sábado, 28 de mayo de 2011

Concurso por un ejemplar de Oscuros II en Hojas Magicas

Hola a todos. Les traigo una buena noticia a todos los que siguen la historia de Luce y Daniel, o a los que quieren comenzar a sumergirse en el amor que perdura de una vida a otra.

Pues bien: el blog Hojas Mágicas está sorteando un el libro "Oscuros. El poder de las sombras" que corresponde a la segunda parte de esta historia.

El concurso es Internacional, así que todos tenemos la oportunidad de ser los afortunados en llevarnos este libro a casa.

Para saber que se necesita, para por aquí y revisa los requerimientos para ser parte del concurso.

Suerte a todos!!!

miércoles, 4 de mayo de 2011

Capitulo 52





Tras unos cuantos minutos de discusiones, ideas, acuerdos y desacuerdos, llegamos a la conclusión de que lo más cómodo y conveniente para el grupo que estaba por regresar a América era hacer el viaje en un vuelo comercial. 

La mayoría hubiese pensado que tal idea era algo estúpido e impensable, pero luego de darle una minuciosa mirada a nuestros planes nos dimos cuenta de que nadie nos buscaría en un aeropuerto público. Uno en donde la cantidad de personas que van de salida y de llagada es tan grande que, pasaríamos por un grupo de abejas más dentro de una colmena. 

Por lo que sabíamos, las autoridades Morois no habían dado aviso a las autoridades políticas ni policiales de la población humana, así que el trabajo de búsqueda y recuperación de los peligrosos prófugos acusados de asesinato y sentenciados a muerte, es decir, Adrian y yo, era un trabajo estrictamente limitado a la agrupación de guardianes Dhampirs de la Corte, y de algunos Dhampirs de Morois de alta alcurnia que habían permitido que sus guardias particulares participaran en nuestra persecución. Fue por ello que decidimos tomar el vuelo más próximo en nuestro horario, en una de las líneas aéreas más populares, y regresar a América en un vuelo clase turista, entremezclados con los humanos y disfrutando de una deliciosa comida embasada. ¡Ñami! 

Dentro del avión tuvimos que separarnos. Como Abe nos había enviado con parte de su propia guardia personal, los muchacho intentaron tomar asiento en puestos estratégicos que les permitiese tener una visión más amplia de lo que ocurría al interior de la nave. Dimitri se ofreció para vigilar directamente a Víctor y a su hermano, así que los tres varones iban sentados, codo a codo, entre un hombre de gran tamaño y una ancianita con problemas nasales. Una imagen… curiosa, se puede decir.

En cuanto a mí, quedé junto al emocionado Alexander. El chico que quería conocer América. 

- ¡Esto es tan genial! – El muchacho prácticamente lo gritó. Di una mirada rápida a nuestro alrededor para encontrarme con unos cuantos ojos curiosos y sonrisas divertidas. Al parecer, el entusiasmo de Alexander era contagioso entre la tripulación.

- Ya lo veo –dije, sin poder evitar sonreír ante la sonrisa de oreja a oreja que se extendía por el rostro del hermano de mi amiga- ¿Qué es lo que tanto te emociona de América? –quise saber. 

Bien, yo amo a mi país, mi tierra, mis sitios favoritos, y por sobretodo, los recuerdos que tengo de cada uno de esos sitios y de las personas que viven allí, pero, me causaba curiosidad su aparente fascinación por nuestro continente.

- Es América. Toda ella. El norte, el centro, el sur… ¡Todo! Quiero conocerlo todo. Partir desde USA y viajar hacia el sur. Recorrer cada rincón. Los países, las culturas, los sabores, colores, olores… las personas –Sus ojos miraban más allá de mí, brillantes y lejanos en la visión de cada una de las cosas que nombraba-. Quiero acabar perdido en un pueblito con gente amistosa, aprender a cocinar una comida típica y luego seguir el viaje haciendo auto-stop en la carretera –Suspiró y meneó la cabeza, despejando su ensoñación para regresar a su puesto junto a mi- Creo que… ¿me he excedido? 

Alexander tenía las mejillas sonrojadas. Creo que se debía en parte a la emoción con la que había expresado sus sentimientos y deseos respecto a conocer nuevos lugares; y también al hecho de que parecía algo avergonzado por su efusividad a la hora de explicar lo que tanto deseaba hacer. 

Puse mi mano sobre la suya y le di un pequeño apretón. 

- Creo que es genial. Cada una de las palabras que has dicho y la manera en que te sientes por todo esto de llegar a América. Me alegra saber que más allá de los problemas, este viaje podrá ser una maravillosa experiencia para ti- dije sonriendo- No te has excedido con nada. Ojala todos fuesen tan apasionados con sus sueños.

Él asintió con la cabeza, sonriendo, y luego me dio una mirada con la cabeza ligeramente inclinada hacia un costado.

- ¿Y qué hay de ti? ¿Cuáles son tus sueños?

Una difícil pregunta. Una pregunta que semanas atrás no me hubiese atrevido a contestar ni el rincón más alejado de mi mente. Pero ahora… 

Oh. Ahora yo podía imaginar. E imaginaba mucho, sobre muchas cosas.

