lunes, 7 de marzo de 2011

Capitulo 51


La habitación donde mantenían al Cartero era el sótano de la casa. Los Dhampirs de la guardia de Abe lo habían encadenado a una silla empotrada al piso, por lo que el Moroi estaba completamente inmovilizado. Al verme bajar por las escaleras comenzó a reír de un modo que rayaba en la histeria. El tipo parecía fuera de control.

- Bueno. Parece que nuestro compromiso se cancela, cariñin. –Pudo decir entre carcajadas- Una verdadera lástima. Estaba completamente seguro de que el vestido de novia te hubiese quedado a la perfección.  

- Sí. No te haces una idea de lo muy apenada que estoy por nuestra ruptura –dije sarcásticamente una vez que había alcanzado el piso del sótano.

Parte del grupo estaba instalado al fondo de la habitación, de frente al Cartero, y los que aún faltaban por llegar estaban bajando ya  por las escaleras. Esta reunión era para todos los de la casa.

El Cartero repasaba la cara de todos, con una mirada desesperada.

- No hay manera de que te libres de esto –dije, acuclillándome frente a él para poder mirarlo a los ojos- Y es mejor que hables por las buenas, Yuri –lo piqué, ganándome una mirada de odio por utilizar su verdadero nombre-, sí no quieres que nos veamos en la penosa obligación de utilizar medios persuasivos que involucran mucho dolor, magulladuras, trisaduras… y puede que uno que otro mutilamiento.

- No sé de que hablas –dijo él, mirando hacia la escalera que se encontraba ahora despejada.

- Venga, no te hagas el desentendido ahora –Abe se acercó desde atrás para quedar a mi lado, mirando al Cartero desde lo alto- Sabes muy bien de lo que estamos hablando.

- En tu infinita arrogancia, hace unos días, nos entregaste demasiada información. Creyendo en que tus planes y actos no serían desbaratados ahora sabemos la mayor parte de tus intenciones de reformar la Corte, la realeza y el mundo de los Morois y Dhampirs – agregué, observando con detenimiento el tic del musculo de su mandíbula.

- No voy a decir nada más –fue su respuesta.

- Creo que no has entendido cuál es tu situación… - Dijo Abe, paseándose frente a la silla- No estás en posición de negarte. Lo has perdido todo: Tu dinero, las influencias, tu sequito. No queda nada. No tienes nada. Nada, salvo tu patética vida. Así que ahora… -Se inclinó sobre el Cartero- vas a ser un buen Moroi y nos vas a contar quien es tu cómplice en todo esto. Quién es la persona que está infiltrada en la Corte.

El Cartero se limitó a regresarle la mirada. Su cuello estaba tenso y era visible en su rostro la agitación y la furia que estaba experimentando.

- No hagas las cosas más difíciles. Habla de una vez por todas y ahórranos unos cuantos minutos de tedio a todos, ¿quieres? –propuse, poniéndome de pie y retrocediendo para ubicarme más cerca de mis amigos.

- ¿Qué van a hacer conmigo si decido decirles quien más está implicado en todo este asunto? –preguntó mirándonos a todos, buscando la respuesta.

- Llevarte a la cárcel –Contestó Dimitri, desde la pared en la que se encontraba observando-. Eso es lo que haremos.

- ¿Y qué pasa si prefiero morir antes que ser encerrado en una asquerosa celda? –El Cartero levantó la barbilla con toda la obstinación y posible dignidad que le que quedaba.

- La muerte no es una posibilidad para ti. Eso sería demasiado fácil. –Dijo Abe.

- Vamos, muchacho. Tarasov no es tan malo cuando te acostumbras –Acotó Victor con una pequeña sonrisa conciliadora, ubicado en un rincón observando la sesión de interrogatorio junto a Robert- ¿A quién quiero engañar? –Dijo un segundo más tarde-. Tarasov es el peor lugar para un Moroi. Pero es verdad que puedes terminar acostumbrándote a ello. ¿No te consuela de algún modo eso? – Le preguntó, sonriendo de modo un poco escalofriante.

