jueves, 10 de febrero de 2011

Capitulo 50



A la mañana siguiente el olor a café y a donas me hizo pegar un brinco en la cama y arrancó un gruñido de mi estomago.

El día anterior prácticamente no había sentido apetito. Había estado demasiado ocupada asimilando el estar de regreso, sana y salva, junto a mis amigos, como para pensar en comida. Pero hoy era un día distinto y mi cuerpo estaba más que preparado para hincarle el diente a lo que me pusieran por delante.

Mi bandeja de desayuno venía acompañada de alguien a quien no esperaba encontrar sino hasta una hora más tarde, por lo menos.

El olor de su after shave inundó mi nariz cuando él se acercó, acarreando una seguidilla de agradables momentos en mi mente.

- Buenos días –dijo, esperando a que me acomodase mejor en la cama para poder ofrecerme la bandea.

Rápidamente puse unos cuantos almohadones tras mi espalda, sentándome más erguida y recostada sobre el respaldo de la cama. Recordé que estaba recién despertando, así que recé para que luciera, al menos, lo más presentable posible.

- Buenos días -respondí, extendiendo las manos para sujetar la bandeja y poder ponerla sobre mí regazo-. ¿No deberías estar descansando? –pregunté, mirando cómo Dimitri iba por una de las sillas cercanas a la ventana para aproximarla a mi lado de la cama.

- Ya estoy completamente recuperado. Una buena noche de sueño puede hacer maravillas por un hombre.

- Ya ves. Las mujeres no mienten cuando hablan de necesitar “su sueño reparador”. He visto grandes milagros producidos gracias a eso –dije, mirándolo de reojo al tiempo que inspeccionaba la variedad de donas en mi plato.

Alcancé a ver como una sonrisa aparecía en su cara, haciéndome sonreír a mí a la vez. Mantuve la mirada hacia mi bandeja mientras le escuchaba decir:

- Algo había escuchado al respecto. Ahora no me queda duda acerca de la veracidad del dicho.

Sonreí otra vez. Agarré la taza con ambas manos y me la llevé a los labios.

- Está perfecto- dije una vez que di un trago del aromático café.

- Que bien. Pensé que le había puesto muy poca azúcar – Dimitri miraba hacia mis manos, a la taza de café entre mis dedos.

- ¿Esto lo has preparado tú?- Pregunté, dando unos leves toques con la mano a un costado de la bandeja. Sentí como mis cejas se elevaban, incluso fui consciente del leve tono de sorpresa en mi voz.

- Bueno… -dijo él, viéndose incomodo y risueño a la vez- El café lo preparé yo. Aunque no veo que eso tenga mucho merito, en cualquier caso – Me miró y señaló las donas con un gesto de su barbilla- Las donas se las he encargado a uno de los guardias de Abe que fue hace un rato a la ciudad.

- Vaya… gracias –Le devolví la mirada, sinceramente agradecida-. Este es uno de mis desayunos favoritos –dije, tomando una dona y dándole un gran mordisco.- Mmmm… -suspiré- Nada mejor como una buena dosis de fritura y chocolate para iniciar un buen día.

Dimitri negó con la cabeza, completamente divertido y sonriente

- Tienes un serio problema para diferenciar la comida saludable de la que no lo es.

- La comida saludable no logra hacerme ni la mitad de feliz que un bocado de esto -rebatí, dando otro voraz mordisco. Un par de mordidas más y la dona había desaparecido.

Me llevé los dedos a la boca para quitarme los restos de chocolate y luego me pase la lengua por los labios, por si me había quedado alguna mancha.

Me di cuenta entonces de que Dimitri había seguido cada uno de mis movimientos atentamente. No estaba segura de si él era consciente o no de lo que hacía, pero un sentimiento de satisfacción me inundó.

- ¿Me queda algo en la cara? –me pasé la mano por la barbilla y una de las mejillas para acompañar mi pregunta, ocultando la sonrisa que insistía en tirar de mi boca.

Dimitri se aclaró la garganta antes de responder.

- No, nada – apartó la mirada hacia la ventana.

Seguí el movimiento, no viendo nada en particular.

- Es muy bonita –comentó de la nada.

- ¿Qué?

- La casa –dijo él, regresando la vista hacia mí y luego hacia los diseños de la colcha- Mientras esperaba por las donas aproveché de dar un paseo por los alrededores –volvió a levantar la vista.

