míos.

- Abe nos dio la misma lista que a ti. La discoteque estaba entre los locales de preferencia del Cartero, y ya habíamos visitado dos antes de dar con ustedes.

- Pues si que fue una suerte que llegaran en el momento preciso. También tengo que agradecerles el que salvaran nuestros traseros- sonreí a mis amigos, quienes me devolvieron las sonrisas. Poniéndome sería otra vez dije:- Voy a aprovechar de contarles algunas cosas de las que nos enteramos poco antes que hicieran su ingreso al local.

>> El Cartero nos dio el nombre del que está detrás del paradero del hermano de Lissa y que es también el responsable del robo de documentación en la sede Alquimista.

>> Resulta que nuestro querido Víctor ha estado aprovechando muy bien sus días de libertad. Ha estado empleando su tiempo en buscar al hijo de Eric y al parecer ya debe tener la dirección de su paradero, si es que no al mismísimo hermano de Lissa, en sus manos. Obviamente Víctor está enterado de lo importante que es para la familia Dragomir y el futuro de la sociedad Moroi el que aparezca tu hermano- dije mirando a Lissa- Pero lo que no sabemos es como planea él utilizar esa información.

- ¿Tal vez el hermano de Lissa también sea portador del Espíritu?- dijo Eddie desde su puesto- Y quiera utilizarlo como pretendía que Lissa le sirviera.

Lo que se traducía a que Victor quería mantener al hermano de Lissa como su propio jarabe para la tos personal.

- O tal vez quiera manipular a Lissa por medio del muchacho, o muchacha- Christian tomó la mano de Lissa y le dio un apretón afectuoso mientras atraía el resto del cuerpo de mi amiga hacia su costado.

- Tenemos que encontrar a mi hermano- dijo Lissa con los ojos llorosos-, o encontrar a Victor y hacer que nos diga dónde está.

- Y lo haremos- me incliné hacia adelante para poner mi mano sobre las de mi amiga- te prometo que vamos a encontrar a tu hermano.

Nos quedamos mirándonos fijamente por un momento. Lissa estaba haciendo grandes esfuerzos para mantener al Espíritu equilibrado en su interior. Podía sentir la batalla interna que se estaba librando. Con cuidado, dejé que un delgado hilillo de ese caos pasara de ella hacia a mí. Lo suficiente para liberarla un poco de la carga y lo mínimo para no terminar convirtiéndome en un energúmeno allí mismo.

- Rose- Dimitri se puso de pie y caminó un par de pasos para quedar cerca de mi- Me gustaría hablar contigo algunas palabras, a solas, si no es molestia.

Varias miradas se alzaron hacia nosotros. Algunas más pesadas que otras.

Pude ver como los puños de Adrian se cerraban con fuerza sobre su regazo y también alcancé a notar como Nikolay observaba con atención el rostro de Dimitri.

- Supongo que sí- contesté. Me puse de pie y deje que Dimitri avanzara- Por el pasillo, a la izquierda. Ahí hay otra sala- le indiqué.

Al pasar por entre los sillones para seguir a Dimitri, Adrian tomo mi mano y dio un suave apretón que devolví, y le sonreí. El también sonrió, aunque la alegría no llegó a sus ojos.

Pude escuchar como las conversaciones se iniciaban antes de entrar en la salita. No cerré la puerta porque no me pareció necesario.

- ¿De qué quieres hablar?

- ¿Desde hace cuánto estas trabajando con Kozlov?- preguntó seriamente.

- ¿Con quién?- dije.

- Con Nikolay Kozlov. ¿Desde cuándo?

Lo miré con cara de incredulidad por la pregunta.

- Desde que llegué a Siberia. Abe lo contrató junto con el resto del quipo de guardias.

- No me gusta.

Una carcajada gigante salió de mi boca. Puse mis manos sobre los labios para contener la risa sin mucho resultado. Mientras me calmaba, Dimitri me miraba con ira contenida.

- ¿Acabas de escucharte? ¿Estás celoso? ¿Qué diablos ha sido eso?- lo dije entre risas.

- Si me he escuchado. No, no estoy celoso. Y te lo he dicho porque es la verdad. No confío en ese Dhampir.

Ya más tranquila me quedé mirando la cara de Dimitri un rato antes de hablar. Él cambió el peso de su cuerpo de un pie al otro mientras me observaba de regreso.

- Nikolay me contó que fueron compañeros en la academia- lo miré con paciencia.

- ¿Ah, sí?- preguntó él, utilizando un tono poco común en su registro. Uno de ironía.