- Bien, bien. Gracias por el… amable comentario, Víctor –dije, mirando en su dirección.

- No hay de que –dijo él.

- Esto es muy simple – Me acerqué de nuevo al Cartero, inclinándome hacia él para mirarlo- Si no quieres hablar por tu propia voluntad, hay muchas otras maneras de hacer que nos cuentes cuáles son tus socios en América.

Mientras Lissa me había guiado a su habitación para que escogiese ropa, lo habíamos estado hablando. Anticipando los muchos escenarios que podríamos encontrar en la interrogación. Sobre todo, el factor negación al que nos enfrentaríamos por parte del Cartero.

El Cartero me regresó la mirada y dijo:

- Zorra.

Luego hizo algo muy poco conveniente en su situación: Intento escupirme a la cara. Por suerte fui lo suficientemente rápida como para hacerme a un lado, dejando que la saliva cayera en el piso a unos pocos centímetros de donde me había encontrado segundos atrás.

Dimitri fue aún más veloz para moverse desde su puesto y asestarle un puñetazo en la boca al Cartero. Le dio tan fuerte que la cabeza del Moroi rebotó hacia atrás.

- Vuelve a intentarlo otra vez, imbécil, y el golpe que acabo de darte parecerá una palmadita amistosa en comparación –dijo Dimitri en un tono amenazador, sujetando al Cartero del cuello de la camisa para mantenerle el rostro fijo al nivel de sus ojos.

Le di a Dimitri una pequeña sonrisa y luego me volteé a ver a Lissa.

- Liss… ¿Podrías hacer los honores?

Lissa sonrío a su vez, muy contenta, y caminó hacia la silla mientras Christian le soltaba la mano y la observaba sin entender.

- Lissa nos va a ayudar a solucionar nuestro pequeño inconveniente de falta de comunicación. Un poco de presión mental no vendría mal, ¿verdad?- di una mirada a todos los presentes, verificando que entendiesen a que me refería- Liss va a ocupar algo de Compulsión para hacer hablar a Yuri.

Algunos de los Dhampirs de la guardia de Abe no lo vieron con muy buenos ojos, pero el resto, los que conocían a Lissa desde hace mucho, se limitaron a asentir con la cabeza y seguir con la mirada lo que Lissa hacía.

Mi amiga se inclinó sobre la silla del Cartero, para poder mirar al Moroi.

-Mírame –dijo con un tono imperativo.

El Cartero giró la cara hacia un costado.

- No

- Mírame –ordenó ella otra vez, con más énfasis.

- ¿Me crees estúpido? –preguntó el cartero, manteniendo la cabeza hacia el lado y con los ojos firmemente cerrados.

Nikolay se posicionó a espaldas del Cartero, sujetándolo con un brazo alrededor del cuello y con el otro sujetando la frente del Moroi, a modo de mantenerlo mirando hacia el frente.

- Abre los ojos, maldito –dijo el Dahmpir.

- Podríamos pegarle cinta adhesiva en los parpados… algo parecido a la película de la Naranja Mecánica cuando le lavan el cerebro a ese humano… -propuso Adrian desde su puesto.

- Abre los ojos… y mírame- Lissa ahora utilizo una voz más profunda… como un arrullo. Hasta yo sentí deseos de mirarla

El Cartero se removió en su puesto, forcejeando con el agarre de la silla y los brazos de Nikolay, pero abrió los ojos lentamente, como si estuviese luchando consigo mismo para resistirse a las palabras de Lissa.

- Mírame… y sigue cada instrucción que te dé -dijo mi amiga con calma, pronunciando cada palabra con deliberada precisión.

Por fin el Cartero la miraba a los ojos, como perdido en el mar.  A la deriva de donde las palabras de Lissa lo llevaran.