- Ya veo –dije sonriendo y mirando hacia las paredes-. Ayer solo pude ver algunas de las habitaciones, pero me parecieron todas muy acogedoras. Me gusta el estilo que Abe tiene para decorar sus casas. La cabaña, por ejemplo, también resultó un muy agradable lugar para alojar- Le estaba mirando a la cara en ese momento, así que pude ver como su semblante se ensombrecía un poco- ¿Qué ocurre?

- En la cabaña yo…

- Dimitri, no – quise interrumpirle, intuyendo hacia donde se dirigía.

- Rose, he cometido tantos errores desde que regresé –dijo. Estaba inclinado hacia adelante, mirándose las manos unidas que mantenía colgando entre sus rodillas-. Uno tras otro… -continuó- En ese tiempo pensé que hacía lo correcto. Que era lo mejor. Que de ese modo evitaría causar daño a los demás. No me sentía capaz de hacer frente a mi vida pasada, de recobrar lo que había dejado atrás.

>>Estaba asustado, Rose – Susurró aún mirando hacia abajo-. Creo… que aún estoy un poco asustado –levantó la cabeza, recorriendo mi rostro con unos ojos tan tristes que mi corazón sufrió por él-. Pero ya no tengo miedo a vivir –dijo con seria intensidad- Ahora temo a las consecuencias de mis actos en las últimas semanas. Temo a lo que yo mismo puede haber forjado en mi empeño por alejarte de mí.

Dejé la bandeja con comida a un lado en la cama y me arrodille sobre el colchón.

Con lentitud alcé una mano y fui acercándola al rostro de Dimitri. Cuando mis dedos por fin rosaron su mejilla, él inclino la cabeza hacia ese contacto como si lo anhelase, cerrando los ojos.

Vi como sus pestañas hacían sombra en sus mejillas, como la luz del sol que llegaba por la ventana se reflejaba en su liso y suave cabello. La forma de su nariz, el ángulo de sus pómulos. Lo cada vez más cerca que estaba mi rostro del suyo.

Me moví con tanta sutileza que él no abrió los ojos sino hasta que estuve a milímetros de sus labios.

Seguí acercándome mientras le devolvía la mirada. Lo miré hasta que acaricié su labio con el mío. Él no se movió, así que volví a rozar sus labios, cerrando mis ojos y permitiéndome vivir solo de la sensación.

Volví a pasar mis labios sobre los suyos y él respondió con la misma ternura con la que yo intentaba besarle.

Todo fue lento y cuidadoso por un momento. Dulces besos, como aleteos de mariposas. Probando, reconociendo. Disfrutando del tiempo y de un reencuentro.

Poco a poco los besos fueron cambiando a algo más ansioso, más necesitado.

Como cuando estas a la orilla de la playa y la marea comienzan a subir. No hay nada que puedas hacer para que retroceda o para que se detenga. Porque el mar, la vida o el amor son fuerzas a las que no puedes combatir.

Sentí como sus manos rodeaban mi cintura y me atraían hacia él. Terminé sentada a horcajadas sobres sus piernas, aferrando el cabello de su nuca con los dedos.

Yo…

- ¿Rose? – tres golpes en la puerta y la voz de Lissa volvió a resonar desde el pasillo- ¿Puedo entrar?

Me separé con calma de los labios de Dimitri. Permanecimos abrazados, mirándonos por algunos segundos más.

Sabía que tenía que abrir la puerta. Que había cosas importantes por hacer durante la mañana pero, no quería dejar ir a Dimitri.

- ¿Rose? –Repitió mi amiga, golpeando nuevamente de un modo suave la madera.

La realidad cayó sobre mí como un manto de responsabilidad. Había cosas que no podían esperar y de las cuales debíamos hacernos cargo. Ya tendríamos tiempo para solucionar lo que tuviésemos que solucionar. Al menos, mi corazón ya bailaba su propia danza de celebración por el avance que acabábamos de experimentar.

Ambos sonreímos y yo regresé a mi puesto debajo de las mantas.

- Pasa Liss –dije, alzando la voz.

Lissa abrió la puerta con rapidez, con un notorio entusiasmo en el rostro que se quedó congelado en cuanto vio que Dimitri estaba en la habitación.

- Oh… -dijo mi amiga, mirando de él hacia mí con una pequeña sonrisa cómplice- Si quieren puedo regresar más tarde… –hizo ademan de sujetar la manilla de la puerta para salir del cuarto.

Era muy consciente de cómo mis mejillas ardían levemente.

- No, Lissa –Le sonreí y le señalé la bandeja a un costado en mi cama- Dimitri me ha traído el desayuno.