Podía verme como una guardiana. La mejor. Y, como en el inicio, era la protectora de Lissa. Juntas hasta el último día de mi vida, cuidando y protegiéndola en todo lugar. 

En el sueño también estaba Dimitri. Juntos como compañeros, apoyándonos y queriéndonos.

Mis amigos también estaban allí. Reuniones regulares en donde podíamos intercambiar anécdotas del trabajo. Reír, bailar y celebrar el estar vivos y juntos.

Y mis padres… Esto era un nuevo apartado en el mundo de mis ilusiones.

Ahora me veía conversando y riendo con mi madre. Y con nosotras también estaba Abe. Los tres pasando momentos felices en donde el pasado quedaba en un tercer plano y lo único que realmente importaba era que habíamos logrado dejar todo atrás para poder disfrutar el ser una familia al fin. 

Lo cierto es que me sorprendía mi propia cursilería a la hora de soñar, pero creo que a fin de cuentas, todos llevan una pequeña o gran cuota de cursilería en su interior cuando el tema es imaginar la vida que realmente desearían llevar.

- ¿Rose? ¿Estás bien?

Por un segundo me asusté. Vi a Alexader inclinado hacia mí, sus ojos revisando mi rostro con preocupación.

- ¿Ah? – Dije yo, algo distraída y aún pérdida en mis ensoñaciones.

- ¿Estás bien?- Repitió otra vez, con el ceño fruncido – Parece como si hubieses salido de tu cuerpo y acabaras de regresar.

- Ya… algo parecido – contesté, acomodándome en el asiento y refregándome la cara-. Creo que la altura y el cambio de horario me están afectando, eso es todo.

Alexander volvió a darme una mirada y luego sacudió la cabeza con una sonrisa. 

- Rose, eres oficialmente la chica más extraña que he conocido en mi vida.

- Entonces eso significa que no has conocido a muchas chicas… o que aún eres demasiado joven- repliqué, sonriendo a la vez.

Me giré en el asiento para dar un vistazo rápido a lo que ocurría con el resto de los pasajeros y me topé con la mirada de Dimitri. Nos quedamos con la mirada enganchada unos cuantos segundos antes de que él sonriese e hiciese un gesto con la cabeza en señal de saludo. En cambio yo hice rodar los ojos, y tuve que ocultar una sonrisa por la felicidad que ese pequeño gesto había provocado en mí. Asentí con la cabeza en señal de reconocimiento y luego me giré hacia el otro lado para ver cómo estaban los demás. Los encontré a la mayoría conversando, y a otros cuantos durmiendo.

Adrian, por ejemplo, platicaba animadamente con dos chicas morenas humanas, que sonreían alegremente mientras mí querido amigo hacía gestos y señas para explicarles, quizá, que historia.

Lissa y Christian, al igual que Eddie y Mía (aquí tuve una especie de mini-infarto, porque se me había olvidado que estaban juntos) se encontraban acarameladamente tomados de las manos y besándose, decorosamente, pero a cada dos por tres. 

Esto me llevó a recordar la famosa frase “el amor esta en el aire”. Cierto, me dije, Muy cierto. 

Jill, su madre y Sydney parecían tener su propio debate. Se les veía entusiasmadas, algo extraño para Sydney, pero muy común para la joven Jill. Emily parecía estar haciendo el papel de moderador porque atajaba a una u otra cuando alzaban demasiado la voz. Algo me hacía pensar que estaban discutiendo acerca cocina. 

Los guardias, por otro lado, se encontraban siempre alerta. Vigilando detrás de periódicos y libros; o escuchando música, pero con la mirada atenta a cualquier movimiento fuera de lo común.

- ¿Todo en orden?- preguntó Alexander una vez que me acomodé nuevamente en mi asiento.

- Todo en orden, compañero. 




El viaje transcurrió en calma, al igual que el aterrizaje. 

Nos bajamos del avión y pasamos por todas las estaciones de costumbre para recuperar nuestras cosas. Nada fuera de lo común en un aeropuerto de gran dimensión.

- ¡Eh! ¿Y dónde han quedado tus amigas?- le pregunté a Adrian, codeándole el costado cuando se ubicó a mi lado para caminar juntos.

- ¿Celosa, pequeña Dhampir? –Dijo, mirándome por el rabillo del ojo. El tono de su voz reflejaba burla, pero también una pequeña cuota de curiosidad. Antes de ir a terreno peligroso me adelanté a aclarar:

- No -dije sonriendo- Es solo que se te veía muy entretenido conversando con ellas en el avión.

- Un par de muchachas encantadoras –suspiró él teatralmente, como si estuviera en las nubes-. Les he pedido sus números telefónicos para invitarlas a salir.

- Espero que hagas la invitación para cuando estemos fuera de peligro, y no sea para que asistan a nuestro múltiple fusilamiento.

Adrian pasó su brazo por sobre mis hombros y me apretó hacia él. 

- Mi querida Rose –dijo-, parece que el vuelo te ha sentado muy bien… o que te han dado payasos para la cena.

- ¡Ey! Yo siempre soy graciosa –hice una mueca de burla y luego agregué- Pero lo que en realidad me sienta bien es estar de regreso en casa.

Adrian me dio una mirada comprensiva, acariciando mi brazo.

- Si. Es bueno estar de regreso, pequeña dhampir, muy bueno.