- Esa es mi hermana… -el tono alegre y orgulloso de Alexander se escuchó a nuestras espaldas. Le estaba codeando el estomago a Eddie, quien lo miraba divertido a su vez.

Lissa se giró para darle una mirada complacida, con las mejillas ligeramente sonrosadas.

- Ejem… -carraspeé.

Lissa sonrió a modo de disculpa y se puso a trabajar otra vez.

- Ahora… Vas a decirme quien o quienes son tus cómplices en el plan de desmoronar la realeza Moroi.

- En América… -murmuró el Cartero.

- Sí. En América –afirmó Lissa-. Dime quien te apoya desde América.

- Iris Kane –dijo el Moroi.

- ¿La abogada? – pregunté acercándome a ellos.

- Si.

Maldita bruja. Sabía que la mujercita esa no era de los trigos limpios. Tan empeñada en lograr que me ejecutaran.

- Pregúntale en qué se supone que lo ayuda ella –le pedí a Lissa.

- ¿Cuál es el papel de Iris Kane en el plan? –dijo Liss, concentrada en mantener a Yuri bajo el poder del Espíritu.

- Ella se encarga de la parte legal de la transformación de la realeza. Cambiar leyes y bases. Ella junto a un equipo de abogados bajo su mando. Esta encargada de coordinar y lograr formalizar las modificaciones de nuestra nueva realeza…. Un mero asunto de tapaderas, en realidad.

Bien. Esa información era buena y útil, pero no suficiente. Tenía que haber más gente involucrada.

- ¿Tuvo ella algo que ver con la muerte de Tatiana? – preguntó Dimitri, dándome una mirada intercalada.

Lissa también me miró, sabiendo a que se refería Dimitri con la pregunta. Éste era el momento para averiguar si en realidad, en todo el complot que el Cartero y sus secuaces habían organizado, se encontraba el responsable de la muerte de la reina. Cosa que era lo más probable, y que, de pasada, nos ayudaría a Adrian y a mí a quedar libre de culpa en el asesinato del que se nos sabía condenado.

- ¿Fue Iris Kane la responsable de la muerte de la reina Tatiana? – Lissa dijo.

- No –fue la respuesta del Moroi, con sus ojos nublados y perdidos en los de Lissa.

- ¿Quién más está involucrado? –preguntó entonces Abe.

Lissa repitió la pregunta y el Cartero comenzó a una pequeña lista de nombres de personas participantes en su plan. La lista iba sin orden de importancia, es decir, que el Cartero nombraba gente que ayudaba desde el transporte que habían contratado para hacer fráudalosos envíos hasta el Moroi al que le había encargado realizar la reunión informativa semanal en América.

- ¿Quién más? –preguntó Lissa por decima vez.

- Nathan Ivashkov –recitó el Cartero con voz mecánica.

-¿Quién? –preguntó mi amiga, con un tono desconfiado.

- Nathan Ivashkov –volvió a decir el Moroi.

Para ese minuto todos en la sala habíamos quedado como en “pausa”.

Adrian avanzó hasta la silla y dijo en tono bajo.

- ¿Qué ha hecho Nathan Ivashkov?

El Cartero no contestó. Solo se vio confundido, mirando de Lissa a Adrian, como si no supiera a quien obedecer.

- ¡He dicho que hables! – Adrian se cernió sobre el cartero, zarandeándolo por los hombros.

- Adrian, no –pidió Lissa-. Estoy ejerciendo demasiado Espíritu sobre él. Por eso no contesta. Deja que yo le pregunte – Lissa le retiró una de las manos y esperó a que Adrian sacase la otra.

Me acerqué y tomé con cuidado a Adrian de un codo, para atraerlo conmigo un par de pasos más atrás de distancia. Adrian se llevó una mano al cabello, en un vano intento por acomodarlo y luego metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón, adoptando una de sus poses típicas de indiferencia.