- Que agradable detalle –dijo ella, sonriendo hacia Dimitri.

- ¿Quieres una dona? – alcé el plato para que ella viese las que quedaban.

- No, gracias. Ya he desayunado con los chicos –se acercó más a la cama, sonriendo aún-. Además, yo venía a decirte que debes prepararte ya. El interrogatorio comienza en media hora y Abe me pidió que te sacara de la cama.

- ¡Estupendo! –Dejé de lado las mantas, cayendo con un salto sobre el piso-. Estoy deseando ver como el cretino del Cartero no tiene más remedio que darnos la información que necesitamos y que tanto se negaba a entregar.

- Todos esperamos lo mismo –agregó Lissa-. Mientras más pronto obtengamos la información que necesitamos, más pronto podremos deshacernos de él, enviándolo a Tarasov.

Oh. Y yo sí que deseaba eso.

Habíamos visitado la cárcel para Morois y Dhampir descarriados, así que sabíamos de primera mano cómo era la vida al interior del recinto de alta seguridad en donde mantenían a la clase de calaña como el Cartero. Esperaba que a él le asignaran la celda con más ratas del lugar.

Y… bueno. También esperaba que desde nuestra última visita hubiesen mejorado los sistemas de seguridad.

Avancé hacia un ropero frente a la cama con la intención de sacar algunas prendas de ropa para vestirme. Me quedé mirando el espacio vació al interior del mueble y luego me giré hacia Lissa.

- No quiero parecer una pesada, pero… Cuándo salieron del último hospedaje en el que estuve con ustedes, por casualidad, ¿no sacaron mi ropa?

- Hum…- Lissa se vio apenada- Lo siento, Rose. Tuvimos un pequeño percance con algunas maletas. No solo con la tuya – sonrió, disculpándose-. Se me había olvidado ese detalle.

- Esta bien –dije, dando una segunda mirada al ropero vacio. Me lamenté mentalmente al pensar en algunas prendas muy bonitas que había conseguido durante el viaje- Liss, ¿Tienes un par de vaqueros y una camiseta que puedas prestarme?

- Claro –sonrió de un modo alegre-. Vamos a mi habitación para que escojas lo que necesites.

- Gracias.

- Yo voy a ver cómo están los preparativos para salir de aquí una vez que el interrogatorio finalice- dijo Dimitri poniéndose de pie.

- De acuerdo- dije.

Lissa decidió que el árbol fuera de la ventana era realmente interesante, porque comenzó a mirarlo de un modo concentrado, como si se tratara de una extraña obra de arte, girándose de modo que quedaba dándonos la espalda.

Dimitri avanzó hacia la puerta, y en el camino se quedo de pie frente a mí.

- Rose… -parecía a punto de decir algo más, pero finalmente se limitó tan solo a sonreír- Hablaremos luego.

- Bien –sonreí de regreso y lo vi salir por la puerta.



- Me parece que interrumpí algo grande cuando toqué a la puerta- dijo Lissa, dándose la vuelta para mirarme desde la ventana con una sonrisa conocedora.

- No te preocupes. No es nada que no pueda retomarse desde el principio- abrí la puerta alegremente-. Y ahora vamos – señale el pasillo con una mano-, mira que tenemos una cita, y no queremos hacer esperar a nadie, ¿verdad?


3 comentarios:

  1. alena q bonito este capi se ha hecho muy cortito pero muy tierno ,me gusta el camibno q va retomando pero no se me huelo q esto tan bonito no durara mucho xq seguro q tienes algo en la trastienda jajajaja pero vamos muchisimas gracias es muy lindo y aqui esperando x mas(soy muy ansiosa jajaja)
    fatima

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  2. alena mandame tu mail tengo ya eso fati

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  3. ¡Hola Alena!:
    Te Envió la siguiente Misiva Esperando No Ser Inoportuna con mi Comentario, qué es el siguiente.╯▽╰
    Te Quiero dar las Gracias por Darte Tiempo de TÚ Itinerario Cotidiano, para Darnos el Privilegio de Leer Tú Historia.∩_∩
    Pero Tengo Una Duda Razonable, ¿¡Es qué No haz Concluido Tú Historia ó NO haz Actualizado!?.^o^
    ¡Por Favor Sí No es Mucha Molestía Terminarias está Historia!.T_T T_T T_T
    Esperó qué Siempre estés Apapachada por Tus Seres Queridos.╯▽╰
    Esperó Expectante Tú Próxima Publicación desde la CDMX.
    Att.
    Una Fan de las historias Alternativas de VA.

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