- Sip. Me dijo que había una chica de por medio.

- Eso no tiene relación alguna con lo que te estoy diciendo ahora.

- Pues a él le caes muy bien. Tuvo sólo alabanzas hacia tu persona.

- Rose, siempre he desconfiado de él- se había alejado unos pasos y ahora venía de regreso hacia mi-. Hay algo en su actuar que nunca acabó de convencerme. Por favor…

- Mira- le corté antes que siguiera con sus ideas-: Lo que ustedes hayan tenido que vivir durante su infancia o adolescencia no es asunto mío- puse mis manos en las caderas y me acerque más a Dimitri, a sólo unos centímetros de  rozar mi pecho con el suyo. No lo hice conscientemente, sólo fue un acto debido a mi creciente mal genio, pero no por eso fui menos consciente de la cercanía de nuestros cuerpos- Así que te voy a pedir que no me vengas con este tipo de escenitas ridículas. Nikolay se ha portado muy bien estos días. No voy a negar que es un poco lanzado…

-¿Qué te ha hecho?- las palabras salieron de la boca de Dimitri como si pudieran cortar metal.

Lo mire con extrañeza, pero no le di mayor importancia a su tono. Seguí con mi discurso:

- …pero es un buen guardián y ha sido de mucha ayuda. Ha sido un amigo en estos días y estoy muy complacida con su desempeño. Así que te voy a pedir que si vas a quedarte con nosotros, sepas trabajar en equipo con él, sin problemas.

Con lo cerca que estábamos uno del otro podía sentir la agitada respiración de Dimitri en mi rostro. El aliento tibio acompañado de ese olor a loción para afeitar que él usaba. Ninguno de los dos desviaba la mirada, en una abierta declaración de fuerza.

Me mordí el labio con fuerza por la tensión y pude ver como la mirada de él se desviaba hacia allí. Él tragó un par de veces y el corazón casi se sale de mi pecho en contra de mi voluntad. Anhelante, preparado para un siguiente movimiento…

… que llegó.

Dimitri retrocedió un  paso y cruzo otra vez los brazos sobre el pecho.

- Voy a vigilarlo- anunció.

- Has lo que quieras- contesté, retrocediendo también.- Mientras no interfiera en la búsqueda de Victor y el hermano de Lissa, no me importa. Sólo no ocasiones problemas en la relación entre los que estamos aquí.

Nos quedamos en silencio un momento.

- ¿Te has fijado que últimamente nuestras conversaciones se limitan a discusiones privadas en las que por lo general no llegamos a nada…?- lo dije con cansancio en la voz. Con la frustración que llegaba a mí cada vez que con Dimitri manteníamos esta clase de encuentros desde hace unos días-  No sé tú, pero estoy comenzado a cansarme de esto. Se acabaron las reuniones secretas. Lo que tú y yo tengamos que hablar lo haremos delante de los demás.

Dimitri se limitó a mirarme sin decir palabra alguna por un buen tiempo. Me moví en mi puesto, con mayor frustración aún. Odiaba seguir teniendo la esperanza de removerlo con mis palabras. Esperando que alguna de ellas tocara algo en su interior que lo hiciera recapacitar, que lo dejara… 

Dimitri cortó el hilo de mis pensamientos.

- Otra cosa que quería decirte es que tenemos que movernos de sitio. Debemos encontrar otro hostal o lo que sea para alojarnos.

Mentalmente elogié su táctica de evasión. Se estaba convirtiendo en un experto en la materia.

- Lo sé- fue lo que contesté a pesar de todo.

- Y también habrá que restringir las salidas innecesarias. Adrian y tú siguen siendo prófugos y puede que el Cartero aproveche la información de nuestra visita en el mercado. Hay varios que pagarían aquí en Siberia por saludarnos a ti y a mí de un modo menos amistoso del que utilizarían para saludar al resto.

- Lo tendré presente. ¿Algo más que decir? – Alcé las cejas en gesto impaciente.

- No.

- Bien- Estaba por salir de la habitación cuando recordé algo-. Dimitri…- me quede de espaldas a él de todos modos- me tomé la atribución de visitar a tu familia para informarles que te encontrabas bien. De todos modos, si tienes algo de tiempo libre, te sugiero que los visites. Será de gran alivio para ellos comprobar por sí mismos que sigues con vida.

- Rose…- Pronunció mi nombre como una petición. No me giré ni aún así.

- Más tarde te daré el número de Victoria para que te pongas en contacto con ella- No esperé más y salí de vuelta a la salita de estar.