- Adelante, primita. Has lo tuyo –dijo, mirando al Cartero.

- ¿Qué ha hecho Nathan Ivashkov? –preguntó Lissa un par de segundos después.

- Mató a Tatiana y es mi principal apoyo en América.

- Oh por Dios… -murmuró Lissa, tapándose la boca con una mano y mirando horrorizada.

Los demás murmuraban y daban fugaces miradas en dirección a Adrian, esperando a que el chico se volviese loco de un minuto a otro.

- Adrian… -intenté acercarme para ofrecerle apoyo.

- No –dijo él, levantando una mano para que me quedara donde estaba- Tranquila, estoy bien – Sonrío de un modo tan poco real que me hizo sentir una punzada en el pecho- Después de todo, ya sabía que el viejo era escoria, ¿no?... Aunque nunca pensé que pudiese ser una mierda completa.

- ¿Por qué te ayudó Nathan? –dijo Lissa. Yo podía leer en su mente que ella esperaba que el Cartero lo hubiese manipulado de algún modo, obligándolo a para participar en su plan. No lo hacía por resarcir al padre de Adrian, sino que lo hacía por el propio Adrian que no merecía tener un padre así. Yo esperaba lo mismo, y por las mismas razones.

- Él quería ser el próximo rey de la realeza Moroi. No me costó convencerle de que la única posibilidad de ser rey era matando a la reina y que yo tenía el plan perfecto para que ambos gobernáramos. 

- Pero estoy seguro de que el Cartero no iba a cumplir con su palabra… -dijo Abe a pocos pasos de la silla de interrogación.

- ¿Ibas a cumplir con tu palabra de cogobernar? –le preguntó Lissa.

- Solo por unas semanas. Hasta que yo fuese transformado en Strigoi. Luego no lo necesitaría.

No había que ser un genio para comprender que el Cartero pretendía acabar con la vida de Nathan una vez fuese Strigoi.

- Pregúntale si mi madre también les está ayudando –pidió Adrian, con voz tensa y el rostro hecho una máscara.

- ¿Daniella Ivashkov les ha ayudado? – dijo Lissa.

- Indirectamente. Ella ha firmado sin leer algunos papeles que Nathan le ha entregado. Papeles que certifican su apoyo para un cambio de gobierno.

Me imaginaba que muchos miembros de la realeza habían firmado papeles similares en igual desconocimiento del contenido.

Me giré hacia Adrian para verificar como se había tomado la información.

Él se veía claramente más relajado al saber que su madre no era culpable de nada más que de la ignorancia de los actos de su marido.

- Que maldito… -dijo Adrian, soltando un sonido entre carcajada y bufido- Mi padre dejo que te inculparan… que nos inculparan, y no hizo nada –sonrió con ironía y movió la cabeza- Un maldito viejo lleno de mierda.

Lissa dejó transcurrir unos minutos antes de seguir interrogando al Cartero por más nombres, esperando a que todos nos recobráramos de la impresión, pero el Cartero ya no tenía más nombres que dar.

Me acerqué a mi amiga y tomé parte de la carga negativa que la estaba rodeando a causa de tanto uso del Espíritu. Dejé fluir una parte de esa energía hacia mí y respiré hondo, discretamente.

- Muy bien, Lissa. Ahora déjalo ir –la insté para que cortara el influjo de Espíritu sobre el Cartero.

- Bien- Ella se alejó poco a poco del Moroi y éste fue recobrando el dominio sobre sí mismo.

- Bruja –le gritó el Cartero cuando fue plenamente consciente de que algo le había ocurrido- ¡Me obligaste a hablar, maldita bruja!

- Eso pasa cuando no eres una persona comunicativa, Yuri –dijo Abe, acercándosele.

- Me las van a pagar, ¿Me oyen? ¡Todos! –Miró a todos los que allí estábamos, como si pudiese gravarse el rostro de cada uno en la memoria para luego someternos a su lista de venganza, o como si pudiese achicharrarnos con la mirada.

- Ya veremos –dije- Tal vez desde Tarasov hagan vendettas a domicilio.

- No –Victor negaba con la cabeza- Ese tipo de servicios aún no pueden encargarse desde la cárcel.

- Oh… -Suspiré, mirando al Cartero con fingida cara de tristeza y un puchero en los labios- Pobre Yuri… Tendrás que esperar a pagar tu condena.

- Ya basta –dijo Abe, aunque su rostro reflejaba que le causaba gracia lo que había dicho-. Déjalo ya, Rose.

- Bien…

- De acuerdo, muchachos –llamó Abe, pidiendo atención y acomodándose la vistosa bufanda que llevaba al cuello- Tenemos media hora para desocupar la casa y salir del país. Un grupo irá con Rose a América y el otro grupo vendrá conmigo para entregar al Cartero.

- ¿No vienes con nosotros? –preguntó Christian, acariciando inconscientemente el hombro de Lissa, a quien ya tenía medio abrazada.

- No. Es mejor que nos dividamos ahora. Pero una vez haya entregado al paquete –le dio una mirada rápida al Cartero con una pequeña sonrisa- me reuniré con ustedes en la Corte.

- Lo mejor será apresurarnos, entonces –dije, comenzando a caminar hacia las escaleras.

- ¿Qué hay de estos dos? –dijo Eddie, señalando a Victor y a Robert - ¿No deberíamos de aprovechar y entregarlos?

- Es cierto – dijo Mía a su vez- Si Abe va a Tarasov, debería llevárselos a ellos también. Digo, aprovechar el viaje, ¿no?

- No es una mala idea… -dije, considerándolo.

- No es una mala idea –repitió Victor- ¡Es una pésima idea! Les somos más útiles libres que encerrados. Al menos por ahora.

Eso también era correcto. Además, Robert y Alexander estaban conectados ahora.

- Se quedan con nosotros… por ahora -anuncié, dándole una mirada severa a Victor.


El grupo comenzó a subir, llevándose a un maniatado Cartero. Me quedé hasta el final, acompañada de Dimitri.

- ¿Lista para regresar a América? –preguntó, acercándose a mí.

- Más que lista –contesté.

Dimitri acercó su mano a la mía y entrelazo los dedos, guiándome hacia las escaleras para seguir a los demás.
Miré nuestras manos unidas y sonreí, sintiéndome feliz en ese momento.

Lo nuestro no estaba arreglado ni por asomo. Aún había mucho de qué hablar, pero al menos, así, tomados de las manos, las cosas parecían mucho mejor.

Estábamos a poco de regresar a América, y  la vida de muchos estaba por cambiar. Los secretos saldrían a la luz por fin y Adrian y yo teníamos la oportunidad de no acabar prófugos de por vida o de frente contra una pared.

La vida estaba comenzando a ser amable con nosotros otra vez.


4 comentarios:

  1. alena estuvo buenisimo la verdad q para mi gusto esta mejor q el libro de la autora y esta vez lo heche mucho de menos aunque entiendo perfectamnete q hay otra vida despues del foro jajaj y menos mal para variar gracias alena y esperando mas soy fati aunque supongo q ya lo sabias jajaja

    ResponderEliminar
  2. jajajja... la verdad es que tuve que pensar mucho en quien podría haber dejado el anónimo. (jajjajaja) Claro que lo sabía! Y gracias por pasar a leer. Feliz de que te haya gustado. =)

    ResponderEliminar
  3. jajaj ola alena soy fati y hace mucho q no haces capi pero supongo q como no estas bastante ocupada bueno pues aqui esperando jajaj

    ResponderEliminar
  4. Fati... jajjajaa... Subí en el foro, pero se me había olvidado dejarlo aquí xD Lo pongo en un rato. Gracias por pasar!!!

    ResponderEliminar