Cuando regresé a la salita todos se encontraban conversando animadamente. Sydney se había sentado en mi puesto, por lo que me mantuve de pie cerca de donde se encontraba Mikhail y Eddie.

Adrian se levantó del sillón y fue a pararse a mi lado. Pasó uno de sus brazos alrededor de mis hombros y me preguntó al oído:

- ¿Estás bien?

- Por supuesto- lo miré sonriente, como si fuera miss simpatía en un concurso de belleza.

Él besó mi frente y no dijo nada más, sólo manteniéndome medio abrazada.

Nikolay nos observaba desde su puesto. Le devolví la mirada, aunque yo más bien estaba buscando aquello que Dimitri decía le hacía desconfiar. Lo intenté un rato, y lo único que pude encontrar fue esa sonrisa que generalmente era natural, pero que ahora mientras me miraba abrazada a Adrian parecía algo más forzada.

- Si – escuché que Christian decía-. Mía tuvo que devolverse con Jill al departamento donde se está hospedando con su madre. Ella quería acompañarnos a la discoteque, pero eso hubiese sido muy irresponsable de parte nuestra.

- Me alegro que no le hayan permitido ir. Si algo le hubiese ocurrido…- no terminé la frase porque el sólo pensamiento de que algo le ocurriera a la más pequeña de nosotros… mejor ni pensarlo.

- Mía tampoco estaba muy feliz- acotó Eddie-. Ella también quería ir a ese local, pero finalmente accedió hacerse responsable de devolver a Jill a su alojamiento. Mia y la madre de Jill se llevan muy bien.

- Y tú te llevas muy bien con Mía – Adrian le lanzó una de esas sonrisas burlonas a Eddie mientras canturreaba sus palabras- … la vida es un circulo. Descubramos ahora quien más se lleva bien con quien.

Le di un suave codazo a Adrian para que se dejara de juegos. Las mejillas de Eddie habían tomado un ligero color rosáceo que le hacía ver más joven y el Dhampir miró hacia el techo, esperando que nadie notara aquel reflejo delator. Me entraron ganas de decirle: “Ya es muy tarde, Eddie”, con la misma vocecilla que Adrian había utilizado.

Dimitri regresó a la habitación y se ubicó en la pared contraria a la mía, bastante cerca de donde se encontraba Nikolay.

- Un anunció- dije- Ya que estamos casi todos… Para los recién llegados, les pido que no desempaquen nada, y para los que ya llevamos unos días aquí, les pido que guarden sus cosas. En cuanto esté todo en orden tendremos que cambiarnos de alojamiento.

Todos asintieron con la cabeza.

- Mikhail- dije dirigiendo mi mirada hacia él-  ¿Existe la posibilidad de encontrar a nuevos Dhampirs para completar el grupo?- Me sentía mal por tener que pensar en reemplazantes, la sola palabra me molestaba, pero era necesario estar prevenidos ante cualquier eventualidad.

- Voy a hacer las llamadas necesarias dentro de unos minutos y te lo confirmo luego- contestó el Mikhail. Al mirarlo recordé que algo había quedado pendiente en nuestro encuentro con el Cartero. Más tarde tendría que platicar con el Dhampir para solucionar ese inconveniente.

- Gracias.- Miré hacia Nikolay ahora- ¿Podrías encargarte de encontrar otro hospedaje que cumpla con los mismos requisitos?- Me refería a que fuese un hostal promedio, del cual nadie sospechara, y en el que pudiéramos estar cómodos.

- No hay problema- contestó con una sonrisa de las suyas. Casi todos le miraban, pero había dos pares de ojos que le prestaban mayor atención que los otros, y no podría decir que era para admirar las líneas de su rostro nada más. Uno estaba abrazándome con más fuerza y el otro se encontraba de brazos cruzados frente a mí del otro lado de la sala.

- Bien. Habrá que llamar a Mia y Jill cuando nos hayamos cambiado… pero de eso ya nos ocuparemos más tarde. Creo que eso es todo. Pongamos manos a la obra, a ver si logramos salir de esta casa dentro de una hora, ¿bien?

Más asentimientos de cabeza.

- Nos vemos en una hora entonces.

Algunos se pusieron de pie y otros se mantuvieron en sus puestos conversando.

Yo, por mi parte, me dispuse a subir las escaleras rumbo a mi cuarto para arreglar las cosas que allí tenia. Mientras subía puede sentir que un par de pisadas me seguían de cerca.




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